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El milagro de Fernando Alonso: sale ileso del accidente, carrerón... ¡y dura sanción!
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Sancionado, pierde su séptimo puesto

El milagro de Fernando Alonso: sale ileso del accidente, carrerón... ¡y dura sanción!

Aquellos que sólo sepan disfrutar de un piloto de leyenda como el asturiano cuando gana, se perderán momentos épicos del deporte como los vividos ayer en el GP de EE.UU

Foto: Fernando Alonso, en una imagen del Gran Premio. (EFE/Jerome Miron)
Fernando Alonso, en una imagen del Gran Premio. (EFE/Jerome Miron)
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Todos aquellos que crecimos leyendo los libros de Astérix y Obélix en nuestra infancia, recordamos una de las sabias reflexiones del druida Panorámix cuando en el tomo dedicado a los Normandos le decía al pequeño guerrero galo aquello de "No se puede ser valiente sin conocer el miedo, el verdadero valor consiste en saber dominar el miedo". Pocas frases pueden describir, con tanta precisión, la proeza vivida ayer en carrera por Fernando Alonso en el circuito de Austin. El piloto español pudo sobreponerse a un pavoroso accidente y firmar su mejor carrera del año. Y eso, atención, en un año que empieza ya a tener en su haber unos cuantos carrerones. La alegría sufrió, en la madrugada española, un feo por la sanción posterior que le hizo pasar del séptimo puesto al decimoquinto. Los comisarios de carrera consideraron que su Alpine "estaba en condiciones inseguras tras el accidente" por correr sin retrovisor, cuyo castigo fue "una penalización de 30 segundos". La escudería francesa ya ha mostrado su indignación y anunciado una reclamación.

Escuchar a Fernando en la emisora nada más terminado el accidente mientras emprendía el camino de boxes, nos daba idea con su voz entrecortada de, hasta qué punto, el de Oviedo sabía que acababa de salir indemne de una situación de claro peligro para su vida. Gracias a su experiencia en el campeonato Indycar, el bicampeón mundial es muy consciente de que salir volando en dirección a unas alambradas, en varias ocasiones se ha cobrado la vida de pilotos como Daniel Wheldon en 2011, o los ha dejado paralíticos de por vida como a Robert Wickens en 2018. Lo increíble es sobreponerse a semejante situación y seguir corriendo al límite. Tan al límite como para que floreciera el resto de carrera ese genio 'alonsista' de las grandes ocasiones.

“Lo primero, estoy contento de estar hablando en la rueda de prensa porque podría estar ahora mismo en el centro médico", afirmó un Fernando aún embargado por la emoción al término de la carrera: "Tuvimos suerte con el primer safety-car, donde pusimos las ruedas de compuesto medio y así estábamos ya en el grupo de cabeza, luego intenté coger el rebufo a Lance (Stroll), apuré hasta el último momento para salirme del rebufo, él también se movió en ese momento, y fue un poco mala suerte que no nos entendimos muy bien y cuando estaba en el aire tenía un poco de miedo, porque cuando te vas hacia las vallas exteriores, el coche puede girarse 360 grados y es muy peligroso”.

Un accidente pavoroso

No exageraba el asturiano ni un poco. El choque fue en plena recta cerca de los 300 kilómetros por hora, aunque debieron, sin embargo, hacerse eternas las décimas de segundo que se vio en el aire. Es posible que Fernando apurara demasiado el rebufo y no dejara el mínimo margen de seguridad, pero el problema de fondo es otro. Desde hace ya unos años vemos que las nuevas generaciones de pilotos (no sólo Stroll), por culpa de unos comisarios deportivos demasiado permisivos, hacen este tipo de maniobras que tuvo a Michael Schumacher como su principal protagonista. Se confundía la genialidad del piloto alemán y su instinto ganador, con un tipo de conducción que, además de antideportiva, es peligrosa, rayando lo temerario. De aquellos polvos estos lodos.

Las cosas habían comenzado en carrera regular para el asturiano, porque a diferencia de muchos de los pilotos que le rodeaban en parrilla, Fernando optó por arrancar con neumáticos duros. Esto suponía pasarlo muy mal en las primeras vueltas (como así fue) y realizar una conducción lo más pulcra posible para alargar la primera parada lo más posible. El plan, poco a poco, se veía que podría resultar interesante, a medida que todos los pilotos que habían partido con neumáticos de compuesto medio, hacían sus paradas y la progresión del piloto de Alpine en el pelotón se iba haciendo cada vez más visible. En esto, apareció un el coche de seguridad a consecuencia de la salida de pista de Guanyu Zhou y en consecuencia a la neutralización de la carrera, Fernando aprovechó para cambiar los neumáticos (de compuesto medio ahora). La cosa empezaba a pintar muy bien, porque aunque los Red Bull, los Mercedes y el Ferrari de Charles Leclerc jugaban en otra liga, acabar como el mejor del resto se tornaba como más que factible. Un gran resultado tanto para piloto como equipo en sus respectivas clasificaciones.

Y en esto fue cuando llegó el fatídico momento del accidente con Stroll, apenas reiniciada la carrera. "Cuando vi que aterrizaba en el asfalto -explicaba Alonso- me dije, 'bueno se habrá roto todo el coche', y pensé: 'Nada, pues aquí se acaba toda la carrera'. Y eso es lo que tenía en mente cuando entré a boxes, pero bueno, cambiaron los neumáticos (de nuevo a duros) y me dijeron vamos a ir hasta el final, que faltaban 32 vueltas y me dije que seguramente no podríamos hacerlo, pero bien, al final acabar séptimo me parece increíble".

Y tan increíble. Ya ni siquiera es por hacer la comparativa con su compañero de equipo Esteban Ocon, que a pesar de portar el nuevo suelo aerodinámico del equipo y estar exento de los avatares derivados del accidente, era incapaz de mantener el ritmo de Fernando. Lo alucinante, porque no cabe calificarlo de otra forma, es que además de cuidar sus neumáticos para poder cruzar con ellos la línea de meta, elevó su baqueteado Alpine de nuevo a la sexta plaza. Le sobró una vuelta y media de carrera, porque no pudo contener a Lando Norris que venía desde atrás con neumáticos mucho más frescos. Pero la machada estaba hecha. Podrán elegir a Sebastian Vettel como piloto del día, también por qué no, podrían haberlo hecho a Lewis Hamilton o por supuesto al ganador Max Verstappen. Todos ellos brillaron a gran altura, sin duda, pero la carrera de Fernando Alonso tuvo algo de lo que carecen el resto: épica.

El guerrero que nunca se rinde

El gesto de Fernando al acabar la carrera, sentándose en la rueda delantera de su Alpine con la cabeza gacha, lo decía todo. Era la imagen de un luchador a la vuelta de la guerra, sabedor que además de sobrevivir, ha dado todo lo que tenía dentro de él para defender su causa. “Sí, es mi mejor carrera del año, seguramente, -admitía el bicampeón mundial- y muy física también con todos los baches del circuito. La verdad es que en el final de la carrera, iba empujando como si fuesen vueltas de crono, pero el susto todavía lo tengo en el cuerpo. Las últimas veinte vueltas, iba todavía dándole vueltas al accidente y sólo pensaba en acabar la carrera hoy”.

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Qué descomunal fuerza interior puede surgir a alguien, cuando a pesar de haber visto las orejas al lobo de la muerte, es capaz de mantener a raya sus emociones y sacar el mejor repertorio de su talento. Hemos perdido la cuenta de las veces que Fernando ha hecho carreras de leyenda, pero lo de ayer se ganó, desde luego, un capítulo en letras de oro en su biografía. La actuación del asturiano en Austin 2022, merece ser estudiada por todos los deportistas niñas o niños que sueñen con triunfar, no sólo ya en el mundo de las carreras, sino de cualquier especialidad deportiva. Ya habrá tiempo para hablar de la polémica sanción impuesta por la FIA.

Con épica como la demostrada ayer por Fernando, muchos entenderán por qué a sus 41 mantiene a raya a pilotos que podrían ser sus hijos. Como recientemente resaltaba en una entrevista Pedro de la Rosa: "Lo que diferencia a Alonso de cualquier otro piloto de la parrilla, es su capacidad de mantener intacta su motivación. Todos la vamos perdiendo con la edad, por unas razones o por otras. Él sigue siendo el mismo que hace 20 años". Podemos dar fe de ello, Pedro. Nunca un decimoquinto puesto fue tan importante.

Todos aquellos que crecimos leyendo los libros de Astérix y Obélix en nuestra infancia, recordamos una de las sabias reflexiones del druida Panorámix cuando en el tomo dedicado a los Normandos le decía al pequeño guerrero galo aquello de "No se puede ser valiente sin conocer el miedo, el verdadero valor consiste en saber dominar el miedo". Pocas frases pueden describir, con tanta precisión, la proeza vivida ayer en carrera por Fernando Alonso en el circuito de Austin. El piloto español pudo sobreponerse a un pavoroso accidente y firmar su mejor carrera del año. Y eso, atención, en un año que empieza ya a tener en su haber unos cuantos carrerones. La alegría sufrió, en la madrugada española, un feo por la sanción posterior que le hizo pasar del séptimo puesto al decimoquinto. Los comisarios de carrera consideraron que su Alpine "estaba en condiciones inseguras tras el accidente" por correr sin retrovisor, cuyo castigo fue "una penalización de 30 segundos". La escudería francesa ya ha mostrado su indignación y anunciado una reclamación.

Fernando Alonso Fórmula 1 Estados Unidos (EEUU)