El Barça se reencuentra con sus fantasmas en un desangelado Camp Nou (1-1)

El FC Barcelona volvió a pinchar en hueso en el debut de Sergi Barjuan como nuevo entrenador del primer equipo. Con las dudas sobre la llegada de Xavi Hernández flotando en el ambiente de un desangelado Camp Nou, el conjunto azulgrana realizó 20 minutos de buen fútbol donde combinaron con velocidad y ganas antes de pulular por el campo. Entonces aparecieron los mismos fantasmas de siempre donde su juego se vuelve plomizo, aburrido, previsible y fácil defender. La primera parte acabó en tablas y con un público desesperado.

La segunda, sin embargo, empezó con la explosión de esperanza que desató el golazo de Memphis Depay. Después de mucho tiempo sin noticias de quien debería ser uno de los principales pilares del Barça post-Messi, el neerlandés se sacó de la manga un golpeo endiablado para quitar las telarañas de la portería y poner al club catalán por delante. Pero la alegría en casa del pobre dura poco y así se lo hizo saber Luis Rioja. El extremo del Deportivo Alavés recogió la pelota en la banda izquierda, corrió como una exhalación hacia el área, dejó atrás a toda la defensa del Barça, combinó con Joselu frente a un endeble Gerard Piqué y sorteó a Marc-André ter Stegen para anotar el gol de la jornada.

A los pocos minutos, Memphis Depay tuvo en sus botas la oportunidad de colocar el 2-1 con una doble oportunidad tras combinar con Gavi y Nico González -los mejores en el equipo local-, pero falló y el Barça lo pagó muy caro. En los minutos finales, el Barça trató de ganar el partido con más corazón que cabeza, se partió y el Alavés se estiró al contragolpe. Primero Eric García evitó una ocasión cantada de Joselu y luego ter Stegen salvó el cabezazo de Víctor Laguardia en el tiempo de descuento. El equipo de Sergi Barjuan fue una continuación del de Ronald Koeman.

Lo peor | No hay más cera de la que arde

Al Barça le duró 20 minutos el cambio de entrenador. La reconciliación con su juego de toque, amplitud por fuera por parte de los extremos (Memphis Depay y Sergiño Dest), la presión pospérdida arriba, la circulación rápida y alguna que otra sorpresa de los interiores (Nico González) se acabó diluyendo a medida que avanzó el encuentro. Luego el conjunto azulgrana volvió a caer en una circulación de balón plana y repetitiva, la falta de gol, desequilibrio y magia en el último tercio del campo y la previsibilidad como opción principal en ataque.

No ayudó que saliese el Kun Agüero, quizás el futbolista con más gol del equipo titular que presentó Sergi Barjuan contra el club vitoriano. El gol de Memphis Depay después de una floja primera parte amortigua el bajón que ha sufrido el neerlandés desde el inicio de temporada, pero viene siendo habitual que ningún futbolista azulgrana se salga del molde.

Lo mejor | El Alavés aprovecha la fragilidad defensiva

El equipo de Javi Calleja rascó un empate que pudo haber sido un botín mayor en caso de haber sido más atrevido en ataque. Supo defender bien y agobió a un Barça sin ideas ni mecanismos colectivos para superar a defensas cerradas. Al Alavés le quemaba la pelota en los pies y por eso depositó todas sus opciones de gol en el balón parado, el contragolpe con Luis Rioja y Joselu y las segundas jugadas. La reacción al gol de Memphis Depay fue buenísima y rápida, puesto que ambos trenzaron una gran jugada que Rioja coronó con uno de los mejores goles en lo que llevamos de temporada.

El Barça sangra cada vez que le llegan y los rivales lo saben. Ni ter Stegen es el portero que disputó el trono a Thibaut Courtois y Jan Oblak ni Gerard Piqué ni Eric García están siendo sinónimo de contundentes. El portero alemán hace aguas en cada disparo que le lanzan y el conjunto azulgrana se ha visto despojado de un elemento que antes le hacía aguantar el alambre y sumar puntos.

Lo normal | Piqué está muy mal

El capitán del Barça ya tiene 34 años y eso se nota en su juego. Sin embargo, quien debería cubrir con veteranía, experiencia y colocación la pérdida de velocidad y explosividad se convirtió en un lastre defensivo ante el Deportivo Alavés. Como en la noche vivida en el Wanda Metropolitano o en Vallecas, donde Radamel Falcao le ganó una carrera al espacio y le bailó en el corazón del área, volvió a estar muy blando en el golazo de Luis Rioja y el conjunto azulgrana perdió la ventaja que le había brindado Memphis Depay en el 1-0. Para colmo, terminó lesionado y Sergi Barjuan introdujo a Clement Lenglet en su lugar.

Lo malo | El Camp Nou presenta un aspecto lamentable

Tan solo 37.278 espectadores vivieron el partido contra el Alavés en un Camp Nou semivacío donde se podían escuchar a la perfección las indicaciones de los entrenadores, las conversaciones entre los jugadores y el runrún de una afición que mira con escepticismo el futuro del equipo a la espera de que desembarque Xavi Hernández. Este equipo no engancha y la coyuntura deportiva e institucional del club es dramática. La tesorería del club necesita que vuelvan los turistas para acelerar su recuperación económica, pero el espectáculo no está a la altura y ni siquiera van los abonados con derecho a asiento.

La junta directiva de Joan Laporta se ha esforzado por arreglar los problemas estructurales que presentaba el estadio para garantizar la seguridad de los que acuden a ver los encuentros, pero aún queda mucho por hacer. Los propios aficionados se quejaron de que hay algunos asientos rotos, con tornillos salidos y con el suelo pegajoso. Necesita una renovación cuanto antes.

Lo bueno | Gavi y Nico González tiran del carro

Son los que a menos se les debería exigir, pero también los que se echaron el equipo en la espalda. Ambos canteranos, de 17 años y 19 años respectivamente, fueron los más activos de la noche. Gavi llevó el timón del equipo, dejó pases filtrados de una calidad enorme que ni Jordi Alba ni Memphis Depay aprovecharon y demostró el porqué a pesar de ser tan joven está sumando tantos minutos en la élite.

El Barça puede estar en la ruina deportiva, pero tiene activos de un valor muy alto a los que debe conservar y darles su sitio para volver a lo más alto. Un caso parecido es el de Nico González. Reunirá menos focos que Gavi, pero el hijo de Fran González posee unos atributos fantásticos para asentarse como centrocampista en el Barça. A pesar de medir 1,88 metros, gira, piensa, llega de segunda línea y juega a una velocidad muy alta. Se ganó el respeto del Camp Nou y, como en Vallecas, fue de lo mejorcito de los azulgranas.