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La lluvia y el valor de Brad Binder ponen la chispa en MotoGP
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Bagnaia se queda muy cerca

La lluvia y el valor de Brad Binder ponen la chispa en MotoGP

Marc Márquez gestionó con brillantez la carrera, pero sufrió una inesperada caída con el neumático de agua y acabó 15º

Foto: Brad Binder suma un triunfo muy prestigioso. (Reuters)
Brad Binder suma un triunfo muy prestigioso. (Reuters)

La lluvia ha sido determinante en el desenlace del Gran Premio de Austria. Tras dos fines de semana viviendo bajo la constante amenaza de una tormenta que nunca acababa de llegar, esta ha hecho acto de presencia en la carrera de MotoGP, convirtiéndose en la clave de la carrera en las vueltas finales. Su aparición fue la que definió claramente la prueba, poniendo la chispa a una carrera que aunque se vivió con un elevado nivel de intensidad, estaba resultando poco combativa.

Pecco Bagnaia, a quien se le viene resistiendo sistemáticamente la victoria en MotoGP, a veces por avería, otras por errores propios, y ahora por condicionantes de carrera, mantuvo el control prácticamente en todo momento, aunque la incertidumbre del agua en las primeras vueltas impidió que se escapara. Eso llevó a bajar ligeramente el ritmo de carrera y no forzar la situación, y eso mismo, apenas un ritmo tres o cuatro décimas más lento, propició que Marc Márquez se enganchara al grupo de cabeza.

placeholder Marc Márquez en acción. (Reuters)
Marc Márquez en acción. (Reuters)

Fabio Quartararo resolvió sus momentos de duda por las gotas de las primeras vueltas y cuando lo tuvo claro dejó atrás a Martín y Zarco, superó a Márquez, e intentó atacar el liderato, pero un fallo permitió que Bagnaia se mantuviera firme en cabeza. Una vuelta tras otra. Incluso parecía que el italiano se iría en un circuito que es completamente propicio a la Ducati, pero no se conseguía escapar. El tira y afloja era intenso, pero poco espectacular.

Era una de esas carreras que hay que seguir cronómetro en mano, parcial a parcial, para descubrir la pugna soterrada que mantenían, y en la que, sorprendentemente, Márquez seguía desenvolviéndose con brillantez a pesar de sus evidentes problemas en el hombro, en un circuito totalmente perjudicial para su miembro derecho, con fortísimas frenadas que le han forzado a incorporar unos apoyos especiales en el depósito, para poder hacer fuerza con las piernas y descargar el apoyo de los brazos.

Al llegar al último tercio de carrera, Márquez puso pimienta a la carrera, atacó a Quartararo, cazó a Bagnaia y dejó descolgado al francés. Hasta que apareció la lluvia, primero tímidamente a falta de siete vueltas. Dos vueltas después, Miller y Rins se la jugaron entrando a cambiar de moto, con gomas de agua. Demasiado pronto.

La lluvia y Binder

La llegada del agua dio al traste con los planes de Márquez, que hasta su aparición parecía tener una clara estrategia para encarar un mano a mano con Bagnaia en la parte final de carrera, rememorando sus viejos duelos del pasado con Andrea Dovizioso. Pero aunque se puso en cabeza, al bajar el ritmo el grupo delantero se agrupó: Bagnaia, Quartararo, Martín, Mir, Binder… todos pendientes de lo que pudiera hacer Márquez, que sería el encargado de marcar la estrategia a seguir. No había muchas alternativas, porque a falta de tres vueltas se puso a llover de tal manera que no había forma de mantenerse en pista con neumáticos de seco… o eso pensábamos todos. Binder, que rodaba sexto, se mantuvo en pista cuando los demás enfilaron el camino del pit lane para cambiar de moto. ¿Sería capaz de aguantar en esas condiciones durante tres vueltas?

placeholder Binder dio la campanada. (Reuters)
Binder dio la campanada. (Reuters)

Al sudafricano no le tembló el pulso, ni tampoco a los que rodaban muy por detrás que no tenían nada que perder: Espargaró, Nakagami, Rossi, Marini, Lecuona… Fue una apuesta valiente. Con solo tres vueltas por delante, con un largo acceso y una larga salida del pit lane, la ventaja adquirida quizás podría garantizar un buen resultado. A dos vueltas del final, Binder tiene 31 segundos sobre Márquez, el primero con gomas de agua, pero el de Honda se cae en la primera curva, recogiendo Bagnaia su testigo.

El italiano apenas le ganó cinco segundos a Binder en la penúltima vuelta, pero a partir de ese momento las condiciones de la pista alcanzaron tintes dramáticos para aquellos que se mantenían con los neumáticos de seco. Trazaban las curvas prácticamente sin inclinar, girando la moto conduciendo con el neumático trasero, dejando que derrapara controladamente para embocar la moto hacia la trazada, con un riesgo enorme, y aun así, en esas condiciones terribles, ninguno de los que rodaba con 'slicks' se cayó.

placeholder Bagnaia se lanzó a por la victoria. (Reuters)
Bagnaia se lanzó a por la victoria. (Reuters)

Binder aguantó como un titán mientras Bagnaia avanzaba a ritmo endiablado en la última vuelta. En el penúltimo paso, el de Ducati rodaba décimo, a 27 segundos del sudafricano, pero resultaba más difícil adelantar a los pilotos con 'slicks' que manejarse con la lluvia. Poco a poco fue superando pilotos a un ritmo frenético, y a su zaga, también Martín y Mir, mientras que Quartararo progresó sin querer asumir tantos riesgos: Zarco se había caído a mitad de carrera y cualquier resultado que le diera puntos era bueno. El piloto de Yamaha ha sabido capear el temporal con brillantez en una jornada en la que podía haberse complicado mucho la temporada.

Finalmente la valentía de Binder se vio recompensada con un éxito rotundo. Una victoria, la segunda que consigue en MotoGP, obtenida en casa, delante de los directivos de KTM. Fueron menos de diez segundos, pero suficientes. A Bagnaia, una vez más, la victoria se le resiste. Por fortuna para Binder, su margen fue lo suficientemente amplio para librarse de la justicia de los comisarios de la FIM, que siguiendo escrupulosamente el reglamento le impusieron tres segundos de penalización por haber excedido los límites de la pista en la última vuelta.

Curiosa forma de administrar justicia, con un celo implacable, sin considerar la atenuante de correr con neumáticos de seco en una pista completamente encharcada. Pero para otras cosas, en las que la seguridad está en juego, su sentido de la justicia es más laxo. Si la decisión de los comisarios hubiera alterado el resultado de la carrera habría sido una humillación para el deporte. Por suerte, lo que sí hubo en Austria fue justicia divina.

La lluvia ha sido determinante en el desenlace del Gran Premio de Austria. Tras dos fines de semana viviendo bajo la constante amenaza de una tormenta que nunca acababa de llegar, esta ha hecho acto de presencia en la carrera de MotoGP, convirtiéndose en la clave de la carrera en las vueltas finales. Su aparición fue la que definió claramente la prueba, poniendo la chispa a una carrera que aunque se vivió con un elevado nivel de intensidad, estaba resultando poco combativa.

Marc Márquez Austria