Adiós temprano al Mundial: otro naufragio en ataque condena a España ante Canadá (85-88)

Se acabó la defensa de la corona. España cae eliminada del Mundial de Baloncesto. Yakarta cerró antes de tiempo una gloriosa etapa mundialista para los de Sergio Scariolo, cuyos éxitos pasados chocaron ante Canadá, que se antojaba favorita, y cuyo poderío ofensivo acabó por superar a la Selección en el tramo final del partido (85-88). El sabor amargo de la derrota y de la eliminación no viene por el resultado, ya que era un encuentro que se podía perder y ante una clara candidata a todo en el torneo, sino por la manera de suceder. España dominó, y jugó mejor, casi todo el encuentro. Durante 28 minutos de los 40 de juego estuvo por delante. Incluso con ventajas de diez y de doce puntos. Pero, como ya sucedió ante Letonia -la derrota que verdaderamente provocó la eliminación- la falta de ideas en ataque y de talento ofensivo en los minutos de la verdad acabó por superar a los pupilos de Scariolo.

En el último cuarto, al que España llegó con una sólida ventaja, el equipo sólo anotó tres canastas en juego. El resto, tiros libres. Y así es imposible. Scariolo volvió a apostar por quintetos defensivos en las remontadas de Canadá y esta vez no lo logró. La derrota supone la eliminación del Mundial sin alcanzar los cuartos y sin billete directo para los Juegos Olímpicos de 2024. La Selección tendrá que disputar el preolímpico, la repesca, semanas antes de la cita olímpica.

Duelo de banquillos

En los banquillos, un amigo -y enemigo para la ocasión- íntimo. Jordi Fernández, el técnico que tiene al alcance de la mano, dada su proyección, llegar a ser el primer español que ocupa el asiento de entrenador principal de una franquicia de la NBA. El actual técnico ayudante de los Sacramento Kings formó parte del equipo de Sergio Scariolo durante el Eurobasket del 2017. Nacido en Badalona, Fernández habla del italiano como una figura paterna durante su carrera, pero esta vez lo tenía como rival y el respeto por su autoridad estuvo presente en todo el partido.

Si el partido contra Letonia dejó un horroroso sabor de boca en los aficionados españoles (sobre todo por la incapacidad ofensiva de los últimos minutos), además de situar a Canadá como el grandísimo favorito para estos simbólicos octavos de final, Jordi Fernández no se fiaba nada de Scariolo. No habrá el talento de otras veces y las decisiones pudieron ser mejores ante los letones, pero hay algo que no se le puede negar nunca a la Selección Española: saben competir como nadie. Con más o menos talento, pero se compite.

Fue un caótico inicio de partido, donde se corrió y mucho, casi un correcalles por momentos. Y ahí sacó fortaleza España gracias a un enorme Willy Hernangómez, que sumó hasta 21 puntos en la primera mitad del partido. Los pupilos de Scariolo encontraron las vías de ataque, aunque no hubiera demasiada efectividad coral. Darío Brizuela aportaba como referencia exterior, con la manita caliente. Se echó en falta, como ante Letonia, una mayor aportación de Juan Núñez en la generación desde la batuta del equipo.

El dominio del rebote, la falta de acierto de Canadá, incómoda después de la defensa española, fueron esenciales para que al descanso se llegase con un marcador de diez arriba para España. Pero todos tenían claro en Yakarta que iba a tocar sufrir.

Dos minutos para olvidar y aparece el de siempre

La reanudación del encuentro fue desastrosa para España. Empezó con una falta en ataque pitada a Abrines, quien estaba completando una buena actuación ofensiva, sin balón en juego. Cuatro faltas en ataque, cinco en total, dos balones perdidos… Todo ello en dos minutos de reloj. Un auténtico agujero negro. Esto provocó que la ventaja de diez puntos fuera, poco a poco, consumiéndose gracias a los puntos de R. J. Barrett de los New York Knicks y de Shai Gilgeous-Alexande de los Oklahoma City Thunder.

Y entonces apareció el de siempre. Rudy Fernández. Don Rodolfo. Historia del deporte español, que no se cansa de continuar aportando. Correosa defensa, triples cuando más complicado estaba el partido y los famosos intangibles. Recital del alero del Real Madrid, del gran capitán, para sostener los peores minutos de la Selección Española.

Hubo minutos desesperantes para los soldados de Scariolo. El arbitraje fue polémico, cambiando criterios en faltas en ataque en mitad del partido, lo que provocó técnicas para el banquillo y para jugadores (especialmente absurda y extraña fue una pitada a Rudy, que intentó pasar con el pie la pelota a un rival y los árbitros interpretaron provocación).

El recital de Fernández encontró un aliado inesperado, Santi Aldama. Por fin, el canario tuvo su gran momento con la camiseta española encadenando tres jugadas ofensivas consecutivas: triple con personalidad, mate a una mano tras rectificado y otro triple que fue celebrado con rabia en el banquillo español. Sus compañeros sabían que Aldama lo necesitaba. El día que el jugador de los Memphis Grizzlies se crea su potencial, España tendrá una auténtica estrella en sus filas. A pesar de que los triples del silencioso Kelly Olynyk no permitieron una ventaja mayor, la Selección llegó al último cuarto con doce puntos de ventaja.

El subidón canadiense iba a llegar. Lo sabían en el banquillo español. No ayudó la falta de acierto de la Selección en los minutos finales. Los fantasmas del partido ante Letonia aparecían. Pero el equipo estaba más en forma. La efectividad desde la línea de tiros libres de Willy Hernangómez fue esencial para sostener la anotación española. A un minuto y medio del final, los de Scariolo estaban tres arriba. Un triple de Canadá y un mal ataque español dejaron todo por decidir. Jordi Fernández confió en la tensión en Dillon Brooks, un jugador que se crece en el conflicto, en todos los aspectos.

Lo intentó España de la mano de Juan Núñez y Santi Aldama, que no se amilanaron en los momentos decisivos. Pero la Selección necesitaba que Shai fallase tiros libres para seguir vivos y esto nunca sucedió. Abrines intentó a la desesperada un triple desde nueve metros a una pierna que tocó aro, pero que salió despedido como los sueños mundiales de un equipo en transición.