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El visionario compulsivo que no podía parar de destruir América
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Estreno de 'Asalto al poder'

El visionario compulsivo que no podía parar de destruir América

El director de 'Independence Day' vuelve a arrasar la Casa Blanca en un thriller aparatoso sobre un policía enfrentado a un grupo de paramilitares

Foto: Fotograma del filme
Fotograma del filme

En los carteles promocionales de Objetivo la Casa Blanca (Antoine Fuqua), estrenada antes del verano, la sede del gobierno estadounidense aparecía en llamas y bajo el siguiente eslogan: "El mundo no estaba preparado para ese día". En realidad, el mundo está más que preparado para el día en que la Casa Blanca sea reducida a cenizas: lo hemos visto en tantas películas ultimamente que podríamos escribir una tesis doctoral de 7.000 páginas sobre el tema.

Digamos que Hollywood encuentra enemigos de EEUU hasta debajo de las piedras. Antes los rusos, ahora los islamistas, siempre los norcoreanos. Y si hay que buscar en el último confín de la galaxia, se busca. Recuerden las imágenes demarcianitos de serie B sembrando el terror en Washington D.C: de la delirante Marte ataca (Tim Burton, 1996) a la fundacional La tierra contra los platillos volantes (Ray Harryhausen,1956).No obstante, aunque arrasar la Casa Blanca sea un tema recurrente en Hollywood, lo de 2013 ha mutado ya en obsesión enfermiza. Arrancamos el año viendo como la presidencia de EEUU era amenazada a tiros en G.I.JOE: la venganza (Jon Chu,, 2013) y lo continuamos con un asalto norcoreano al despacho oval(Objetivo la Casa Blanca). Siguiendo una lógica intachable, el colofón sólo lo podía poner la mayor autoridad mundial en destrucciones casablanquianas, el director Roland Emmerich, que hoy estrena Asalto al poder.

Hace tiempo que la fijación del cineasta con demoler el símbolo del poder estadounidense alcanzó la categoría de fetichismo compulsivo. Primero le sometió alataque marciano más devastador de todos los tiempos en Independence Day (1996); recuerden suescena icónica: un platillo volante más grande que la provincia de Soria desintegraba la Casa Blanca con un rayo letal. No obstante, algo debió quedar en pie tras este ataque, porque Emmerich procedió más tardea arrasar el edificio con un tsunami gigantesco en 2012 (2009). Fue entonces cuando el director, conocido por su tendencia al manierismo digital, entró en una fase de delirio barroco agudo: en medio del tsunami, un portaviones salía volando y se estrellaba contra la Casa Blanca, en un insuperable ejercicio de contención narrativa.

Fue entonces cuando el director, conocido por su tendencia al manierismo digital, entró en una fase de delirio barroco agudo: en medio del tsunami, un portaviones salía volando y se estrellaba contra la Casa Blanca, en un insuperable ejercicio de contención narrativa

Llegados a este punto, cabría pensar que Emmerich ya no podría llegar más lejos, y algo de eso hay en Asalto al poder, enésimo regreso a la Casa Blanca (la cabra tira al monte) en el que el director decide (en teoría) atenuar la catástrofe para rodar un thriller dramático familiar.

El protagonista del filme es un agente cuyas andanzas, por arquetípicas,nos resultan familiares. Se trata de un policía de Washington que no lograacceder al trabajo de sus sueños: escolta presidencial. Sin embargo, para no decepcionar a su hija, decide llevarla ala Casa Blanca en una visita guiada. Con tan buena suerte que un grupo de paramilitares ataca el edificio y el hombre aprovecha para sacarde su error al departamento de recursos humanos de la Casa Blanca: nadie protege al presidente como él. Emmerich replica el molde de La jungla de cristal (1998). O el subgénero de policía-salva-el-mundo-en-su-día-libre mezclado con el de escoltas-frustrados del-presidente (En la línea de fuego, Objetivo la Casa Blanca y otras muchas). O la redención de un machoen las circunstancias más adversas. Mi vida puede correr peligro, de acuerdo, pero lo primero es mi país y mi familia, tema clásico dela filmografía del multimillonario director alemán afincado en Hollywood.

Este pequeño giro de Emmerich asu catastrófico modo de proceder habitual, no ha venido exento de problemas. Por ejemplo, en taquilla. Si a Emmerich le va la marcha destructiva, al espectador mucho más. Atentos a los números del director: Independe Day (306 millones de dólares recaudados en EEUU en 1996), El día de mañana (186 millones en 2004), 2012 (166 millones) y Asalto al poder (unos tibios 72 millones), como si el espectador quisiera decirle: no basta con asaltar la Casa Blanca otra vez, hay que arrojarle otroportaviones a la cabeza. O algo.

También hay problemas en el campo cinematográfico. Emmerich había ocultado sus carencias para hilar tramas coherentes bajo una gigantesca cortina de humo digitalque ilustrabala destrucción de la Tierra como nunca antes habíamos visto. Pero en Asalto al poder, el disperso cineasta alemán parece querer centrarse un poco más en la historia, los sentimientos, el drama de una familia en peligro de muerte. Con todo,no se alarmen: Asalto al poder es tambiénun festival de la destrucción, la voladura y los efectos especiales. Tenemos una disparatada persecución automovilística por los jardines de la Casa Blanca y una invasión de helicópteros; todo ello bajo la simpática amenaza de un holocausto nuclear. Lo que ocurre es que, al lado del desparrame de El día de mañana (2004) y 2012, Asalto al poder parece una oda a la austeridad.

Para rematar, el filme abusa de uno de los tics más irritantes del thriller contemporáneo: el humor. No hay blockbuster sobre policía en apuros en el que elhéroeno suelte algún chistecito mientras está a punto de caer al vacío desde el piso 83 de un edificio en llamas. Asalto al poder es un carrusel de bromazospara amenizar las situaciones de vida o muerte. También hay humor involuntario a mansalva, como cuando Emmerich pretende dar un poco de espesor geopolítico al filme, demostrando que esa, desde luego, no es su guerra.

Asalto al poder
Director: Roland Emmerich
Reparto: Channing Tatum, Jamie Fox, Maggie Gyllenhaal, James Woods
Género: Thriller
Nacionalidad: EEUU
Duración: 131 minutos

En los carteles promocionales de Objetivo la Casa Blanca (Antoine Fuqua), estrenada antes del verano, la sede del gobierno estadounidense aparecía en llamas y bajo el siguiente eslogan: "El mundo no estaba preparado para ese día". En realidad, el mundo está más que preparado para el día en que la Casa Blanca sea reducida a cenizas: lo hemos visto en tantas películas ultimamente que podríamos escribir una tesis doctoral de 7.000 páginas sobre el tema.

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