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Hace un mes en muletas y, ahora, en Wimbledon: nuevo capítulo de la epopeya de Nadal
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La hazaña es competir así

Hace un mes en muletas y, ahora, en Wimbledon: nuevo capítulo de la epopeya de Nadal

Rafa sufrió en su debut ante el argentino Cerúndolo, aunque finalmente logró el pase a la segunda ronda. El partido estuvo apretado y su rival dejó buenos detalles

Foto: Nadal festeja un punto en su estreno en Wimbledon. (Reuters/Toby Melville)
Nadal festeja un punto en su estreno en Wimbledon. (Reuters/Toby Melville)

"Todo pasa y todo queda… pero lo nuestro es pasar", dice 'Cantares', la popular canción de Joan Manuel Serrat integrada en el disco dedicado a Antonio Machado. Para la posterioridad quedará este Wimbledon en la carrera de Rafa Nadal. No es cuestión de hablar de gesta, porque no ha habido tal. Ni siquiera rastro de ella. En lo deportivo, claro está. En cuanto a la salud, no hay ningún elogio que esté exento de ser utilizado a favor del balear, cuyo estado del tobillo le impediría a cualquier humano caminar.

La imagen se hizo viral apenas dos días después de ganar en Roland Garros. Nadal se bajó de un automóvil en el aeropuerto de Mallorca con muletas, cuando 48 horas antes se proclamó campeón por decimocuarta vez en París. La explicación que Rafa dio ante los medios fue incomprensible para el ciudadano de a pie. Ojo, no es cuestión de incluir en ella a los expertos en medicina. Aún más sorprendente fue el momento en el que confirmó su presencia en Wimbledon.

Su audacia es simétrica a su sinceridad. Al ser preguntado qué elegiría, ganar la final o un pie nuevo, optó por lo segundo. Sabe que hay vida más allá del tenis, pero precisamente esa ambición por ser el mejor le impide dejarlo. En ocasiones, las pasiones se convierten en adicciones irremediables. Probablemente, a Nadal le ocurra algo parecido con el tenis.

placeholder El partido se complicó para Rafa en el tercer set. (EFE/Andy Rain)
El partido se complicó para Rafa en el tercer set. (EFE/Andy Rain)

Un sufrimiento inesperado

Su debut en Wimbledon fue algo descafeinado. El primer set lo ganó de manera ajustada, el segundo con más comodidad y el tercero lo perdió contra todo pronóstico. El encuentro fue más largo de lo que quizá deseaba, aunque Rafa está curado de espanto en Londres. Algunos todavía recuerdan la final de 2008 ante Roger Federer. Hace 14 años, el partido rozó las cinco horas. Ha cambiado su cara y el corte de pelo, pero no su actitud. Su imparable ambición es el eje que ha movido su carrera hasta ahora.

La sagacidad, una de sus principales virtudes, la demostró de nuevo en Londres. En los mejores momentos de Francisco Cerúndolo, cuando tuvo dos bolas de 'break' en el cuarto set, Rafa le aplicó calma al encuentro. Es el mismo guion con semejante protagonista. El desenlace no varía, a pesar de que sus rivales conocen de sobra la película. Ahora que está de moda el 'coaching', es complicado pensar en mejor 'coach' que un tipo que siempre ha hecho posibles los imposibles.

Aún es posible, y seguro que lo tiene en mente, que Rafa se convierta en el primer tenista de la historia en ganar todos los Grand Slam en el mismo año. Con la ausencia de Federer en Wimbledon, el objetivo es más realizable todavía, aunque hay que ser precavidos por su estado del pie. 12 años han pasado desde que ganó por última vez en Londres y es buen momento para coronarse de nuevo.

placeholder Nadal habla con su entrenador, Carlos Moyá. (Reuters/Toby Melville)
Nadal habla con su entrenador, Carlos Moyá. (Reuters/Toby Melville)

Los gestos de rabia

La final del Open de Australia fue el enésimo capítulo de la epopeya de Rafa Nadal por el resultado que revirtió. En París, sin embargo, disfrutó como un niño en Disney. No tuvo oposición, por más que se encontrara ante Novak Djokovic y Alexander Zverev (que se retiró por lesión), en cuartos y semifinales, respectivamente. En su debut en Londres, apeló al orgullo y al sacrificio para evitar la remontada de Cerúndolo.

El susto del primer día no se le olvidará a Rafa, consciente de que en un Grand Slam no hay jamás rival pequeño. El esfuerzo por disputar el torneo lo tendrá más en cuenta que nunca. Comienza un nuevo episodio de esta epopeya que mantiene en vilo a todo el país.

"Todo pasa y todo queda… pero lo nuestro es pasar", dice 'Cantares', la popular canción de Joan Manuel Serrat integrada en el disco dedicado a Antonio Machado. Para la posterioridad quedará este Wimbledon en la carrera de Rafa Nadal. No es cuestión de hablar de gesta, porque no ha habido tal. Ni siquiera rastro de ella. En lo deportivo, claro está. En cuanto a la salud, no hay ningún elogio que esté exento de ser utilizado a favor del balear, cuyo estado del tobillo le impediría a cualquier humano caminar.

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