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Márquez es una amenaza real
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Márquez es una amenaza real

El órdago tenía que ser a grandes, no valía otra jugada. No cuando tienes que recortar distancias con Rossi y Lorenzo. No cuando luchas por un título que sería épico. La amenaza de Márquez es real

Foto: Marc Márquez celebra su victoria en Indianápolis (Efe).
Marc Márquez celebra su victoria en Indianápolis (Efe).

Marc Márquez y Estados Unidos. Poco más se puede añadir a este dúo que da forma a una pareja perfecta. El de Cervera podría cambiar la bandera de las barras y las estrellas por la roja con el flamante 93 y no sería una osadía ver ondear a esa hormiga llamada Marc. El actual campeón trabajó honrando a su símbolo, desgastó a su rival -Lorenzo, tal y como anticipó a lo largo del fin de semana- y aunque costó más que otras veces, dejó el sello Márquez en Estados Unidos. A falta de tres vueltas, con una actuación completa: pole, vuelta rápida y victoria. El órdago tenía que ser a grandes, no valía otra jugada. No cuando tienes que recortar distancias con pilotos como Rossi y Lorenzo. No cuando pretendes luchar por un título en el que si acaba grabando su nombre será algo más que épico. Márquez y esa remontada con la que muchos se frotan las manos son una amenaza real.

“La carrera ha ido muy bien, pero hemos ido bastante al límite”. En esta ocasión, esa manía tan suya de bailar en el filo no le jugó una mala pasada. Márquez apuró y la jugada le salió perfecta, a estar alturas no se puede permitir errores. Llegó a la carrera con los deberes bien hechos: la pole era suya, la salida sigue siendo cosa de Lorenzo. A pesar de ello, Marc dio una nueva lección de inteligencia y picardía: dejó que su rival se desgastase solo y cuando vio que Jorge se había quedado sin margen para reaccionar, atacó. Sin piedad y doce segundos más rápido que en 2014: “La verdad es que Lorenzo ha mejorado mucho durante la carrera, no pensaba que se rodaría tanto en 1 minuto y 32 segundos. Incluso hacia el final de la carrera hemos hecho un 1:32.6, que es muy rápido. Hemos utilizado la estrategia de atacar al final, cuando quedaban tres vueltas y creo que ha sido la ideal para conseguir la victoria en este circuito”.

Es Estados Unidos tierra fetiche para un Marc Márquez que se mueve como pez en el agua en los trazados norteamericanos. Confesaba el piloto de Repsol Honda que desconocía las razones de su comodidad tanto en Austin como en Indianápolis o en Laguna Seca cuando éste aún figuraba en el calendario del Mundial, pero al mismo tiempo era él quien daba la clave: dirt-track. Esa disciplina que tanto le gusta, la misma que le ha dado más de un disgusto, tiene mucho que ver en el buen hacer de Márquez en los trazados americanos. Éstos tienen una peculiaridad: las vueltas se dibujan en el sentido opuesto a las agujas del reloj, lo que recuerda a los óvalos de los trazados en los que practica dirt-track. Marc ha pasado de la tierra al asfalto porque después de los test y de sus vacaciones en Ibiza, retomó la rutina en su Cervera natal. Tras poner a punto su físico, se subió de nuevo a la moto en L’Albi (Lérida): “De tanto hacer dirt-track parece que se me dan mejor porque son circuitos de izquierdas: me salen mejor las curvas”.

A su debilidad por esta disciplina que tanto le beneficia en Estados Unidos, hay que añadir las características de Indianápolis: “Tanto en Austin como aquí el asfalto no tiene mucho agarre y en esas condiciones me suelo encontrar bastante bien”. A esto hay que añadir que se trata de un trazado bastante plano, sin apenas subidas y bajadas, con rápidos y veloces cambios de dirección y poco agarre en las curvas. Es decir, la pista favorece el estilo de pilotaje de Márquez en el que derrapar con la Honda es una constante… aunque la RC213V siga siendo una máquina, por momentos, demasiado desbocada y todavía no haya terminado de pulir sus defectos en la frenada. A pesar de estos detalles, Honda ejerce un abrumador dominio en Indianápolis: primero de la mano de Stoner y ahora con Pedrosa y Márquez, autor de la victoria número 700. No en vano, desde 2010 la victoria ha llevado el sello del ala dorada y el último piloto que se subió a lo más alto del podio sin manejar una Honda fue Jorge Lorenzo.

Dos podios y dos triunfos; este era el balance de Marc Márquez tras la primera parte del Mundial. Cifras inusuales en el campeón y que arrojaban un dato escalofriante: eran sus peores resultados desde 2009. Era necesario un golpe sobre la mesa que dinamitase la categoría reina y le erigiese como una amenaza firme y real. La posibilidad de protagonizar una remontada para la que no habría adjetivos cobra fuerza con cada nueva victoria. Márquez sabe que no es fácil, pero a su favor está que nada tiene que perder. Y no sólo eso: el de Cervera se ha sacudido la presión, ha controlado esa impaciencia que no le impide aprender a ser segundo cuando el viento no sopla a favor, ha conseguido mejorar la moto -sin llegar al punto de comunión que tuvo en 2014- y, sobre todo, vuelve a disfrutar pilotando. Nadie le dio por muerto y Rossi -algo más intranquilo que en la primera parte tras ver cómo el de Cervera se ha situado a 57 puntos de distancia- se marchó de vacaciones poniendo el acento en su pupilo, pero lo cierto es que muchos le vieron fuera de la pelea. Nada más lejos de la realidad. Márquez ha incrementado la emoción del Mundial y promete adrenalina, la misma que corre por sus venas.

No son los únicos actores que figuran en el reparto de esta trepidante obra de teatro. Sin opciones de levantar el título a causa de los problemas físicos que tuvo que resolver pasando por el quirófano, Dani Pedrosa se antoja como la perfecta pareja de baile para su compañero de box. Descartaba Márquez las órdenes de equipo… por el momento. El escenario dibujado en Honda no invita a ello porque la remontada sigue siendo una compleja posibilidad, pero lo cierto es que Pedrosa puede ser una china en el zapato de Yamaha. El catalán ya ha dejado claro que él va a seguir buscando la victoria con ahínco y en ese proceso, su papel resulta clave para molestar a Rossi y Lorenzo y beneficiar a Márquez: mientras él recorta puntos a sus principales rivales, bienvenidos sean los que Pedrosa pueda arrebatarles. Todo vale.

Marc Márquez y Estados Unidos. Poco más se puede añadir a este dúo que da forma a una pareja perfecta. El de Cervera podría cambiar la bandera de las barras y las estrellas por la roja con el flamante 93 y no sería una osadía ver ondear a esa hormiga llamada Marc. El actual campeón trabajó honrando a su símbolo, desgastó a su rival -Lorenzo, tal y como anticipó a lo largo del fin de semana- y aunque costó más que otras veces, dejó el sello Márquez en Estados Unidos. A falta de tres vueltas, con una actuación completa: pole, vuelta rápida y victoria. El órdago tenía que ser a grandes, no valía otra jugada. No cuando tienes que recortar distancias con pilotos como Rossi y Lorenzo. No cuando pretendes luchar por un título en el que si acaba grabando su nombre será algo más que épico. Márquez y esa remontada con la que muchos se frotan las manos son una amenaza real.

Marc Márquez Valentino Rossi
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