Primero las prisas y ahora un accidente: Brasil ensucia su imagen antes del Mundial

“Si esas condiciones se repiten el próximo año, tendremos que reconocer que Brasil no era el lugar adecuado para disputar la Copa del Mundo”. Estas declaraciones corresponden a Joseph Blatter, presidente de la FIFA, y se produjeron tras la Copa Confederaciones. En aquel momento, Brasil se convirtió en el epicentro futbolístico en una cita que era la antesala del Mundial dejando un amargo sabor de boca. Las protestas de los ciudadanos contra el Gobierno y las de los protagonistas contra la organización dejaron al fútbol en un segundo plano. La deteriorada imagen del país ‘canarinho’ sigue empeorando, más aún tras el trágico incidente vivido ayer en Sao Paulo.

Organizar un acontecimiento de la magnitud de un Mundial no es tarea fácil y aunque el trabajo sea impecable, siempre surgirán las críticas. Ya se sabe que nunca llueve a gusto de todos. Sin embargo, los juicios negativos que está recibiendo Brasil radican en el caso contrario. Faltan nueve meses para la gran cita y el tiempo juega en su contra. No es nada nuevo, el pasado mes de agosto el Ministerio de Deportes aseguró que exigirían un mayor ritmo de trabajo tras comprobar que los plazos no se estaban cumpliendo. También sucedió en Sudáfrica, catorce meses antes del Mundial los estadios presentaban un aspecto lejos del ideal y, finalmente, consiguieron estar a punto.

En estos momentos, se puede jugar en seis de los doce estadios, pero éstos no están acabados. Es el caso del ‘Itaquerao’, futuro campo del Corinthians situado en Sao Paulo. Según lo planificado, las obras iban a acabar en diciembre y en el transcurso de ellas, este miércoles una grúa cayó provocando un derrumbe que se llevó la vida de dos trabajadores. Un trágico suceso que también se ha vivido en Qatar (país que organizará el Mundial en 2022) y que evidencia las carencias y ensucia, todavía más, la imagen de un país que en pocos meses será el epicentro del mundo del fútbol. El pasado verano, la Copa Confederaciones no invitó al optimismo. Las distancias a los campos de entrenamientos y a los estadios y, sobre todo, los accesos se llevaron las críticas más duras: Uruguay, por ejemplo, no pudo entrenar dos días porque para llegar a las instalaciones tenían que atravesar un lodazal.

La población aprovechó la repercusión del evento para manifestarse. Más de un millón de personas se echaron a la calle y desde junio han mostrado su malestar hacia los servicios públicos, la corrupción, las altas inversiones realizadas con motivo del Mundial o la subida de los precios de transporte público. Estas manifestaciones pueden ser el talón de Aquiles por ello un total de 1.400 agentes reforzarán la vigilancia en caso de que sea necesario en cada una de las doce sedes del con una inversión de 700 millones de reales (unos 304 millones de dólares). Todo es poco para un país que, dentro de unos meses, no sólo se juega su imagen futbolística en el Mundial.