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Luis Enrique no encuentra la identidad para un Barça cada vez más despersonalizado
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HA USADO ONCE DEFENSAS DIFERENTES

Luis Enrique no encuentra la identidad para un Barça cada vez más despersonalizado

El Barça ha abrazado la bandera de lo imprevisible. Luis Enrique ha usado 11 defensas distintas y 7 centros del campo diferentes que dejan sin personalidad al equipo

Foto: Luis Suárez gesticula durante el partido en Almería (AP).
Luis Suárez gesticula durante el partido en Almería (AP).

Con las aguas revueltas en torno al Camp Nou, el Barcelona necesitaba una victoria que relajase el ambiente. El objetivo final lo consiguió frente al Almería, pero el problema es que el apático triunfo cosechado en los Juegos del Mediterráneo es una solución momentánea. Después de caer ante Real Madrid y Celta de Vigo, los tres puntos sumados en el Sur de España no saben tan bien como deberían. Este Barcelona no convence y está lejos del brillante equipo que, no hace mucho, acaparaba un sinfín de elogios. El conjunto azulgrana está cada vez más cerca de la normalidad que de la excelencia que se espera de un plantel como el que Luis Enrique tiene a sus órdenes. Y es que el técnico asturiano no consigue dotar de identidad a un Barcelona que parece haber perdido la identidad.

Hasta su visita al Santiago Bernabéu, los resultados acompañaron al conjunto azulgrana (a excepción del empate en La Rosaleda y la derrota en París) disimulando un problema latente que se ha hecho evidente en los últimos cuatro partidos. La esencia que se percibe es que algo le pasa a este Barcelona que no termina de encontrar una base sobre la que edificar al equipo. Tras una temporada para olvidar de la mano del Tata Martino, la directiva azulgrana apostó por alguien de la casa: Luis Enrique. Bien es cierto que no es ni catalán ni holandés, pero lo que no se puede negar es que el actual entrenador culé conoce bien tanto al equipo, como al particular entorno que rodea al Barcelona sin olvidar los valores representados en el escudo azulgrana. En un principio, se trataba de una apuesta segura que trajo una oleada de optimismo y confianza… hasta que las dudas llegaron de la mano de los malos resultados.

Desde que cogió las riendas del banquillo azulgrana, Luis Enrique ha abrazado la bandera de la imprevisibilidad y cuatro meses después no ha logrado dotar de personalidad a este Barcelona. Las rotaciones y los cambios se antojan lógicos cuando se trata de encontrar una base sobre la que trabajar, pero lo cierto es que el período de pruebas empieza a ser demasiado largo… y los resultados no llegan. Hasta el momento, Luis Enrique ha utilizado once defensas diferentes y ha colocado siete tríos distintos en el centro del campo. La consecuencia más evidente es un Barcelona que se asoma al abismo sin organización alguna y que, en ocasiones, se queda paralizado, incapaz de hilar un pase con otro olvidando la que un día fue la seña de identidad de la casa azulgrana.

La magia desaparece del centro del campo

Con el paso de los partidos, el Barcelona evidencia que primero perdió el entusiasmo primero y el fútbol después. Real Madrid, Celta, Ajax y Almería han sido sus últimos rivales y la teoría apunta a que el conjunto madridista era el único capaz de tratar de tú a tú al equipo culé. Se daba por hecho que el Barcelona era superior a los demás, pero, por momentos, el equipo grande era el que estaba en frente. El conjunto azulgrana se muestra negado con el pase y sufre a la hora de crear en el centro del campo, donde antes nacía la magia. La frescura y el brillo en el juego han dejado paso a un fútbol previsible e, incluso, ramplón que permite que cualquier rival tutee a todo un Barcelona. Y es que las voces más críticas ya hablan del peor equipo de los últimos años.

Con la identidad y la personalidad perdidas, al Barcelona se le acaban los ases en la manga y es entonces cuando se ven obligados a arriesgar. Ésta pasa por fiar todo a las individualidades del equipo, algo que el conjunto azulgrana se puede permitir teniendo en cuenta los jugadores que forman parte de su plantilla: Messi, Neymar, Luis Suárez, Iniesta, Xavi, Jordi Alba, Pedro, Rakitic, Dani Alves, Busquets… Nombres que pueden estar atravesando diferentes estados de forma, pero la calidad no desaparece de un día para otro y entre ellos se pueden contabilizar internacionales o campeones de Europa y del mundo. El problema es que las individualidades son una apuesta de riesgo y altura, un arma de doble filo que se puede volver en contra del Barcelona.

Luis Suárez, la mejor noticia de este Barcelona

Es de justicia reconocer que dentro de la apatía general del equipo, hay un jugador que destaca por encima del resto y éste es Luis Suárez. A pesar de que el uruguayo lleva cuatro partidos (contando el del Ajax) sin ver portería, es el toque de color en este gris Barcelona. El máximo goleador de la temporada pasada en la Premier, también lo fue en asistencias y de ello se beneficiaron, por ejemplo, Neymar y Jordi Alba en Almería. Su hambre voraz, su actitud combativa y sus ganas desmedidas fueron capaces de forjar una remontada… desde el banquillo. En la enésima revolución de Luis Enrique, Luis Suárez comenzó viendo el partido desde el banquillo para después desatascar a su equipo en los últimos 45 minutos. El uruguayo fue clave para poder disfrutar de su primera victoria en Liga aunque la impresión es que no se le está sacando todo el jugo que tiene. Algo extensible a este actual Barcelona.

Con las aguas revueltas en torno al Camp Nou, el Barcelona necesitaba una victoria que relajase el ambiente. El objetivo final lo consiguió frente al Almería, pero el problema es que el apático triunfo cosechado en los Juegos del Mediterráneo es una solución momentánea. Después de caer ante Real Madrid y Celta de Vigo, los tres puntos sumados en el Sur de España no saben tan bien como deberían. Este Barcelona no convence y está lejos del brillante equipo que, no hace mucho, acaparaba un sinfín de elogios. El conjunto azulgrana está cada vez más cerca de la normalidad que de la excelencia que se espera de un plantel como el que Luis Enrique tiene a sus órdenes. Y es que el técnico asturiano no consigue dotar de identidad a un Barcelona que parece haber perdido la identidad.

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