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Mayte Martínez, cuando perder es ganar
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HACE SEIS MESES APRENDIÓ A CORRER DE NUEVO

Mayte Martínez, cuando perder es ganar

La vallisoletana Mayte Martínez, séptima en el Mundial de Berlín, no pudo ser este miércoles el ciclón que fue en Osaka'07, donde vivió su minuto de gloria con

Foto: Mayte Martínez, cuando perder es ganar
Mayte Martínez, cuando perder es ganar

La vallisoletana Mayte Martínez, séptima en el Mundial de Berlín, no pudo ser este miércoles el ciclón que fue en Osaka'07, donde vivió su minuto de gloria con un encomiable bronce, pero la final de esta noche es para ella un premio gordo, ya que hace apenas seis meses aprendía a correr de nuevo tras una operación de fasciotomía plantar que cambió su pisada. No hace tanto, ni siquiera podía calzarse unas zapatillas de clavos. Sus dolores en la rodilla o en la espalda auguraban un año de transición y de sufrimientos pero Mayte y su talento natural para correr han vuelto en Berlín pese a estar muy lejos de la presea.

En realidad, nadie esperaba esa medalla, incluso su marido y entrenador, Juan Carlos Granado había apostado entre sus allegados que esta vez no habría metal y, obviamente, conocía las posibilidades mejor que nadie. El pasado martes ni siquiera se sabía si ambos viajarían a Berlín como consecuencia de los problemas que arrastraba Mayte en su rodilla izquierda. Su madre, Teresa Jiménez, tampoco confiaba en una alegría de semejante calibre aunque ayer, como siempre, fue incapaz de ver la carrera por los nervios. Se metió en la habitación que su hija aún conserva en la casa paterna de Santovenia de Pisuerga (Valladolid).

Mayte Martínez ha pasado por muchas lesiones y varias enfermedades que le llevaron incluso a insinuar su retirada hace unos años. Sufrió una fractura en la cabeza del fémur e hipertiroidismo, sus dos dolencias más graves junto a la reciente fascitis plantar. Los médicos llegaron a decirle que cabía la posibilidad de que no volviera a competir, pero se sobrepuso a todo, lo que aún otorga un mayor mérito a su presencia de esta noche entre las siete mejores del mundo.

Siempre junto a su preparador

Unida sentimentalmente a su entrenador, Mayte ha vivido en los últimos meses otro de esos episodios de molestias físicas y preocupaciones. El día a día ha sido "muy duro", según ha dicho en varias ocasiones cuando se le preguntaba por su recuperación física y anímica. Este año corrió una prueba de 1.500 metros en Atenas pero, a su juicio, los ochocientos metros "están hechos" a su medida. Eso lo descubrió muy pronto, a los 12 años, cuando se desplazaba diariamente desde su pueblo para entrenarse en Valladolid a las órdenes de Elías Reguero.

Desde entonces ha cambiado su cuerpo y su fisonomía, ha acumulado vivencias, nuevos amigos y medallas, incluso ha modificado su pisada, pero nunca la sonrisa. Y es que Mayte, María Teresa Martínez Jiménez (Valladolid, 17 de mayo de 1976), ha mantenido siempre su sonrisa espontánea y las ganas de pelear desde que comenzó a practicar el atletismo en el club Dominicos Arcas Reales de Valladolid. Ayer la volvió a mostrar aunque se quedó lejos del podio.

Alejada de la competición desde 1996, primero por una fractura en la cabeza del fémur y luego por el mencionado problema de hormonas tiroideas, se recuperó para la competición de elite a mediados del año 2000.

Solidaria, sensible y defensora de los animales, Mayte quiere dedicarse a las causas sociales cuando deje el atletismo, a la protección de los animales, a los niños, a la gente desfavorecida y a asociaciones que se dedican a ayudar a los demás. Mantiene una lucha personal en favor de los animales y se manifiesta "abiertamente en contra" de las corridas de toros, que considera "una salvajada". Tras regresar de Berlín y descansar unos días retomará sus estudios de psicopedagogía, aunque por el momento prefiere correr a memorizar un temario y eso, pese a que ha pasado por momentos en que se veía "muy débil" para el atletismo como consecuencia de sus continuos problemas físicos.

En los malos tiempos ha desconfiado de sus posibilidades, pero si las lesiones se lo permiten puede convertirse en la segunda mejor atleta española de todos los tiempos después de su inseparable amiga Marta Domínguez, ambas unidas también por ese coraje en la pista que las identifica.

La vallisoletana Mayte Martínez, séptima en el Mundial de Berlín, no pudo ser este miércoles el ciclón que fue en Osaka'07, donde vivió su minuto de gloria con un encomiable bronce, pero la final de esta noche es para ella un premio gordo, ya que hace apenas seis meses aprendía a correr de nuevo tras una operación de fasciotomía plantar que cambió su pisada. No hace tanto, ni siquiera podía calzarse unas zapatillas de clavos. Sus dolores en la rodilla o en la espalda auguraban un año de transición y de sufrimientos pero Mayte y su talento natural para correr han vuelto en Berlín pese a estar muy lejos de la presea.

En realidad, nadie esperaba esa medalla, incluso su marido y entrenador, Juan Carlos Granado había apostado entre sus allegados que esta vez no habría metal y, obviamente, conocía las posibilidades mejor que nadie. El pasado martes ni siquiera se sabía si ambos viajarían a Berlín como consecuencia de los problemas que arrastraba Mayte en su rodilla izquierda. Su madre, Teresa Jiménez, tampoco confiaba en una alegría de semejante calibre aunque ayer, como siempre, fue incapaz de ver la carrera por los nervios. Se metió en la habitación que su hija aún conserva en la casa paterna de Santovenia de Pisuerga (Valladolid).

Mayte Martínez ha pasado por muchas lesiones y varias enfermedades que le llevaron incluso a insinuar su retirada hace unos años. Sufrió una fractura en la cabeza del fémur e hipertiroidismo, sus dos dolencias más graves junto a la reciente fascitis plantar. Los médicos llegaron a decirle que cabía la posibilidad de que no volviera a competir, pero se sobrepuso a todo, lo que aún otorga un mayor mérito a su presencia de esta noche entre las siete mejores del mundo.

Mayte Martínez