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Ya es oficial: Michael Phelps ha vuelto
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ha hecho la mejor marca del año también en 100 mariposa

Ya es oficial: Michael Phelps ha vuelto

A miles de kilómetros de Kazán, epicentro de la natación mundial durante las dos últimas semanas, Phelps ha demostrado que está en forma y que hay que contar con él para los Juegos de Río 2016

Foto: Swimming: phillips 66 national championships
Swimming: phillips 66 national championships

Michael Phelps ha vuelto. A lo grande, a la altura de su colosal leyenda. Con una de esas historias de superación-resurrección que tanto gustan, tan propias de un guion de película de Hollywood. Después de anunciar que se retiraba tras los Juegos Olímpicos de Londres, después de volver, después de que le suspendieran la licencia durante seis meses por conducir borracho, después de que la FINA se planteara levantar la mano para dejar nadar al supercampeón en Kazán y otorgarle una ‘wild card’, después de que no sucediera. Y, sobre todo, mientras en Rusia se nadaba el Mundial sin él. En dos días, Phelps ha logrado la mejor marca del año en 200 y 100 mariposa, habría sido oro en Kazán, pero él lo ha conseguido en San Antonio, en los campeonatos americanos. Con menos de la mitad de cámaras, de atención y con la presión de saber antes qué había sucedido en el Mundial. La leyenda de Phelps, el deportista más laureado en unos Juegos Olímpicos, se agiganta a solo un año de Río 2016. Abróchense los cinturones.

Nada motiva más a un campeón que un reto. Y Phelps tenía uno enorme: volver. Para hacerse una idea de la deslumbrante manera en que lo ha hecho basta decir que en San Antonio nadó más rápido los 100 metros mariposa que en Londres 2012. Que unas horas antes Chad Le Clos había conseguido el oro en Kazán y tras subirse al podio y recoger la medalla declaró: “He hecho una marca que él no ha logrado en los últimos cuatro años, así que ahora puede estar callado”. Se equivocó el africano en varias cosas. La primera, en el tiempo. Phelps llevaba seis años, desde el 2009, y no cuatro, sin nadar tan rápido. La segunda, fatal, en retarle. Le Clos ganó en Kazan con un tiempo de 50:56; Phelps en San Antonio con un asombroso 50:45. “Podría decir muchas cosas, pero prefiero hablar en la piscina”, dijo el de Baltimore tras conseguir la mejor marca del año, solo 63 centésimas superior al récord del mundo que es suyo, por cierto.

Phelps, que el viernes ya consiguió en los 200 mariposa una marca de 1:52.94 mientras que la del ganador en Kazán, el longevo Laszlo Cseh, fue de 1:53;48 esperó en las preliminares en San Antonio, se guardó por la mañana, y realizó el segundo mejor tiempo. Quería ver qué pasaba en Rusia en el 100, cuál era el tiempo. Cuál era el reto. Y se plantó en el poyete después de repetir, uno por uno, todo su ritual: No despojarse de la ropa hasta el final, concentrarse escuchando música en unos enormes cascos, y ya arriba, justo antes de tirarse a la piscina, romper el silencio en los segundos previos de lanzarse al agua cruzando sus larguísimos brazos y dándose sonoras palmadas en los omoplatos. “Plas, plas”.

Ha dicho que su rutina vuelve a ser la de levantarse de madrugada y acostarse pronto, comer pasta, entrenarse, que lleva una vida ordenada con su novia exmodelo con la que no deja de fotografiarse y exponerse en las redes sociales. Ha dicho que no piensa probar el alcohol hasta después de los Juegos de Río, que este año “va a ser muy divertido”. Y también, tras nadar más rápido que Le Clos, que él prefiere hablar en el agua. Michael Phelps, el mejor nadador de la historia, un tipo superdotado físicamente, que flota más y mejor, con una flexibilidad que le permite ondular y deslizar con la mínima resistencia desde la punta de los dedos de la mano, pasando por el torso, la cadera y las largas piernas. Phelps, un profesional capaz de aguantar durísimos entrenamientos de ocho horas, con pesas, siempre de la mano de Bob Bowman al que considera su segundo padre, que también entrenó a caballos, purasangres. Phelps, un depredador en competición, el mejor, la leyenda, ha renacido.

El rey ha vuelto. A los simples mortales solo nos queda esperar que los meses que quedan hasta que empiecen los Juegos de Río se hagan cortos.

Michael Phelps ha vuelto. A lo grande, a la altura de su colosal leyenda. Con una de esas historias de superación-resurrección que tanto gustan, tan propias de un guion de película de Hollywood. Después de anunciar que se retiraba tras los Juegos Olímpicos de Londres, después de volver, después de que le suspendieran la licencia durante seis meses por conducir borracho, después de que la FINA se planteara levantar la mano para dejar nadar al supercampeón en Kazán y otorgarle una ‘wild card’, después de que no sucediera. Y, sobre todo, mientras en Rusia se nadaba el Mundial sin él. En dos días, Phelps ha logrado la mejor marca del año en 200 y 100 mariposa, habría sido oro en Kazán, pero él lo ha conseguido en San Antonio, en los campeonatos americanos. Con menos de la mitad de cámaras, de atención y con la presión de saber antes qué había sucedido en el Mundial. La leyenda de Phelps, el deportista más laureado en unos Juegos Olímpicos, se agiganta a solo un año de Río 2016. Abróchense los cinturones.

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