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Un inspirado LeBron James incendia San Antonio y salva la caída de los Heat
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miami empata la serie a uno (96-98)

Un inspirado LeBron James incendia San Antonio y salva la caída de los Heat

El alero de Miami iguala la serie (1-1) ante los Spurs con una soberbia actuación, aderezada con acertadas decisiones en los instantes finales (96-98)

Foto: LeBron James, con los brazos en jarra, rodeado de sus compañeros durante el segundo partido de las Finales de la NBA. (Efe)
LeBron James, con los brazos en jarra, rodeado de sus compañeros durante el segundo partido de las Finales de la NBA. (Efe)

Solventado el inoportuno fallo eléctrico que desactivó el sistema de aire acondicionado del AT&T Center de San Antonio, los abanicos se mantuvieron escondidos y las toallas empapadas no fueron la receta para hacer frente a los sofocantes 33 grados que derretía el pabellón de los Spurs. Momento para que LeBron James, el ángel caído en el fragor de la extenuante batalla de hace tres noches víctima de unos espasmos musculares que ya forman parte de la historia del baloncesto, se desquitara y con 35 puntos liderara el ajustado triunfo de los Heat (96-98) que iguala las Finales de la NBA (1-1) antes de que la serie se traslade a South Beach. Un triunfo meritorio que devuelve el factor cancha al mejor equipo del Este y acaba con una racha de ocho victorias seguidas ante su público por 15 o más puntos de los hombres de Popovich.

Las cartas boca arriba desde la primera posesión. El ímpetu y el excesivo manoseo tardaron menos de un minuto y medio en mandar al banco a Danny Green, el hombre que, retirada de LeBron al margen, dinamitara el partido del jueves con 11 puntos en ocho minutos. Un mal menor para un equipo con un fondo de armario exuberante, un traje con el que competir en cualquier escenario que el caprichoso destino ose plantear. Tal y como hiciera frente a los Pacers en la final del Este, y el pasado jueves en el primer partido de las Finales, el técnico de los Heat, Erik Spoelstra, dejaba clara su apuesta por el ‘small ball’ y formaba de inicio con Rashard Lewis como pareja interior junto a Chris Bosh. Abrir el campo y dejar paso a las innumerables incursiones en la pintura de LeBron y Wade es su idea, en la que confía ciegamente, más allá de los perjuicios que pueda producir en los ojos del prójimo. Mientras, con Boris Diaw como pieza clave para equilibrar la propuesta enemiga, el coro de San Antonio deleitaba al personal con ocho asistencias en las nueve primeras canastas.

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En la penúltima jugada del primer acto, Bosh y Rashard Lewis recriminaban a Wade el desvarío desde la línea de fondo. El balón no encontraba destinatario en un desesperado intento por cruzar todo el campo sin escalas. Quedaban cuatro segundos para el final (26-19, minuto 12). Una apatía directamente proporcional a la dependencia de un LeBron que, antes de perpetrar su particular golpe de estado, tardó ocho minutos en embelesar al personal con un mate estratosférico, Duncan y Leonard mediante, en su cuarto lanzamiento a canasta. Luego anotaría 13 de sus siguientes 18 intentos para cocinar una actuación colosal. “Cuando las cámaras no están ahí, me entregó por completo a trabajar duro”, comentaba LeBron a pie de pista con rostro brillante y entero, la antítesis del primer combate. Iluminado, salvó de la quema a los suyos y evitó un 2-0 que hubiera llenado de espinas el camino. O quizás no, puesto que en los últimos 35 años sólo 'El Heat' ha conseguido voltear una eliminatoria tras estrenarse con dos derrotas. Fue en las Finales de 2006 ante los Mavericks. Entonces un fastuoso y eléctrico Dwyane Wade se enfundaba el disfraz de superhéroe para dar el primer anillo a la franquicia de Florida.

Coincidiendo con el primer rugido serio de la bestia LeBron (11 puntos en el segundo cuarto), el colapso cambió de acera de forma casi automática. Al 10/15 en tiros de campo que abría la noche para los Spurs, le siguió un preocupante 4/15. El ritmo atropellado gobernada el discurso de ambos contendientes. Un barullo que beneficia la anarquía y la dependencia de los principales espadas de los Heat. Por si fuera poco, una técnica al hierático Duncan (previa robo en falta de LeBron) y la tercera personal de Ginóbili (previo bochornoso ‘flopping’ de Wade) cuando más decisivo se antojaba para los suyos cerraban un parcial preocupante (13-24) antes de reponer energías y recibir el rapapolvo de rigor de manos del sargento Popovich en la intimidad del vestuario (43-43, minuto 24).

A sus 38 años, Duncan, para muchos el mejor ala-pívot de la historia, lucha contra sus peores pesadillas a fin de olvidar el mazazo que supusieron las pasadas Finales. Sobre el parqué domina el juego interior de forma insultante y derrocha la misma pasión que aquel ‘rookie’ que liderara el draft de 1997. Con su doble-doble número 157 en postemporada, el de las Islas Vírgenes iguala a Magic Johnson como el hombre con más encuentros en dobles figuras de la historia de los playoffs. Sin embargo, junto a Parker, su inseparable compañero de viaje, no pudieron plantar cara a las adversidades en forma de fogonazos de una fiera incontenible. Se le esperaba y, en solitario, LeBron James percutía sin parar en busca de una victoria que no se le resistió. Sus 14 puntos en el tercer cuarto (6/7 en el tiro) supusieron una atronadora retahíla de tiros en suspensión desde casi cualquier punto de la cancha, los mismos que en las Finales de 2007 los Spurs le concedían sin dudar. Sólo el desatascador Patty Mills hacía olvidar los problemas de faltas que achuchaban al perímetro tejano y, con dos triples casi consecutivos desde la esquina, otorgaba una mínima ventaja antes del asalto final (78-77, minuto 36).

“Me gustaría ver a LeBron jugar pésimamente”. La habitual sinceridad de Popovich no hacía sino poner en valor una exhibición descomunal. Aguardaba LeBron su momento, agazapado junto a ‘Birdman’ en el banco, echando un vistazo al videomarcador. Pese a la distancia sideral que separa la concepción baloncestística de ambos equipos, la inspiración divina y la fuerza bruta del alero de los Heat valía para mantener en jaque a unos Spurs que no podían cortar la ofensiva. Y con todo el peso a la espalda, el hombre dispuesto a reservar un sitio en el Olimpo de los dioses se convertía en el asidero de todas las esperanzas de los Heat.

Faltaba culminar la gesta y la sangre fría a la hora de tomar decisiones vitales evitó el cortocircuito. El riego llegó al cerebro y su acertado impulso, el enésimo de su dulce velada, le hizo confiar en Chris Bosh, autor de un triple librado desde la esquina para afrontar el último minuto de partido en cabeza (93-95, minuto 48). “Se me erizan los pelos de la espalda cuando la gente le critica… Tiene un ADN de campeón. Es nuestro jugador más importante, lo llevo diciendo cuatro años”, comentaba a beneficio de inventario un Spoelstra exultante. La falta de entendimiento de la dupla Duncan-Ginóbili provocaba la segunda pérdida en toda la segunda mitad para unos Spurs iracundos, noqueados por la explosión de talento de LeBron. Ginóbili marró un tiro de cinco metros y Diaw no acertó a coger el rebote ofensivo. De nuevo Bosh, brazo ejecutor en los instantes finales, dibujaba un pase interior para Wade que servía de puntilla. Los Spurs morían con la fe intacta, la suerte esquiva y la eterna duda sobre si hacer la falta intencionada en lugar de defender la última acción. Confirmado el síncope, al son de la bocina, Ginóbili estrechaba el marcador de cara a la galería.

Un Ginóbili que, como el resto de los Spurs, viajará a Miami para disputar los dos próximos dos envites de la serie (martes y jueves, 3.00 am hora española) con la triste certeza de que la justicia poética no existe y que hay que buscar un antídoto más eficaz para derribar al gigante LeBron. Con los datos en la mano, además de conseguir encadenar 47 encuentros de postemporada sin cosechar dos derrotas seguidas (tercer mejor registro de la historia), se trata de la sexta ocasión en la era LeBron que los Heat igualan una serie tras perder el primer partido. En las cinco anteriores se llevaron el gato al agua. Veremos qué ocurre en esta.

Ficha técnica:

96 - San Antonio Spurs (26+17+35+18): Parker (21), Green (9), Splitter (2), Duncan (18), Leonard (9) -equipo inicial-, Bonner (-), Diaw (7), Mills (8), Ginóbili (19) y Belinelli (3).

98 - Miami Heat (19+24+34+21): Chalmers (5), Wade (14), Bosh (18), Lewis (14), James (35) -equipo inicial-, Andersen (3), Haslem (-), Jones (-), Cole (-) y Allen (9).

Árbitros: Jason Phillips, James Capers y Dan Crawford. Señalaron falta técnica a James, de los Heat, y a Duncan, de los Spurs. Marcaron falta flagrante a Chalmers, de los Heat. Eliminaron por personales a Leonard, de los Spurs.

Incidencias: Segundo partido de las Finales de la NBA el baloncesto profesional que se disputó en el AT&T Center, de San Antonio, ante 18.581 espectadores.

Solventado el inoportuno fallo eléctrico que desactivó el sistema de aire acondicionado del AT&T Center de San Antonio, los abanicos se mantuvieron escondidos y las toallas empapadas no fueron la receta para hacer frente a los sofocantes 33 grados que derretía el pabellón de los Spurs. Momento para que LeBron James, el ángel caído en el fragor de la extenuante batalla de hace tres noches víctima de unos espasmos musculares que ya forman parte de la historia del baloncesto, se desquitara y con 35 puntos liderara el ajustado triunfo de los Heat (96-98) que iguala las Finales de la NBA (1-1) antes de que la serie se traslade a South Beach. Un triunfo meritorio que devuelve el factor cancha al mejor equipo del Este y acaba con una racha de ocho victorias seguidas ante su público por 15 o más puntos de los hombres de Popovich.

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