El Atlético de Madrid se vuelve a hundir

Se masca la tragedia en el Manzanares. El Atlético de Madrid vuelve a las andadas, empeñado en demostrar que los éxitos de la temporada pasada fueron simplemente un dulce paréntesis. La derrota de este domingo ante el Athletic de Bilbao lo coloca a cinco puntos de los puestos europeos, después de haber realizado una indigna defensa de su título en la Europa League, y haber caído ante el Real Madrid en Copa sin apenas hacerle cosquillas al eterno rival.

Así es el panorama real, y la afición ha vuelto a hartarse. Conoce a la perfección los mecanismos que llevan a esta nueva deriva a un club que, como siempre históricamente, posee el tercer presupuesto más alto de España. Ayer, viendo como su proyecto se hundía en el Manzanares, los hinchas no miraban al banquillo pidiendo la cabeza de Quique Sánchez Flores, sino que las iras de la grada iban contra el palco, donde se sientan los dueños de este Atlético que parece haber comenzado otra etapa autodestructiva.

Se oyeron cánticos, y ya son muchas las ocasiones, pidiendo a la familia Gil y a Enrique Cerezo que se vayan del club que gobiernan, al menos en el apartado empresarial que no en el sentimental. Se señala a la dirección deportiva, incapaz de darle estabilidad a un proyecto que da bandazos incomprensibles. Valgan los ejemplos de la salida de algunos de los pocos jugadores que estaban asentados, léase Jurado o Simao, para traerse promesas extranjeras aún por confirmar o que rara vez llegan a cuajar. Y a lo lejos, y sin hacer demasiado ruido, la afición comienza a vislumbrar una posible venta de sus mejores jugadores, en un proceso que sería muy similar al que acabó con Fernando Torres en el Liverpool en 2007.

Quieren más Agüeros y De Geas

Sólo le queda la Liga esta temporada. Miguel Ángel Gil Marín trataba la semana pasada de arengar a sus jugadores pidiéndoles entrar entre los cuatro primeros para acceder a la Liga de Campeones. Tras el palo ante su club matriz, el sábado acudirá al Camp Nou, donde ha sido capaz de ganar con facilidad en sus peores momentos pero también de salir goleado cuando ha acudido lleno de esperanzas. Y después recibe al Valencia. Es decir, al proyecto de este año pueden quedarle dos semanas de vida.

Otra vez el club madrileño tiene muy mala pinta. En el Calderón se oían el domingo comentarios habituales no hace demasiado tiempo, pero que parecían haberse erradicado tras quitar las telarañas a Neptuno la primavera pasada. Son frases que se escuchan al compañero de fila, mientras se bajan las escaleras o mientras se hace cola en el baño, y donde se mezclan la resignación, la amargura y la nostalgia. De la plantilla actual, la mayoría sólo se reconoce en el Kun Agüero y en David de Gea, y les gustaría contar con 22 como ellos para ser un equipo competitivo en todos los campos.

Ese es el estado actual, y tan familiar, de la masa social de un club que no termina de volver a la grandeza. Las calles aledañas al estadio rojiblanco estaban ya embotelladas cuando todavía quedaba un cuarto de hora para el final del partido ante el Athletic, y los colchoneros saben que eso nunca es un buen síntoma. Al menos, los mandatarios rojiblancos tuvieron la suerte de que la pitada no fuera tan sonada. Ya sólo quedaban en las mojadas gradas aquellos que aún tenían ganas de quejarse. "Y encima la rojiblanca cumplía hoy cien años...", se escuchó decir a un atlético enfilando cabizbajo el Paseo de los Melancólicos.

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