El 'Del Bosque croata': de reparar televisores a pacificar a su selección
Licenciado en educación física, una grave lesión le obligó a colgar las botas en 1983, lo que precipitó de forma casi natural su trasvase al otro lado de la línea de banda
Su elección dejó perplejos a la mayoría de periodistas que acudieron, en septiembre del pasado año, a la sede de la Federación Croata para conocer el nombre del hombre elegido por Davor Suker para suplir al frente del equipo nacional a Niko Kovac tras los tropiezos ante Azerbaiyán y Noruega, que colocaron a los ajedrezados al borde de la repesca.
La desconfianza hacia Ante Cacic (Zagreb, 1953) tenía cierto sentido: su experiencia al más alto nivel se limitaba a un año al mando del Dinamo Zagreb (logró el doblete en 2012) y a un semestre con el Maribor esloveno. Su cuarto de siglo como profesional de los banquillos se había desarrollado en su mayor parte en los escalafones inferiores del balompié croata, excepción hecha de un breve ‘raid’ en Libia, a donde llegó de la mano de Ilija Lonkarevic para guiar los pasos del equipo juvenil, con el que llegó a ganar la medalla de bronce en los Juegos del Mediterráneo de Almería 2005.
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Pero el hombre tranquilo que el pasado viernes abandonó su habitual parsimonia para tildar a los agitadores del Hajduk que reventaron el choque frente a Chequia de “terroristas deportivos”, demostró en un par de meses que las horas de vuelo acumuladas en sus 19 experiencias previas con clubes de toda suerte y condición eran aval más que suficiente para enderezar la marcha de un combinado en el que el fuerte carácter de su antecesor y su tendencia a quitar el protagonismo a sus vedettes había quebrado la armonía del vestuario. Cacic sacó a relucir sus dotes de psicólogo y Croacia volvió por sus fueros, sellando con sendos triunfos sobre Malta y Bulgaria su pasaporte directo a Francia 2016.
Defensor a ultranza del futbolista y enemigo de los dirigentes que tratan de meter las narices en el vestuario (motivo por el cual fue despedido de varios clubes), la fama y el prestigio que ha cultivado el seleccionador croata en estos nueve meses que lleva al mando de los balcánicos dista mucho de sus inicios en una labor que ya le apasionaba cuando jugaba al fútbol, siempre en equipos aficionados.
Licenciado en educación física, una grave lesión le obligó a colgar las botas prematuramente en 1983, lo que precipitó de forma casi natural su trasvase al otro lado de la línea de banda. Pese a ser uno de los diez primeros técnicos del país en sacarse la licencia de entrenador homologada por la UEFA, no haber alcanzado el profesionalismo fue un obstáculo que le impidió, en aquellos primeros años, vivir de la que era y sigue siendo su gran pasión. Los poquitos ‘kunas’ que sacaba dirigiendo al Prigorje Markusevec o al TPK no alcanzaban para mantener a Ivana y Ante, sus dos vástagos. De modo que, aprovechando sus conocimientos de electrónica, decidió abrir una tienda de reparación de televisores y aparatos de radio. El pequeño local, sito en el Dolac, un conocido mercado en el centro de Zagreb, ganó muy pronto una buena reputación por la profesionalidad con la que, según hoy día afirman algunos exclientes, llevaba Cacic su negocio.
La suerte profesional del ‘Del Bosque croata’ comenzó a cambiar cuando en 1989 aceptó una oferta para dirigir al Zadar, que en aquel entonces se encontraba en la Tercera división yugoslava. Su marcha al sur del país le obligó a contratar a un empleado en la tienda, aunque la siguió gestionando desde la distancia. Su buen hacer en el banquillo del cuadro dálmata, con dos ascensos consecutivos hasta alcanzar la Prva HNL (Primera división), le dieron la suficiente estabilidad económica como para tomar en 1991 la decisión de echar el cierre a una tienda a la que acudían personajes de lo más variopintos. No en vano, Cacic llegó a tener entre su clientela ‘celebrities’ de la época, caso de la actriz local Mia Oremovic, ya fallecida.
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“Mucha gente venía a reparar su televisión a mi tienda. Guardo un buen recuerdo de aquella época, aunque eran tiempos complicados”, confesó hace algunos meses en una entrevista este hombre reservado, único entrenador croata en haber salido campeón en las tres primeras categorías del balompié patrio, pero que de lo único que presume, si se le pregunta al respecto, es de no haber recibido una sola reclamación durante el tiempo en que se dedicaba a hacer felices a muchos hogares metiendo mano a los tubos de rayos catódicos.
Su elección dejó perplejos a la mayoría de periodistas que acudieron, en septiembre del pasado año, a la sede de la Federación Croata para conocer el nombre del hombre elegido por Davor Suker para suplir al frente del equipo nacional a Niko Kovac tras los tropiezos ante Azerbaiyán y Noruega, que colocaron a los ajedrezados al borde de la repesca.