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El poder económico ‘huele’ el cambio político y deja solo a Zapatero
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FRANCISCO GONZÁLEZ ENCABEZA LA REBELIÓN DE LOS BANQUEROS

El poder económico ‘huele’ el cambio político y deja solo a Zapatero

‘Esto se acaba’, deben estar rumiando algunos veteranos militantes socialistas. Ya hasta la banca -siempre obediente y hasta sumisa con el poder político- ha puesto la

Foto: El poder económico ‘huele’ el cambio político y deja solo a Zapatero
El poder económico ‘huele’ el cambio político y deja solo a Zapatero

‘Esto se acaba’, deben estar rumiando algunos veteranos militantes socialistas. Ya hasta la banca -siempre obediente y hasta sumisa con el poder político- ha puesto la proa al presidente del Gobierno. Y, por ende, al candidato Rubalcaba.

 

Las declaraciones de Francisco González a El Mundo este fin de semana (“España necesita un gobierno fuerte que tome decisiones) son el Rubicón de Julio César.  Un antes y un después. Representan el divorcio formal -el real se había producido mucho antes- entre la élite empresarial  y la calle Ferraz, cuyos dirigentes parecen estar embarcados -con Blanco como ariete desde el púlpito de Moncloa- en un proyecto suicida: alejar al PSOE del poder económico. Con lo que le había costado al primer Zapatero (y a otros dirigentes socialistas) convencer a los empresarios del rigor de su proyecto político.

Zapatero se reunió al menos dos veces con Botín –una en Ferraz y otra en la sede del Santander- nada más resultar elegido, en el año 2000, secretario general del PSOE. El objetivo era evidente: agrietar el ‘pacto de hierro’ que sutilmente había tejido Rodrigo Rato con la élite empresarial (Florentino, Entrecanales,...) mediante su política de privatizaciones, por supuesto con ayuda del propio Botín.

Hasta el mismísimo Felipe González tuvo que buscar alianzas entre la vieja guardia del INI. Así es como nació –en el restaurante El Escuadrón a finales de los años 70- la beautuful people socialista, con Solchaga como maestro de ceremonias. La estrategia dio resultados. La expropiación de Rumasa se hizo sin sobresaltos empresariales. La visita de Zapatero a la ciudad financiera del Santander, ya como presidente, se enmarca, en este sentido, en la estrategia de restarle apoyos al PP, cautivo y desarmado sin el respaldo de lo más granado del capitalismo patrio. Pero, al mismo tiempo, haciendo compatible esa estrategia con guiños a los sindicatos de cara a la galería.

Una estrategia absurda

No era una estrategia absurda la del presidente del Gobierno alejar al PP de la derecha económica. Rajoy nunca ha cultivado los cenáculos del poder. Y por su propio carácter es probable que nunca lo haga, lo que dejaba el camino expedito. Tampoco Cristóbal Montoro, por supuesto, tiene la capacidad de enredar de Rato. En la mente de Zapatero debían pulular aquellos viajes del joven Aznar de la oposición a bordo del avión privado de Botín poco antes de llegar a la Moncloa. Y lo que quería es presentar al PP como un partido ultramontano que ni siquiera se comprometía en el parlamento con las reformas económicas.

  

Acercarse al poder económico –en el caso de Aznar a través del dueño de Vega Sicilia- fue durante años el objetivo. Pero esa estrategia se les ha venido abajo a los socialistas. En tiempos de la oposición, Zapatero presumía en privado de llevarse bien con los banqueros, con quienes mantenía encuentros discretos. Incluso con Francisco González, que ahora respira por la herida de aquel asalto ladrillero contra el  BBVA comandado por el capitán Sebastian. El mismo que decía antes de llegar a Moncloa que el PSOE era un partido ‘enfermo’. El alejamiento no tiene que ver con la imposición de una tasa a los bancos, cuyo impacto sería irrelevante en su cuenta de resultados, sino con el convecimiento de que con este PSOE no hay nada que hacer. 

El desgaste del Gobierno socialista por una crisis mal llevada y que nunca ha controlado, ha obligado a Rubalcaba a mirar a su izquierda. Pero a costa de romper amarras con la élite empresarial. Precisamente uno de los objetivos no declarados de esos encuentros de mesa camilla celebrados en la Moncloa con los 40 principales de la economía. Se trataba de aislar al PP y dejar bien claro a los mercados que el poder económico seguía estando con Zapatero pese a la crisis. Hasta el propio Botín salió de la reunión declarando que no era el momento de celebrar elecciones, y mucho menos de embarcarse en un cambio de líder.

El error Botín

Nadie le hizo caso y ese error de cálculo le acompañará al cántabro de por vida. El primer banquero del país perdía su legendario olfato político. Pero lo que está claro que ahora ya no hay nada que hacer. La suerte está echada. Rubalcaba, como Almunia en el año 2000, sabe mejor que nadie que es un líder de transición, y eso pasa por hacer política a golpe de populismo por si suena la flauta. Felipe González y Rodríguez Zapatero, al contrario,  intentaron construir una alternativa, lo que necesariamente pasaba por normalizar las relaciones con los empresarios a medio y largo plazo.

Rubalcaba ni siquiera lo intentará. No es de extrañar teniendo en cuenta que su partido está huérfano ahora de canales que comuniquen con el empresariado. El último puente lo rompió la ministra Salgado cuando suprimió la cuota cameral, lo que obligó a Javier Gómez-Navarro a salir escopetado del Consejo de Cámaras. Ni siquiera con la CEOE las cosas son mejores. El empresario Arturo Fernández, desde la patronal madrileña, encabezó la rebelión contra un posible acuerdo sobre la reforma de la negociación colectiva. Y no se quedó solo. Rosell no es Díaz-Ferrán, un títere de Moncloa hasta que cayó en desgracia por sus negocios privados. Sabe que todo el pescado está vendido y como sostiene el dicho, al enemigo que huye, puente de planta. Los empresarios quieren cambio político ya. A la vuelta del verano mejor que en marzo.

Aquel movimiento de las cámaras de comercio fue el primer aviso serio de que se quebraba la entente cordiale entre socialistas y empresarios, cuyos intereses ahora se dejan en manos de los conseguidotes de turno colocados estratégicamente en empresas cotizadas. Javier de Paz es el icono de esa estrategia de entrismo en los palacios del capitalismo. Pero también los David Taguas y el resto de ex altos cargos socialistas a quienes los empresarios han colocado en patronales sectoriales para estar cerca del poder político. Ahora habrá que cambiar de presidente. Roma, perdón, Francisco González, no paga traidores.

 

‘Esto se acaba’, deben estar rumiando algunos veteranos militantes socialistas. Ya hasta la banca -siempre obediente y hasta sumisa con el poder político- ha puesto la proa al presidente del Gobierno. Y, por ende, al candidato Rubalcaba.

Francisco González Mariano Rajoy Círculo de Empresarios