Es noticia
¿Y después de conseguir hacer cumbre en el Aconcagua, qué? Todo: continúa la vida
  1. Deportes
  2. Otros deportes
José Ángel, Fernando, Daniel, miguel y Eusebio, héroes

¿Y después de conseguir hacer cumbre en el Aconcagua, qué? Todo: continúa la vida

"¿Vosotros sois los de El Confidencial?". Este diario ha acompañado durante veinte días a unos valientes expedicionarios que hicieron cumbre del Aconcagua

Foto: De izquierda a derecha José Ángel, Fernando y Eusebio en su llegada a Madrid.
De izquierda a derecha José Ángel, Fernando y Eusebio en su llegada a Madrid.

"¿Vosotros sois los de El Confidencial?". En el campo base de Plaza de Mulas donde llegaron para dormir desde la cima del Aconcagua, después de un día en el que estuvieron subiendo y bajando dieciséis horas, les esperaban las botellas de cava con las que los campamenteros obsequian a aquellos que logran la cumbre. Alguien, un español que acababa de llegar, les hizo esa pregunta a nuestros expedicionarios: "¿Sois los de El Confidencial? ¿Eso de la pasta de dientes en la nariz…?".

Hace unos días regresaron del Aconcagua los cinco montañeros, ya andinistas, cuya aventura les hemos narrado durante tres semanas. En la T4, la familia de Eusebio Beamonte le esperaba con silbatos y bandera de España incluida. Miguel Rodríguez perdió el avión a Oviedo y Daniel Raucoules, en tránsito hacia Francia, permaneció en la zona de embarque. No pudimos conocernos ni despedirnos con un apretón de manos. Así que tomé un café con Fernando Garrido y José Ángel Herreros mientras esperaban el autocar hasta Jaca y el avión a Valencia, respectivamente.

Parabienes y poco más. Habían salido de El Plumerillo, el aeropuerto de Mendoza, a las 10:55 del 10 de febrero y eran las siete de la mañana del día 11 en la T4. Demasiadas horas de vuelo. Podemos hablar otro día, ahora hay que dejar pasar un tiempo para que después de veinte días en el Aconcagua, lejos de tus rutinas, la descompresión surta sus efectos.

Hace unas semanas, Juan José Millas narraba en la radio, después de una gripe que le había tenido encamado que, “de repente, cuando sales de la cama y pisas el pasillo y la calle, todo es nuevo, porque tú eres nuevo en cierto modo. Cuando sales de un gripazo es como que tuvieras que reconstruir todo. Todo está a estrenar y tú mismo, en la medida en que has estado en el más allá y has vuelto”. Algo parecido seguramente sucede cuando vuelves de una experiencia tan absorbente física y mentalmente como es una expedición de alta montaña. Regresas a tu vida, con tu familia, pero todavía estas allí. Sucede que también valoras de otra manera lo que te rodea.

placeholder Celebrando la cumbre en el campo base de Plaza de Mulas

El guante que faltaba

En la foto de cumbre hay un detalle que a muchos les ha pasado inadvertido, Miguel no llevaba el guante de la mano derecha. Nada más llegar a Asturias, fue directo al Hospital de Jove para comprobar que las congelaciones en sus dedos no son graves. Parece que puede tener alguna complicación en el dedo anular de la mano izquierda como consecuencia de una antigua lesión laboral. Miguel tiene una pasmosa facilidad para dormir y un inagotable repertorio de canturreos que sus compañeros han sobrellevado con estoicismo. Es un montañero fuerte, una “bomba energética”. Pero lo sucedido en sus dedos, un descuido, nos enseña que nuestro límite siempre nos está esperando.

Si vas al Aconcagua, que no es una expedición barata, pasas días de penalidades y no consigues hacer cumbre, tu familia, tus amigos te van a preguntar si ha merecido la pena. Tú mismo te interrogarás sobre ello. La respuesta de José Ángel no admite dudas: "Por supuesto que sí. ¿Qué hay en la cumbre que hace que queramos llegar con todas nuestras fuerzas?", Él sabe que pese a no lograrlo, ha vivido una experiencia que a buen seguro le hará crecer como persona. Quizá su decisión más importante fue la de enfrentarse al hecho de tener que renunciar a la cumbre por la recomendación de Fernando, de que parase y regresara al campo 3 cuando su ánimo y voluntad era continuar andando y sufriendo.

José Ángel asumió la decisión de darse la vuelta en Piedras Blancas: “Yo -explica- me ajusté a uno de los consejos que el Dalai Lama da para enfrentarse a la vida en general y que se conoce como las 'tres erres': ten respeto a ti mismo, ten respeto a los demás y ten responsabilidad sobre tus acciones”. Con su determinación, supo anteponer las posibilidades del conjunto del grupo a su, quizá, escasa probabilidad individual de hacer cumbre. Sin duda José Ángel acertó.

placeholder Los expedicionarios, a su llegada a la T4 de Barajas (Madrid)

El 'cristalino difuminado'

Eusebio trasmite calma, será por su condición de profesor, y también templanza. Seguramente la que atesora tras haber estado, a su pesar, en situaciones límite. Cuando comunicó por el teléfono satélite desde la cumbre, sus primeras palabras fueron para reconocer que sin Fernando no lo hubiera conseguido. Cuando tienes la autoestima a tope por estar ahí, tiene mucho valor la afirmación que él hizo. Días después hablé con él para conocer sus reflexiones sobre la experiencia. Seguía conteniendo sus emociones. Buscaba ecuanimidad. “He sentido incertidumbre y he visto lo pequeño que eres”. Tiene razón Eusebio. Todos somos pequeños ante lo sublime. Lo decisivo, la diferencia, es comprenderlo.

Al cruzar la mirada con Fernando entiendes lo que quería decir Carlos Barrabés cuando se refería al “cristalino difuminado”. La mirada de esas personas que consideran que los hechos son vitales, que no hacen las cosas por hacerlas, sino porque forman parte de su ser. Es prosopopeya afirmar que Illapa, el dios inca del rayo, dejó proseguir a Fernando después de enviarle una tormenta terrible en la cumbre del Aconcagua. Pero que nadie dude que esa noche, hace muchos años, el Cerro y él se fundieron indisolublemente. Narra la voz en off de Fernando Rey en los minutos finales de Bienvenido Mister Marshall que “bien pudiera ser que este cuento no tuviese final. En general las cosas nunca acaban del todo. Ni tampoco salen como uno se había imaginado”. Quién sabe.

"¿Vosotros sois los de El Confidencial?". En el campo base de Plaza de Mulas donde llegaron para dormir desde la cima del Aconcagua, después de un día en el que estuvieron subiendo y bajando dieciséis horas, les esperaban las botellas de cava con las que los campamenteros obsequian a aquellos que logran la cumbre. Alguien, un español que acababa de llegar, les hizo esa pregunta a nuestros expedicionarios: "¿Sois los de El Confidencial? ¿Eso de la pasta de dientes en la nariz…?".

El Confidencial
El redactor recomienda