Lágrimas de campeona: Adriana Cerezo consigue la primera plata española en Tokio
A falta de cinco segundos, una patada de la tailandesa Wongpattanakit priva a la madrileña de 17 años de la medalla de oro. Es el primer metal de España en los Juegos Olímpicos
Con ganas de devorar los pronósticos. Así se presentó Adriana Cerezo Iglesias en su primera final olímpica de toda su carrera. Delante se encontraba la tailandesa Panipak Wongpattanakit, de 23 años, número 1 del ránking mundial, vigente campeona del mundo. En un ajustadísimo combate, que se decidió a falta de cinco segundos, la española se conforma con la medalla de plata en la categoría de -49kg de taekwondo tras perder por 11-10. Las lágrimas de Adriana dolieron a un público español que se había aferrado al sueño olímpico de esta madrileña de 17 años, pero que no olvida el inmenso regalo: el primer metal de España en estos Juegos Olímpicos de Tokio.
ADRIANA CEREZO IGLESIAS, PLATA OLÍMPICA. 🥈
— Comité Olímpico Español (@COE_es) July 24, 2021
17 AÑOS.
Qué forma de luchar.
Qué forma de hacernos disfrutar.
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Pegó primero la española con una patada al peto que le sirvió para ponerse dos puntos arriba. Contestaría pronto Panipak, igualando el combate. Máxima tensión en el primer asalto, que acabaría con ventaja para Adriana gracias a otra patada para poner el 2-4 en el marcador. La igualdad era total y así se vio en la segunda tanda. Con cinco centímetros más de altura, la tailandesa trataba de guardar la distancia, buscando la cabeza de su rival en todo momento. Aguantó la defensa española dos arrebatos, pero acabó por conectar el tercer intento Wongpattanakit para ponerse por delante 9-6.
Regresó del descanso con ganas de remontada Adriana, logrando sumar dos puntos con una patada al peto de la tailandesa, aunque la número 1 buscaba castigar la cabeza en todo momento. Parcial de 4-0 para ella, rozando con la yema de los dedos la medalla de oro. Pero hubo un intercambio de patadas y, por escasos centímetros, fue la de Panipak la que sí entró y la que supuso el 11-10 final. Lo intentó a la desesperada en el último segundo Cerezo, pero no hubo tiempo para más. Aún con lágrimas en los ojos, fruto de un oro que se pierde más que de una plata que se gana, la española se comportó con deportividad felicitando a su rival.
La tenacidad de Adriana Cerezo se demostró cuando habló con sus padres tras acceder a la final. No había casi tiempo para la celebración, solo un aviso: esto no ha acabado. Entre ceja y ceja, marcado a fuego, estaba el objetivo que la madrileña se marcó desde que se confirmó su billete a Japón, ganar el metal de oro con 17 años. No pudo ser. Una patada conectada por un dedo a falta de cinco segundos para el final del partido terminó por significar la medalla de plata. Esto es solo el comienzo.
El camino más largo
Aunque no se puede evitar señalar a Cerezo como una gran sorpresa para la delegación española en estos Juegos -el honor de ser la primera medalla del país en Tokio nadie se lo arrebata-, la taekwondista llegaba a Japón con aires de metal. Ya se había proclamado este año campeona de Europa de la categoría -49 kg en Sofía (Bulgaria), donde se consagró como algo más que una promesa. Es cierto que su ránking no era de la élite de la competición y, para hacer el proceso todavía más complicado, el sorteo enseñó un camino repleto de obstáculos. Pero nada podía pararla.
Tijana Bogdanovic fue su rival en los octavos de final. Número dos del mundo. Firme candidata a medalla. Taekwondista experimentada que vio como esa niña de sonrisa permanente apretaba los labios en cuánto entraba al tatami. Ya se conocían de antes, Adriana la había eliminado en semifinales del Europeo por 6-3, en un combate técnico. Esta vez fue más vistoso, pero con resultado similar. 12-4 y todas las miradas puestas en esa chica de 17 años.
Llegaron los cuartos de final y enfrente había una leyenda de la disciplina, Wu Jingyu, quien dobla en edad a Adriana. La atleta china logró dos oros olímpicos consecutivos tanto en Pekín 2008 como en Londres 2012. En dicha final, Jingyu condenó a la plata a Brigitte Yagüe. Cerezo, quien ve a la histórica deportista española como un auténtico referente para su carrera, se vengó de la mejor manera posible, con una paliza imborrable. 32-2 en el segundo asalto que, por la diferencia de puntos, provocó que ni siquiera se disputase el tercer tramo. La taekwondista china, con suma deportividad, solo alcanzaba a asentir a los árbitros cada vez que la española conectaba certeras patadas a su cabeza, consciente de que el futuro había llegado.
Yildirim era el último obstáculo entre Adriana y la medalla asegurada. Se sufrió más que en anteriores combates, en un combate agresivo por parte de ambas mujeres. La turca optó por acortar las distancias lo máximo posible, peleando cada golpe en el pecho aunque sea sumando de un punto en un punto. Dos asaltos después, su cansancio era evidente. Con evidente superioridad de fondo físico, Cerezo sacó distancia en la tercera manga para cerrar el marcador en 39-19.
Con ganas de devorar los pronósticos. Así se presentó Adriana Cerezo Iglesias en su primera final olímpica de toda su carrera. Delante se encontraba la tailandesa Panipak Wongpattanakit, de 23 años, número 1 del ránking mundial, vigente campeona del mundo. En un ajustadísimo combate, que se decidió a falta de cinco segundos, la española se conforma con la medalla de plata en la categoría de -49kg de taekwondo tras perder por 11-10. Las lágrimas de Adriana dolieron a un público español que se había aferrado al sueño olímpico de esta madrileña de 17 años, pero que no olvida el inmenso regalo: el primer metal de España en estos Juegos Olímpicos de Tokio.
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