Euro '68: Italia levantó su primera Eurocopa gracias a una moneda

La tercera Eurocopa de la historia iba a seguir por los derroteros de las dos primeras, con un total de 31 equipos disputándose la clasificación a la fase final del torneo, que no empezaría hasta las semifinales como en las anteriores ediciones. Para lograr el pase, los combinados se distribuirían en siete grupos de cuatro y uno de tres, en los que sólo se clasificaría el primer equipo. A continuación, se jugarían el pase a semifinales en una eliminatoria a doble partido en los países de cada combinado para ya acceder a la fase final, que se disputaría en Italia.

Pocas o casi ninguna sorpresa iban a tener lugar en la fase de grupos previa, y los grandes favoritos como la URSS, Yugoslavia, Hungría, Inglaterra o Italia se iban a clasificar a las eliminatorias directas. España también iba a lograr el pase, aunque con mucho suspense. Tras haber ganado a Checoslovaquia por 2 a 1, España necesitaba que los checos no sumaran más de dos puntos en los últimos dos partidos… un hecho que ocurrió. Primero, Checoslovaquia empató con Turquía para, después, perder en casa ante Irlanda.

Ya en las eliminatorias directas, los partidos a ida y vuelta fueron realmente duros, donde se dirimieron los cuatro equipos que lucharían por el campeonato. Por desgracia, España no iba a conseguir el pase, al quedar encuadrada con la dura Inglaterra de los Moore, Charlton o Banks, un combinado que iba a derrotar al equipo nacional por 1 a 0 en tierras británicas y por 1 a 2 en territorio patrio. Así, el conjunto inglés, junto a la URSS, Italia y Yugoslavia iban a disputarse el título.

A partido único, y jugándose el todo por el todo, Inglaterra se iba a medir a Yugoslavia en la primera semifinal, mientras que Italia y la URSS iban a disputar la segunda. El conjunto balcánico no iba a dar opción a los ingleses, a los que derrotarían por 1 a 0, pero la gran noticia iba a tener lugar en el otro enfrentamiento. Al término de los 90 minutos reglamentarios, y de la correspondiente prórroga, el marcador no se movió. Ante la inexistencia de la tanda de penaltis por aquel entonces, se optó por una medida tan aleatoria como cruel: una moneda.

Se lanzaría una moneda al aire, y como si de un sorteo de campo se tratara, el lado afortunado sería el finalista. El metal se lanzó al aire, giro y cayó al suelo: la fortuna había decidido que Italia sería la finalista de la Eurocopa. El combinado italiano había conseguido acabar con la URSS, uno de los conjuntos más rocosos, gracias a la suerte, y estaba ante la gran ocasión de llevarse por primera vez en su historia el torneo. El hecho de jugar en casa facilitaba sobremanera la situación.

El 8 de junio se disputaría la final entre Italia y Yugoslavia. El conjunto balcánico se adelantó en el marcador gracias a un gol de Dzajiz, máximo goleador del torneo con 3 goles, en el minuto 39. Cuando el partido estaba acabando, Domenghini iba a empatar el choque. Este empate al término del tiempo reglamentario provocó que se tuviera que jugar un segundo partido. Dos días después, ambos combinados se volvían a ver las caras: Anastasi y Riva iban a dar la victoria a Italia, que lograba su primera Eurocopa, aquella que será recordada por la victoria que una moneda les otorgó en semifinales.