Imanol el Grande: lo mismo deja en evidencia al VAR que da un zasca a la soberbia culé

"También soy aficionado, un forofo", confesó Imanol Alguacil (Orio, 1971) la víspera de la final de Copa en la que su Real Sociedad derrotó al Athletic de Bilbao (1-0). El técnico txuri urdin, que acumula ya 207 partidos al frente del primer equipo, a los que hay que sumar otros 148 en el segundo, tenía la ilusión de revalidar esta temporada el título copero, pero no podrá ser. En un partido condicionado por la expulsión de Brais Méndez cinco minutos antes del descanso, el conjunto donostiarra cayó ante el FC Barcelona. "Hemos llegado muy justos, con muchas bajas, pero no hay excusas y me voy fastidiado por haber perdido y ser eliminado", comentó el oriotarra.

Su Real, tercera en la Liga, visita este domingo el Santiago Bernabéu, donde precisamente derrotó al Real Madrid (3-4) en los cuartos de final de la Copa que acabó levantando en Sevilla. El problema es que, a diferencia de los blancos, que vienen de firmar una nueva gesta ante el Atlético de Madrid, Imanol lo hace con la resaca de lo sucedido en el Camp Nou, un estadio maldito. "Estamos fastidiados, porque queríamos pasar. Si ya en este campo, ante semejante rival, es complicado, imagínate con uno menos", comentó el técnico blanquiazul, para añadir que "en los últimos minutos les pusimos nerviosos, porque se vieron más cerca del 1-1 que del 2-0".

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Sin perder la compostura ni su habitual respeto hacia la labor de los árbitros, Imanol no pudo explicar mejor en lo que se ha convertido el VAR, utilizado de forma cuanto menos aleatoria. Es decir, que mientras en unos casos, como el citado de Brais, se recurre a él, en otras, como el de Dembelé ante el Getafe, no. "Yo soy árbitro y, si me llaman del VAR y veo la imagen, le expulso, porque es clara", dijo el técnico de la Real, para a continuación puntualizar: "Pero, si no existiera el VAR, Xavi y yo pensaríamos que es una jugada más, sobre todo ahora que el Barça juega con tanta agresividad, de hecho Diego Rico tiene la tibia abierta por un taco...".

Sobra decir que Alguacil es un entrenador atípico, y no solo porque siente los colores del equipo al que dirige como un hincha más, sino porque es difícil imaginarle en otro club que no sea la Real. Tras su última renovación, hasta 2025, confesó que ni siquiera vio lo que había firmado, pues el día anterior llegó a casa de madrugada de Talavera de la Reina, donde jugó contra el Cazalegas. Por su parte, su presidente, Jokin Aperribay, reconoció que le dejó elegir los años por los que quería firmar, de ahí que fuera el propio Imanol quien decidiera que fueran dos, tras no haber atendido siquiera las otras propuestas que podía haber recibido.

La única cláusula la tiene con su mujer

Por supuesto, en el contrato del técnico oriotarra no hay ninguna cláusula de rescisión. "La única cláusula que he tenido que pelear ha sido la de mi mujer", desveló Imanol para dejar claro que su caso no es lo que se estila en el mundo del fútbol. "Me ha dicho que los días que no tengamos entrenamiento, que aparezca a comer a casa, por lo menos las semanas que tengamos partido entre semana, y le he dicho que solo si ganamos el partido", explicó en un tono que podía parecer de broma, aunque seguro que hablaba en serio.

Más allá de la gran labor como entrenador que está desempeñando al frente de la Real, nadie duda de que Alguacil se ha convertido en el mejor ejemplo para los jugadores de Zubieta, así como todo un referente para quienes llegan de fuera, pues en la mayoría de los casos les ha ayudado a ser mejores. Sabido es que sin un sentido de pertenencia bien arraigado, a los colectivos humanos les cuesta mucho más funcionar de manera conjunta y coordinada. En el caso del fútbol, a los jugadores identificarse con el equipo en el que militan les da un plus, no solo a la hora de rendir, sino también a la de plantearse no marcharse.

Cuando después del partido del Camp Nou un periodista catalán le preguntó a Imanol por Zubimendi y si ve al centrocampista donostiarra "capacitado para jugar en un grande de los grandes como es el Barça", el técnico, tras escucharle atentamente mientras esbozaba una irónica sonrisa, le contestó: "Perdóname, pero, con todos los respetos, para mí la Real Sociedad es el equipo más grande". Como era de esperar, esta respuesta no solo volvió a enorgullecer a los realistas, quienes muy bien podrían empezar a llamar a su entrenador Imanol el Grande, sino que también encantó a los aficionados del resto de clubes de LaLiga, cansados de que parezca que el fútbol español se reduce a Barça y Madrid.

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Estos dos equipos son a los que la Real se ha propuesto hacer sombra, aunque no será fácil que se lo permitan y no hay que ser muy listo para imaginar quién. Tras caer en Copa en el Camp Nou, este domingo los donostiarras visitan el Bernabéu con la intención de mantenerse en el tercer puesto de LaLiga. "No llegamos como a mí me gustaría", dijo Imanol, para explicar que "tenemos muchas bajas y el reparto de minutos ha sido mínimo últimamente, así que también nos falta energía. Pero no hay excusas. Si queremos tener opciones de ganar, debemos ser valientes y agresivos". Así es la Real y así es su entrenador, Imanol el Grande, a quien lo cortés no le quita lo valiente.