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Tras el adiós de Lendoiro, se terminan los 'dinosaurios' que destrozaron el fútbol
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LOS PRESIDENTES DE LOS NOVENTA MARCARON LAS NORMAS Y LEYES

Tras el adiós de Lendoiro, se terminan los 'dinosaurios' que destrozaron el fútbol

Lendoiro ha decidido poner fin a una época en la que los presidentes de los equipos de fútbol en España eran algo más que simples jefes y marcaban estilo

Foto: Augusto César Lendoiro, el último 'dinosaurio' en abandonar la presidencia del fútbol español.
Augusto César Lendoiro, el último 'dinosaurio' en abandonar la presidencia del fútbol español.

Lendoiro cierra el círculo. El todavía dirigente del Deportivo de la Coruña ha decidido poner fin a una época en la que los presidentes de los equipos de fútbol en España eran algo más que simples jefes, marcaban estilo, se convertían en personajes relevantes socialmente y, lo peor de todo, es que en ocasiones no reparaban en gastos, tal y como el tiempo ha demostrado en equipos como Valencia, Deportivo, Atlético, Sevilla e incluso en los dos grandes como Barcelona y Real Madrid.

Lendoiro anunció en la mañana de nochebuena que renunciaba a seguir al frente de un club al que ha llevado a la ruina económica, pero al que también le hizo tocar la cima, ganando una Liga, perdiendo otra en el último minutos y acariciando la gloria europea. El precio poco importó. Lo marcaba la estirpe, eso de ser presidente. Valía más un paseo por el centro de la ciudad entre aplausos y elogios, que una gestión ajustada a la realidad. Máxima que aplicaron los Pedro Cortés o Francisco Roig en el Valencia; Jesús Gil en el Atlético; Lopera en el Betis; Horacio Gómez en el Celta; Javier Pérez en ese Tenerife que vivía en Europa; Luis Cuervas en el Sevilla, perfectamente secundado por Del Nido; Ramón Mendoza en el Real Madrid o José Lluis Núñez en el Barcelona.

El auge de estos presidentes de comida y puro llegó en la década de los noventa. En muchas ocasiones, su marcada personalidad les llevaba a estar por encima de jugadores y técnicos. Mendoza y Núñez marcaron época con su particular manera de dirigir. El primero era el encargado de fichar, de hacer las gestiones, de viajar a Brasil a por Cafú y regresar con Vitor. Tenían personalidad y eso callaba a las masas.

Núñez fue el artífice de grandes fichajes como Maradona, Ronaldo, Romario o Schuster y de su salida sin más del club azulgrana. Uno y otro buscaban el título por encima de todo. Al madridista -fue relevado por Lorenzo Sanz- le salvó la antigua Ciudad Deportiva de la mano de Florentino Pérez y ese maná en forma de millones que llegaron a las arcas blancas.

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Los de la clase media vivieron sus años de gloria

Lendoiro y sus compañeros en el sillón presidencial del Valencia fueron los que tocaron la gloria. Uno ganando la Liga y dos Copas, y los otros dos Ligas y alcanzando dos finales de Champions. El deportivista y los valencianistas solo tenían el objetivo de no ceder ante el imperio dominante del fútbol español. Lendoiro se parapetaba en sus negociaciones de madrugada en el Playa Club, y los Cortés y Roig en su negativa a vender pese a que eso significara multiplicar por tres o cuatro los salarios de sus jugadores.

Esa táctica de ser más fuerte que el poderosollevóa Deportivo y Valencia a vivir momentos de gloria, a codearse con la élite. A ver jugadores cómo Bebeto, Mauro Silva, Cañizares o Romario en esos equipos, en ese intento de no ser menos que nadie. ¿El precio? Nunca importó. El negocio del fútbol en esos años, década de los noventa y primera del siglo XXI, no tenía una vara de medir. Sólo importaba el resultado. La consecuencia no ha sido otra que la de un club en venta y en ruina, con un estadio a medio hacer, y el otro buscando un concurso de acreedores un año después de entrar en dicho proceso.

El fallecido Jesús Gil fue el que acaparó mayor protagonismo. Su especial manera de entender la vida le llevó a pegar a un presidente como Caneda en la puerta de la Liga de Fútbol Profesional o a pasear por coche de caballos por Madrid celebrando la última Liga rojiblanca. Se dejó la economía del club con un carrusel de fichajes sin sentido y un continuo cambio de entrenadores. Ahora, su hijo Miguel Ángel y Enrique Cerezo intentan enderezar la economía con el equipo en todo lo alto.

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Con el adiós de Lendoiro y el reciente de Del Nido, se termina esa raza de dirigentes que se convertían en protagonistas con su 'todo vale'. Tenían las ideas claras y llegaron a ser admirados por sus fieles seguidores, pero la realidad dice que llevaron a la ruina a equipos grandes, medianos y pequeños. Y todo por no ser menos que el vecino o el eterno rival. Valía todo, desde fumar puros en el palco a engañar al alcalde de Madrid, tal y como confesó Ramón Mendoza en una asamblea de la entidad madridista.

Lendoiro cierra el círculo. El todavía dirigente del Deportivo de la Coruña ha decidido poner fin a una época en la que los presidentes de los equipos de fútbol en España eran algo más que simples jefes, marcaban estilo, se convertían en personajes relevantes socialmente y, lo peor de todo, es que en ocasiones no reparaban en gastos, tal y como el tiempo ha demostrado en equipos como Valencia, Deportivo, Atlético, Sevilla e incluso en los dos grandes como Barcelona y Real Madrid.

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