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estreno de 'exodus:dioses y reyes', de ridley scott

Moisés ya no separa las aguas

Ridley Scott naufraga con su versión de la historia bíblica de Moisés. Una superproducción tan espectacular como aburrida con Christian Bale

Foto: Christian Bale en un fotograma de 'Exodus: Dioses y Hombres'
Christian Bale en un fotograma de 'Exodus: Dioses y Hombres'

Hubo un tiempo en el que Ridley Scott hacía peliculones como churros. En 1979 creó un clásico de la historia del cine como Alien: El octavo pasajero, y sólo tres años después dirigió un filme igual de mítico como Blade Runner. Con esos dos títulos cualquier director puede vivir de las rentas, pero a Scott todavía le quedaba gasolina para hacer Thelma y Louise en 1991, y Gladiator en el 2000, con la que logró el Oscar a la mejor película, un premio que todavía se le resiste en la categoría de Mejor dirección.

Desde Gladiator Ridley Scott se ha convertido en un realizador irregular, rendido en los últimos años a las secuelas y precuelas de sus propios títulos. Hace tiempo que el director no encuentra la fórmula para lograr un filme redondo.

Tras su precuela de Alien, Prometheus, de la que ya se prepara secuela, Scott ha vuelto a uno de sus terrenos preferidos: la superproducción épica. El mismo campo que le encumbró en los premios de la Academia, y el mismo en el que se estrelló poco después con El reino de los cielos.

Dos directores megalómanos releyendo uno de los capítulos más conocidos de la Biblia y con dos resultados opuestos. Porque a Scott no le vale de nada un presupuesto estratosférico, unos decorados imponentes y unos efectos especiales brillantes si dentro de la película no hay alma, sentido del ritmo y del puro entretenimiento. ¿Cómo es posible que los “caseros” efectos especiales del filme de 1956 sigan sorprendiendo más que los carísimos efectos digitales usados por Exodus?.

La escena del Mar Rojo es la metáfora perfecta para la película. Un momento que debería suponer el clímax del filme y al que llegas agotado, sin ganas, pero con la esperanza de que al menos eleve el nivel. Ni siquiera ocurre eso. El épico instante queda desdibujado y Scott opta por tratarlo como si de un tsunami se tratara más que del milagro que consagra a Moisés delante de todo su pueblo.

Es una de las decisiones más arriesgadas (y en este caso errónea) de una película que se pasa de milimétrica y clásica. No hay nada novedoso en el filme de Scott, cuya película parece haber sido sometida a una reedición sin piedad.

Scott sólo opta por una elección provocadora. Convertir a Dios en un niño con acento británico que pone en duda la fe de un correcto Christian Bale. Un Dios que se muestra impasible y vengativo contra los egipcios, aunque no haya nunca duda por parte de los hebreos de que hacen lo correcto.

El filme cuenta también con un par de escenas visualmente muy potentes, como la sucesión de plagas y el plano (muy inspirado en Lo imposible) en el que se ven los cuerpos debajo del Mar Rojo.

Incluso un reparto cargado de estrellas queda en segundo plano, ya que excepto Bale nadie tiene la posibilidad de lucirse. Aaron Paul, Sigourney Weaver y Ben Kinglsey tienen tres frases cada uno, y Joel Edgerton parece una drag queen trasnochada más que un faraón sin compasión. Yul Brynner hace casi 70 años estaba mucho más comedido y menos maquillado que el Ramsés de Ridley Scott.

Exodus: Dioses y Reyes

Dirección: Ridley Scott

Duración: 151 minutos

Nacionalidad: EEUU

Género: Aventuras

Intérpretes: Christian Bale, Joel Edgerton, Aaron Paul, Sigourney Weaver, Ben Kingsley

Hubo un tiempo en el que Ridley Scott hacía peliculones como churros. En 1979 creó un clásico de la historia del cine como Alien: El octavo pasajero, y sólo tres años después dirigió un filme igual de mítico como Blade Runner. Con esos dos títulos cualquier director puede vivir de las rentas, pero a Scott todavía le quedaba gasolina para hacer Thelma y Louise en 1991, y Gladiator en el 2000, con la que logró el Oscar a la mejor película, un premio que todavía se le resiste en la categoría de Mejor dirección.

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