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Fabio Capello sigue en el Bernabéu
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Fabio Capello sigue en el Bernabéu

Sí, todo fue muy bonito, el Madrid ganó al Atlético y Ramón Calderón sacó pecho hablando del antifútbol de Fabio Capello, el tipo que le dio

Foto: Fabio Capello sigue en el Bernabéu
Fabio Capello sigue en el Bernabéu

Sí, todo fue muy bonito, el Madrid ganó al Atlético y Ramón Calderón sacó pecho hablando del antifútbol de Fabio Capello, el tipo que le dio una Liga, y de lo bien que se lo va a pasar este año el Bernabéu. Pero que no se confíe Schuster con la catarata de elogios en la que le sumergieron el sábado y que recuerde las caras que tuvo que aguantar horas después del repaso que le dio el Sevilla. Le llamaron a maitines, le sometieron a un tercer grado, con Ramón Calderón en el papel de Grisson, y se escabulló como pudo hablando de refuerzos y todo eso. Esta semana hay tregua, pero tras la figura del presidente, que cree en él mientras los resultados acompañen, el alemán tiene al enemigo dentro de su propia casa. El capellismo sembró los campos del Bernabéu de esporas que, en el peor estilo de las que aparecían en Alien, devorarán a 'Ripley' Schuster en cuanto tengan ocasión.

Hay al menos cinco directivos de Ramón Calderón que permanecen agazapados y que aprovechan cualquier desliz del germano para recordar que con Fabio 'se vivía mejor'. Al menos para ellos. De hecho, alguno sigue manteniendo contacto directo con el italiano, que permanece perfectamente informado de cada cortina que se mueve por el paseo de la Castellana. Fueron esos directivos los que estuvieron a punto de forzar una votación en la tarde en la que Mijatovic anunció la marcha del italiano. Querían mano alzada para, en el caso de que la nueva temporada condujera a un fracaso, se tuviera en cuenta quién había pedido seguir adelante con el proyecto de Capello. Calderón sofocó el golpe e impuso su voz. No se votó y apareció el alemán, que por algo tenía un acuerdo desde el mes de marzo anterior.

Sin embargo, los capellistas no van a pasar ni una. Y cada vez que pueden se acercan al oído del presidente. No sólo por las seis derrotas sufridas durante un mes de agosto que ahora parece en el olvido, sino por las continuas meteduras de pata de Schuster en sus comparecencias ante la prensa. Su insistencia en pedir nuevos fichajes, en dar nombres como el de Ballack, en decir que Robben era imprescindible. Todo se ha visto como el mejor camino para encarecer todavía más los fichajes. “Cada vez que habla este tío nos engorda la deuda cinco millones de euros”, comenta uno de los detractores del técnico. Y el problema es que Schuster tiene un mínimo de dos comparecencias semanales. Tras ganar al Atlético, no se le ocurrió otra cosa que pedir a Dani Alves. Los responsables económicos del club se lo querían comer. La plantilla está cerrada diga lo que diga el entrenador, ya está bien. Esa fue la sentencia lapidaria incluso de aquellos que no creían en Capello.

Sí, todo fue muy bonito, el Madrid ganó al Atlético y Ramón Calderón sacó pecho hablando del antifútbol de Fabio Capello, el tipo que le dio una Liga, y de lo bien que se lo va a pasar este año el Bernabéu. Pero que no se confíe Schuster con la catarata de elogios en la que le sumergieron el sábado y que recuerde las caras que tuvo que aguantar horas después del repaso que le dio el Sevilla. Le llamaron a maitines, le sometieron a un tercer grado, con Ramón Calderón en el papel de Grisson, y se escabulló como pudo hablando de refuerzos y todo eso. Esta semana hay tregua, pero tras la figura del presidente, que cree en él mientras los resultados acompañen, el alemán tiene al enemigo dentro de su propia casa. El capellismo sembró los campos del Bernabéu de esporas que, en el peor estilo de las que aparecían en Alien, devorarán a 'Ripley' Schuster en cuanto tengan ocasión.

Bernd Schuster