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Enemigos íntimos en el decisivo 'mata-mata'
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brasil-Argentina, una rivalidad histórica

Enemigos íntimos en el decisivo 'mata-mata'

Como ocurriera en el Mundial de Turquía y en los Juegos Olímpicos de Londres, el clásico sudamericano vivirá un nuevo capítulo en los octavos del Mundial

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Cuando en el mundo del deporte se habla de Brasil y Argentina a un elevado porcentaje de personas le viene a la cabeza un estadio lleno, con un césped resplandeciente, dos porterías y once tipos dispuestos a dejarse la piel corriendo detrás de un balón. Sin embargo, este domingo (22.00) el clásico sudamericano se disputará sobre un parqué con dos aros. El Barclaycard Center de Madrid acogerá el enfrentamiento que ponga el broche a los octavos de final del Mundial. Un nuevo capítulo en la histórica rivalidad existente entre las dos potencias sudamericanas. Será otra vez dentro del decisivo ‘mata-mata’, expresión con la que se conoce en el país carioca a la fase de eliminatorias directas. No existe el margen de error. El ganador seguirá mirando con optimismo a un horizonte donde, antes de un hipotético asalto a las medallas, se medirán con el ganador del Serbia-Grecia. El perdedor se marchará a casa con la cabeza gacha, por la derrota y por el honor menoscabado en favor del más íntimo de sus enemigos.

A pesar de contar con una generación de grandes jugadores, en los últimos 13 años los integrantes del combinado ‘verdeamarelo’ han tenido que soportar que Argentina les aguara la fiesta en cada cruce importante. En los partidos de eliminación directa, la aplastante superioridad argentina empezó en el Premundial de Neuquén en 2001, cuando la Generación Dorada se impuso por 78-59 en la final. Desde allí, cada choque con la etiqueta de ‘Win or go home’ ha caído del lado albiceleste. En los cuartos de final del Mundial de Indianápolis 2002 (78-67), en la semifinal del Preolímpico de Las Vegas 2007 (91-80), en los octavos de final del Mundial de Turquía 2010 (93-89), en la final del Preolímpico de Mar del Plata 2011 (80-75) y en los cuartos de final de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 (82-77). Y es que, con el historial de duelos directos en la mano, el único triunfo brasileño en encuentros a cara o cruz data de 2005, Ocurrió en la final del Premundial disputado en la República Dominicana (100-88). Un partido con escaso valor deportivo puesto que Argentina, como como vigente campeona olímpica, tenía reservado su billete para el Mundial de Japón 2006.

Un duelo que se jugará en la cancha, con viejos conocidos en ambos equipos, y, de forma muy especial en los banquillos. El técnico argentino Rubén Magnano volverá a velar armas ante Julio Lamas, el que fuera su ayudante, y muchos de los que un día fueron sus pupilos y con los que tantas alegrías compartió durante la primera década del siglo XXI. El cordobés, ex entrenador de Varese (Italia) y Caja San Fernando (actual Sevilla Baloncesto) fue el inquilino del banquillo argentino en la época dorada del baloncesto albiceleste. Subcampeón Mundial enIndianápolis ‘02y Campeón Olímpico enAtenas ’04, antes de su primer duelo contra sus compatriotas no negó la evidencia y confirmó abiertamente que iba a ser un partido lleno de sentimientos enfrentados. “Viví cosas lindas con la Generación Dorada y enfrentarla es especial. La procesión va por dentro. Oír el himno argentino me deja en schock, algo que seguramente volveré a sentir” reconoció al diario argentino 'Los Andes' antes de la derrota en los octavos de final del último Mundial de Turquía. En aquel momento, prácticamente recién llegado al banquillo brasileño, las miras no figuraban tan altas como las que ahora le contemplan. “El desafío es hacer crecer a un equipo con jugadores talentosos, pero a los que le falta madurar y tener carácter ganador”, aseguraba.

Cuatro años después y con dos dolorosas derrotas de por medio, el discurso ha cambiado de forma ostensible. Nada de debilidades. En la antesala del envite Magnano optó por parafrasear a su manera el partido a partido de su compatriota Diego Pablo Simeone. La victoria como única opción sin importar quien se interponga en el camino. “Que nuestro rival sea Argentina no es más que una casualidad que forma parte del deporte. Luego, si ganamos, pensaremos en los cuartos de final. Esto es algo que llevamos trabajando desde que comenzamos la preparación, no pensar más allá de lo que tenemos delante". Algo difícil de creer en el caso de un Brasil-Argentina con mucho más que el pase a los cuartos de final del Mundial en juego.

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En el seno de la ‘Canarinha’ creen que ha llegado su momento después de más de una década sucumbiendo a los encantos de la mejor generación de baloncestistas argentinos de la historia. "Estamos en nuestro mejor momento y ha llegado la hora de ganar a Argentina. Estamos preparados. Hay una gran rivalidad en América del Sur con ellos y tras su dominio en los últimos enfrentamientos ha llegado el momento de cambiar las tornas", comentaba el veterano escolta Alex García. En los días previos al campeonato, durante un triangular junto a Angola disputado en el pabellón Maracanazinho de Río de Janeiro, Brasil se impuso por 68-59. En el primer tramo de competición se ha observado un cambio de tendencia. Una primera fase en la que Argentina superó a Puerto Rico (78-95), Filipinas (85-81) y Senegal (46-81), y cayó ante Croacia (85-90) y Grecia (71-79) para acabar tercera del Grupo B. Brasil, por su parte, venció a Francia (63-65), Irán (79-50), Serbia (73-81) y Egipto (128-65) y sólo cedió ante una inspirada selección española (63-82). Un notable recorrido que le ha valido para conquistar la segunda plaza en el Grupo A.

Con su núcleo duro (Marcelinho, Splitter, Varejao y Leandrinho Barbosa) en el punto exacto de madurez, unido a la presencia de Nené Hilario, baja en Londres, los brasileños parten, a priori, con cierta ventaja. Para Marcelinho Huertas el incontestable dominio de la albiceleste sobre Brasil en los últimos años forma parte del pasado. "Sabemos bien quién es Argentina. Es un equipo distinto en relación a los JJOO de Londres ya que le faltan dos jugadores importantes (Manu Ginobili y Carlos Delfino), pero siempre mantienen su nivel de juego", comentó el director de orquesta del Barcelona. "Son un rival fuerte, con experiencia y acostumbrado a jugar este tipo partidos, pero estamos en una muy buena dinámica. Estamos jugando bien y nuestro objetivo es luchar por el podio. No vamos a desaprovechar esta oportunidad", concluía.

En el flanco albiceleste, pese a las significativas ausencias dentro del plantel, algunas de las cuales ya se repitieron en los triunfos argentinos de 2007 (Ginóbili, Nocioni y Oberto) y 2010 (Ginóbili y Nocioni), se lo toman con filosofía y piensan que, a simple vista, la vida les sonríe. Al margen de superar a Brasil, el objetivo era evitar a toda costa a una España cuya sola mención despierta pánico entre sus futuribles rivales. "Conseguimos lo que queríamos, no ser cuartos para evitar a España en el primer cruce. Ahora tenemos un partido complicadísimo contra Brasil, pero de haber sido primeros tampoco lo tendríamos fácil. Buscando una perspectiva optimista, al menos evitamos al local en un hipotético pase a cuartos", relataba el ‘Chapu’ Nocioni, quien también tuvo tiempo para huir de favoritismos: "Están jugando un granbaloncesto. Es su mejor año y deberemos hacer muchísimo para derrotarles. Ojalá tengamos un buen día pero debemos reconocer que Brasil es el favorito".

Cuando en el mundo del deporte se habla de Brasil y Argentina a un elevado porcentaje de personas le viene a la cabeza un estadio lleno, con un césped resplandeciente, dos porterías y once tipos dispuestos a dejarse la piel corriendo detrás de un balón. Sin embargo, este domingo (22.00) el clásico sudamericano se disputará sobre un parqué con dos aros. El Barclaycard Center de Madrid acogerá el enfrentamiento que ponga el broche a los octavos de final del Mundial. Un nuevo capítulo en la histórica rivalidad existente entre las dos potencias sudamericanas. Será otra vez dentro del decisivo ‘mata-mata’, expresión con la que se conoce en el país carioca a la fase de eliminatorias directas. No existe el margen de error. El ganador seguirá mirando con optimismo a un horizonte donde, antes de un hipotético asalto a las medallas, se medirán con el ganador del Serbia-Grecia. El perdedor se marchará a casa con la cabeza gacha, por la derrota y por el honor menoscabado en favor del más íntimo de sus enemigos.

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