La despedida más dulce del 'animador' Sánchez Vicario

La tercera ensaladera de plata, conseguida este domingo por el equipo español al vencer a Argentina a domicilio en Mar del Plata supuso la primera para Emilio Sánchez como seleccionador nacional después de tres años en su puesto, y su último trabajo, ya que anunció que no estará en el 2009 para recibir en España a Serbia en la primera ronda. Como jugador Emilio Sánchez nunca se dio el gustazo de disponer de la posibilidad de ganar la Copa Davis, a pesar de haber disputado 55 eliminatorias, con varios capitanes como Manuel Orantes y Manolo Santana y con un balance de 18 victorias y 14 derrotas en individuales, y de 14-9 en dobles.

Este año ha dirigido con éxito a España en Lima contra Perú, en Bremen contra Alemania, y en Madrid ante Estados Unidos. Viéndose inmerso en el conflicto entre los jugadores y el presidente de la Federación Española de Tenis Pedro Muñoz, polémica en la que se puso del lado de los tenistas, y que ha supuesto que más que probablemente la final de este fin de semana sea el fin de su carrera como seleccionador, por decisión propia. Su trabajo en el equipo como auténtico motivador ha sido excepcional, sobre todo psicológicamente. Tanto Fernando Verdasco como Feliciano López y David Ferrer han elogiado su incansable espíritu, alentándoles siempre, sin parar en los descansos de cada partido, y con una fe inquebrantable. La que este domingo les llevó a lograr el tercer título.

Su mejor actuación como jugador fueron las semifinales de 1987 contra Suecia en Barcelona, que España perdió por 3-2. También llegó a los cuartos de 1989 contra Yugoslavia y en 1991 contra Estados Unidos. Pero ha sido como capitán, donde ha logrado el sueño que todo jugador ansía. "En la eliminatoria de Serbia no estaré", dijo Emilio Sánchez, "inicié una etapa hace tres años y se ha cerrado un ciclo, con premio para todos estos jugadores, y espero que el que venga pueda compartir estos momentos mágicos que he vivido yo". "Estos jugadores son los que en condiciones difíciles, siempre han estado ahí, el que hayan podido conseguir este premio es importante, y quiere decir que el plan B ha funcionado", advirtió Emilio sobre la baja de Rafael Nadal. El de Manacor destacó la labor del madrileño mediando entre jugadores y presidente, "consiguió que no nos afectara", indicó este lunes Nadal.

Su sucesor "no puede ser alguien ficticio"

"En mi día fui jugador y alrededor de los jugadores se viven momentos como este, y puedo decir que sin su ilusión y dedicación, por mucho que hagamos no conseguimos hada. Si Fernando no se llega a ordenar ahora estaríamos jugando el quinto punto. Como en todas las cosas que hago estoy al cien por cien. Este es el premio mas grande que he tenido incluso como jugador", dijo. Valoró a su sucesor, "creo que tienen que ser una persona que aglutine las dos cosas. Una persona con experiencia que conozca a los jugadores y que sea técnico y viva este deporte, con una proyección en el tenis y que lo viva y lo dé todo. Creo que este equipo no puedes poner a alguien ficticio, porque es un equipo exigente que lo vive. Creo que se merece el tener un responsable del mismo estatus que ellos porque este equipo va a dar muchos triunfos."

Emilio llegó a este cargo de una forma un tanto abrupta, colocado casi a la fuerza por el actual presidente de la Federación Española de Tenis Pedro Muñoz, con quien le unía una gran amistad. Los jugadores preferían entonces a Albert Costa como su técnico pero Muñoz decidió por si mismo que Emilio Sánchez era el más indicado para dirigir a Nadal y compañía. Tras perder contra Bielorrusia en Minsk en 2006 y ganar la permanencia contra Italia en Santander, al año siguiente fue Estados Unidos, en Wiston Salem quien cerró el paso del conjunto español que había vencido a Suiza en Ginebra.

La elección del sucesor será un problema a resolver, pero no con fecha definitiva. Las elecciones a la presidencia de la Federación Española tendrán lugar a finales de marzo del año próximo, y el actual presidente Pedro Muñoz no tiene previsto nombrar a alguien que no cuente con el apoyo de toda la cúpula directiva y del nuevo dirigente.