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'Crudo': ¿a qué sabe la carne humana?
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'Crudo': ¿a qué sabe la carne humana?

La directora francesa Julia Ducournau se estrena con una película bandarra que en su presentación en el Festival de Toronto provocó los desmayos de varios espectadores

Foto: Garance Marillier protagoniza 'Crudo', la ópera prima de Julia Ducournau.
Garance Marillier protagoniza 'Crudo', la ópera prima de Julia Ducournau.

En la vida hay tres clases de personas. Por un lado están las apolíneas, ese tipo de gente que llega puntual a los sitios, que siempre lleva las uñas bien arregladas y que no sabe lo que es acercarse peligrosamente al abismo de un coma etílico. Por otro están las dionisíacas, que se entregan de forma desatada a los placeres mundanos, que merecerían el título honorífico de vecino de Magaluf, esas que cuando hacen 'pop' ya no hay 'stop'. Y por último, esa tercera clase, las dionisíacas que intentan contener su caos encorsetándolo contra natura en un orden casi castrense. Esos lobos vestidos de corderos, que se obcecan en integrarse en el rebaño normativo pero que a la mínima se les afila el colmillo y se encuentran de repente desnudos aullando a la luz de la luna. Y Justine (Garance Marillier), la protagonista de 'Crudo', es de esta última clase.

Foto: Julia Ducournau en Sitges (EFE)
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La directora francesa Julia Ducournau ha conseguido con su estreno en la dirección de largometraje revolver, además de los estómagos, los traseros de los espectadores en las butacas de los festivales por los que ha pasado: si en Toronto una ambulancia tuvo que sacar de la sala a varios incautos desmayados, en Sitges —un público que no suele necesitar Omeprazol— se llevó los premios del Jurado Joven y a mejor dirección novel, mientras que en Cannes se hizo con el FIPRESCI de la Semana de la crítica.

'Crudo' es una película muy punk y muy disfrutable si uno tiene un sentido del humor negro —tirando a rojo coágulo—, pero que también puede resultar una 'boutade' insufrible para quien no le encuentre la gracia al gore explícito. Gracias a un punto de vista irónico, cruento y lenguaraz, Ducournau ha dirigido un filme a caballo entre el cine de terror, la comedia juvenil y el viaje hacia la madurez y el autodescubrimiento.

La premisa es magnífica: Justine es una joven vegetariana estricta que un día prueba la carne y ya no puede parar.

Ducournau dirige un filme a caballo entre el cine de terror, la comedia juvenil y el viaje hacia la madurez

En la ópera prima de Ducornau también se estrena como protagonista la actriz Garance Marillier, que interpreta a Justine, una chica que comienza su primer año de universitaria en la Facultad de Veterinaria, la misma en la que estudia su hermana mayor Alexia (Ella Rumpf) y por la que también pasaron sus padres (Joana Preiss y Laurent Lucas). Justine es el paradigma de la virtud y la disciplina: alumna de sobresaliente, joven virginal e hija obediente y disciplinada dentro de una familia de rígida pulcritud. Una pulcritud de la que no se escapa ni su aparato digestivo, en el que no se permite ni una mínima molécula de proteína animal: Justine no conoce el sabor de la carne.

placeholder Garance Marillier se estrena como protagonista de un largometraje en 'Crudo'
Garance Marillier se estrena como protagonista de un largometraje en 'Crudo'

Como para todo estudiante que sale del nido parental por primera vez, la nueva vida en el campus supone para Justine una forma de liberarse de la vigilancia paterna y de encontrarse a sí misma. Nada más llegar al colegio mayor, llega el turno de las novatadas, ese pequeño reducto de brutalidad consentida e institucionalizada camuflada como rito de iniciación a la educación superior. Un protocolo tribal de sumisión que convierte a los recién llegados en pequeños divertimentos con los que dar rienda suelta a las pulsiones más oscuras y primitivas, esas que dentro de un orden social civilizado no tienen cabida si no se disfrazan de simple juego.

Todo, hasta una inocente depilación de ingles, está envuelto en una violencia latente

Frente a Justine, tan prudente ella, se abre un mundo de libertad y desfase desconocido hasta ese momento: alcohol, 'raves', drogas y sexo como puertas a un estridente despertar a la vida adulta lejos de las ataduras del cordón umbilical. Ducournau lo muestra con una propuesta agresiva y febril de música electrónica, luces estroboscópicas, planos cámara en mano a través de hordas de cuerpos sudorosos bullentes de hormonas y de fluidos y de olores y de sabores. Estudiantes a cuatro patas, caminando como un rebaño, bufando y dejándose llevar por sus instintos más primarios: la directora animaliza a sus personajes con una mirada cáustica, sembrando el camino por el que va a discurrir la película. Todo, hasta una depilación de ingles aparentemente inocente, está envuelto en una atmósfera de violencia latente.

placeholder Fotograma de la película.
Fotograma de la película.

Además, la directora explora la complejidad de las relaciones entre hermanas, en las que el amor fraternal convive con la rivalidad que conllevan las comparaciones constantes. A su llegada al colegio mayor, Justine busca en Alexia un faro que la guíe a través del territorio inexplorado, pero pronto se da cuenta de que su hermana mayor ha construido una nueva vida muy diferente a la que llevaba en casa de sus padres.

Ducournau no escatima en detalles realistas que retan al espectador a sostener la mirada

Y es bien al principio de la película cuando 'Crudo' enseña la patita y demuestra que no es una película cualquiera sobre el paso de la juventud a la edad adulta. Es en el momento en que los veteranos de la carrera obligan a Justine a comerse un riñón de conejo y a saltarse su dieta estrictamente vegetariana cuando ocurre la catarsis.

placeholder Cartel de 'Crudo'.
Cartel de 'Crudo'.

Ese riñón de conejo desata el caos y despierta en Justine una voracidad hasta entonces desconocida que poco a poco avanza peligrosamente hacia un holocausto caníbal. Y Ducournau no escatima en detalles realistas que retan al espectador a sostener la mirada.

Pero lo mejor de 'Crudo' es que no se queda en un simple chiste sangriento, sino que Ducournau explora los mecanismos que unen y separan el horror del humor, además de reflexionar en su narrativa sobre el instinto, la violencia, el determinismo y la rebeldía. ¿Puede el ser humano dejar de ser un animal? 'Crudo' es una película bandarra consciente de sí misma. Es un escupitajo en la cara, pero no gratuito. Es un lobo vestido de lobo. Y es terriblemente entretenida.

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