Permira rompe con el pasado de Telepizza: releva a Olcese como vicepresidente

Sus días en Telepizza han acabado. José Carlos Olcese, vicepresidente ejecutivo, accionista de la compañía y primer directivo desde que la familia Ballvé desembarcara en la cadena de comida rápida, ha cesado en su cargo como número dos de la compañía controlada por el fondo de capital riesgo Permira. Aunque todavía no ha trascendido, la decisión se hizo efectiva a finales del pasado mes de enero.

Las discrepancias de Permira con el papel desempeñado por Olcese en la estructura de Telepizza han motivado el abandono de sus funciones ejecutivas, realmente muy disminuidas desde la llegada a finales de 2009 del actual consejero delegado, Pablo Juantegui, por imposición del capital riesgo. A pesar de estar vinculado a Pedro Ballvé, presidente de la compañía, su continuidad queda relegada al cargo de consejero.

Hasta entonces, Olcese había lucido los galones de consejero delegado. Sin embargo, bajo su dirección los números de Telepizza no eran los esperados para cumplir con el plan de desinversión que debía devolver a la compañía a bolsa en el menor tiempo posible. La crisis del consumo, la feroz competencia de rivales como Domino´s Pizza (Zena) y algunas decisiones estratégicas controvertidas cuestionaron su papel.

De esta manera, el fondo de private equity pone fin a la carrera de José Carlos Olcese como ejecutivo de Telepizza, a la que estaba vinculado desde 1999, año en el que los hermanos Ballvé (Pedro y Fernando), propietarios de Campofrío, y los hermanos Olcese (José Carlos y Aldo), desembarcaron en la cadena de restauración montada por Leo Fernández Pujals, que se deshizo del 30% que tenía de la cotizada.

Después de ser uno de los fenómenos empresariales más espectaculares de la década de los 80, Telepizza se convirtió en pasto de la especulación bursátil y de la burbuja de Internet a finales de los 90. Tras llegar a cotizar a 10,6 euros por acción, la compañía transitaba sin pena ni gloria hasta que en 2006 una guerra de ofertas entre las cadenas de restauración Zena e Ibersol despertó el interés por la pizzería.

Al final, con un golpe de efecto inesperado, los hermanos Ballvé-Olcese (a través de Carbal), que ya controlaban un 20% de la compañía, presentaron una oferta junto al fondo Permira, con el que iban al 50%, que nadie más pudo igualar: 3,21 euros por acción. Es decir, valoraron la compañía en 850 millones de euros. La alianza entre el industrial y el capital riesgo cuajaba de manera inesperada para vencer al resto de competidores.

Acto seguido, Carbal y Permira sacaron la compañía de bolsa y se pusieron manos a la obra para recuperar el terreno perdido, después que el formato de pizzas a domicilio diera señales de agotamiento ante la aparición de otros formatos de comida rápida (bocadillos, sándwiches, kebabs) y por la competencia de las pizzas refrigeradas de los supermercados, mucho más baratas. El reto es valer más de 850 millones.