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Ochoa de Olza, un deportista excepcional que amaba la montaña
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MONTAÑISMO - ANNAPURNA

Ochoa de Olza, un deportista excepcional que amaba la montaña

La muerte le ha sorprendido al montañero navarro Iñaki Ochoa de Olza en el Annapurna, en la montaña, haciendo lo que a él más le gustaba

Foto: Ochoa de Olza, un deportista excepcional que amaba la montaña
Ochoa de Olza, un deportista excepcional que amaba la montaña

La muerte le ha sorprendido al montañero navarro Iñaki Ochoa de Olza en el Annapurna, en la montaña, haciendo lo que a él más le gustaba y demostrando que era un deportista excepcional. A punto de cumplir 41 años, la próxima semana celebraría su cumpleaños, el alpinista pamplonés ha falleció la mañana del viernes en el Annapurna, en Nepal, después de permanecer cinco noches a 7.400 metros de altitud en estado grave afectado por una lesión cerebral complicada por otra pulmonar. Una llamada desde el campo base ha sido la que ha acabado con la esperanza que en las últimas horas y con la llegada de la primera asistencia médica había surgido entre los familiares y amigos que desde Pamplona han movilizado recursos para un rescate que finalmente no ha podido ser.

Por eso hoy todos lamentan la muerte de un hombre "muy alegre y optimista, prudente cuando hay que ser prudente y arriesgado cuando hay que serlo", según ha manifestado a uno de sus amigos. Con esta expedición trataba de lograr su decimotercer "ochomil", con lo que sólo le hubiera faltado el Kanchenjunga para convertirse en el tercer español y el decimocuarto alpinista mundial en lograr los catorce "ochomiles". Desde que a sus 22 años visitó el Kanchenjunga, el Himalaya "ha centrado su vida", según ha recordado uno de sus amigos, quien ha asegurado que "la montaña era una parte fundamental de su vida, disfrutaba mucha de ella" y además le dio la oportunidad de conocer otras culturas, otras gentes y hacerse con "una red de amigos muy numerosa por todo el mundo". Hablaba inglés, francés, italiano, algo de nepalí y estaba aprendiendo alemán.

Pero no sólo la montaña apasionaba a este "deportista excepcional" que practicaba todo tipo de especialidades: correr, andar en bicicleta, esquiar o escalar. "Todo lo que tenía que ver con la montaña y las actividades al aire libre le encantaban" y además era "muy constante, entrenaba cerca de 900 horas anuales". El propio montañero reconocía en su web que éste es "un camino en la vida, y como toda elección, supone dejar cosas atrás", pero aseguraba que no se arrepentía, que siempre volvía a casa contento para recobrar nuevas energías y partir una vez más.

Antes de partir se mostraba confiado en que esta expedición ofrecía todas las posibilidades para subir y bajar en buenas condiciones y disfrutar de la escalada, pero no contaba con que su salud le iba a jugar una mala pasada. Ni la caída que sufrió en el K-2, ni el haberse visto sorprendido por un alud en una expedición en solitario hicieron que renunciara a la montaña, en la que vivió el momento más duro en 1994 cuando su compañero y amigo de la expedición de "Al filo de lo imposible" de Televisión Española, Atxo Apellaniz, murió días después de que él sufriera un accidente. Ochoa de Olza, quien en estos años ha impartido numerosas conferencias y ha colaborado con diferentes medios de comunicación, ha muerto sin que el libro que ha había escrito vea la luz. Tampoco podrá disfrutar de la casa que recientemente se había comprado en el pamplonés barrio de la Rochapea.

Era un montañero experimentado con treinta expediciones al Himalaya y 15 ochomiles (12 principales, 2 repeticiones y 1 secundario) en su haber, según se indica en su página web, en la que se destaca que fue el primer español en escalar un ochomil en 24 horas y poseía el récord español de ascenso en el Aconcagua (5 horas y 45 minutos) hasta el año 2004.

La muerte le ha sorprendido al montañero navarro Iñaki Ochoa de Olza en el Annapurna, en la montaña, haciendo lo que a él más le gustaba y demostrando que era un deportista excepcional. A punto de cumplir 41 años, la próxima semana celebraría su cumpleaños, el alpinista pamplonés ha falleció la mañana del viernes en el Annapurna, en Nepal, después de permanecer cinco noches a 7.400 metros de altitud en estado grave afectado por una lesión cerebral complicada por otra pulmonar. Una llamada desde el campo base ha sido la que ha acabado con la esperanza que en las últimas horas y con la llegada de la primera asistencia médica había surgido entre los familiares y amigos que desde Pamplona han movilizado recursos para un rescate que finalmente no ha podido ser.