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'Novax' Djokovic y una ejemplaridad para la que Nadal no necesita vacuna
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EL SERBIO SALE ESCALDADO DE AUSTRALIA

'Novax' Djokovic y una ejemplaridad para la que Nadal no necesita vacuna

¿Alguien se imagina a Rafa montando un numerito como el del serbio? La verdad es que cuesta mucho. Ya lo dijo Del Bosque, "el éxito sin honor es el mayor de los fracasos"...

Foto: Rafa Nadal y Novak Djokovic, durante un entrenamiento. (EFE / Sergio Barrenechea)
Rafa Nadal y Novak Djokovic, durante un entrenamiento. (EFE / Sergio Barrenechea)

Al igual que, como escribió Benito Pérez Galdós, “el predicador que no practica lo que dice, no es predicador, sino un púlpito que habla”, el deportista que no respeta los valores del deporte, no puede ser considerado un gran deportista por muchos títulos que gane. No en vano, como dijo Vicente del Bosque, "el éxito sin honor es el mayor de los fracasos". ¿Alguien se imagina a Rafa Nadal protagonizando el numerito de Novak Djokovoc en Australia, mientras el mundo sigue sumido en una crisis sanitaria y socioeconómica provocada por la pandemia de Covid? La pregunta es tan recurrente como posiblemente lo sea la respuesta: no. Salvo para los habituales 'haters' del español, claro está.

Como aquel diputado de Podemos en la Asamblea de Madrid que le acusó de "practicar un tenis soporífero, defensivo, hipermusculado y pasabolas", por atreverse a decir que "a mi modo de entender, y no quiero ser imprudente, lo mejor sería votar". O aquel alcalde de Manacor, el pueblo natal de Rafa, que le acusó de "vivir al margen de su municipio" y Nadal se vio obligado a recordar que podría haberse llevado su academia a varios lugares del mundo "en los que nos ofrecieron importantes beneficios y muchas facilidades".

Foto: Agassi, con Djokovic en el Open de Austria de 2018. (Reuters)

Lo cierto es que la noticia se veía venir. La Corte Federal de Australia decidió este domingo desestimar el recurso de Djokovic contra la cancelación de su visado, por lo que el número uno del mundo debe abandonar el país y no podrá defender título en el primer Grand Slam de la temporada, un Open de Australia que ha ganado en nueve ocasiones. El Gobierno del país oceánico considera que su presencia puede amenazar el orden público, algo que quizás suene exagerado, si bien dejarle participar después de todo lo sucedido durante estas dos últimas semanas no era el mejor mensaje a la sociedad. La australiana, pero también la mundial.

Al serbio, que se ha negado a vacunarse contra la Covid y llegó a Melbourne con una exención médica válida tras dar positivo el 16 de diciembre, se le cuestiona su "aparente desprecio" por las reglas básicas de protección, como no aislarse tras dar positivo, tal y como dejó constancia en sus redes sociales. Vamos, que no es el mejor ejemplo. "Dado el estatus de alto perfil del señor Djokovic y su posición como modelo a seguir en la comunidad deportiva (...) puede fomentar un desprecio similar por los requisitos de precaución después de ser diagnosticado con otro positivo en Australia", apuntan las autoridades australianas.

Como señalan expertos en la materia, las sociedades occidentales han tardado siglos en lograr una igualdad de derechos sociales, por lo que ahora no se quiere consentir que una élite, en este caso un deportista, se salte lo que debe hacer el resto. Es evidente que los asesores de Djokovic no le han ayudado a entender que, le guste o no, de la misma manera que los deportistas de primer nivel como es su caso son ejemplarizantes, la sociedad les pide ejemplaridad.

placeholder Novak Djokovic, en el aeropuerto de Melbourne . (REUTERS / Loren Elliott)
Novak Djokovic, en el aeropuerto de Melbourne . (REUTERS / Loren Elliott)

Una peligrosa influencia social

Como apuntan las autoridades 'aussies', el comportamiento de Djokovic "puede alentar o influenciar a otros a imitar su conducta y no cumplir con las medidas sanitarias apropiadas después de una prueba positiva, y así conducir a la transmisión de la enfermedad y un riesgo grave para su salud y la de otros". Además, se cree que su presencia en el Open de Australia puede "alentar el sentimiento antivacunas", lo que podría conducir "a un aumento de los disturbios civiles".

Djokovic tomó una serie de decisiones individuales, quizás sin pensar o medir bien la repercusión que podían tener, y ha terminado involucrando a sus seguidores y hasta a gobiernos. Hoy en día, con las redes sociales como principal vehículo de información —y, por tanto, de desinformación—, su caso trascendía lo deportivo y era mucho más importante de lo que podía parecer. De hecho, que el serbio haya reconocido su error e, incluso, prometido que se va a vacunar puede ser un final feliz a este sainete. Un revés que le puede llevar, no a ganar un décimo Open de Australia que no va a disputar, pero sí otro partido mucho más valioso: el de la ejemplaridad.

En este sentido, y como escribimos en su día en El Confidencial, Nadal es el mejor ejemplo de ejemplaridad, valga la redundancia, pues representa lo que debes hacer y no haces, justo lo contrario de lo que ha hecho Djokovic durante estas dos semanas en Australia. Rafa es la referencia del trabajo duro, de la superación personal, de ese esfuerzo extra que, al menos hasta la llamada Ley Celaá, siempre se ha inculcado. Quizás por eso algunos no les gusta el manacorí e incluso prefieran a rebeldes caprichosos como Djokovic.

Foto: Rafa Nadal, en la presentación de su academia, instalada en Manacor. (EFE) Opinión

Si embargo, mientras Rafa tiene la oportunidad en Australia de seguir sumando triunfos y consagrarse como el tenista más laureado de la historia con 21 títulos de Grand Slam, al serbio habrá que llamarle a partir de ahora 'Novax'. Un juego de palabras con su nombre de pila y el término vax, seleccionada como la palabra del año por los lexicógrafos del Diccionario Oxford de la Lengua Inglesa en referencia al término vaccine (vacuna). Y es que, como tituló un periódico australiano, "Novak, Novax, Noway"...

Al igual que, como escribió Benito Pérez Galdós, “el predicador que no practica lo que dice, no es predicador, sino un púlpito que habla”, el deportista que no respeta los valores del deporte, no puede ser considerado un gran deportista por muchos títulos que gane. No en vano, como dijo Vicente del Bosque, "el éxito sin honor es el mayor de los fracasos". ¿Alguien se imagina a Rafa Nadal protagonizando el numerito de Novak Djokovoc en Australia, mientras el mundo sigue sumido en una crisis sanitaria y socioeconómica provocada por la pandemia de Covid? La pregunta es tan recurrente como posiblemente lo sea la respuesta: no. Salvo para los habituales 'haters' del español, claro está.

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