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Ottessa Moshfegh, la escritora punki de EEUU: "Si Trump dice que habrá baño de sangre, lo habrá"
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Ottessa Moshfegh, la escritora punki de EEUU: "Si Trump dice que habrá baño de sangre, lo habrá"

La autora estadounidense presenta en España su estupenda novela 'McGlue', una historia de amor entre dos hombres rotos a mediados del siglo XIX

Foto: Ottessa Moshfegh, estos días en Madrid. (EFE/Andreu Dalmau)
Ottessa Moshfegh, estos días en Madrid. (EFE/Andreu Dalmau)
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Ottessa Moshfegh (Boston, 1981) causó revuelo en 2019 con Mi año de descanso y relajación, una novela que proponía meterse bajo las sábanas, bajar las persianas y cultivarse a una misma en su caldo de apatía. Por supuesto, era mucho más que todo eso y revelaba un cierto estado del malestar. Y era, sobre todo, una literatura diferente. Desde entonces se ha ido publicando su obra en español. Cortante, desafiante, políticamente incorrecta, historias que, como poco, dan que pensar.

Vuelve al mercado español con McGlue (Alfaguara), la que fuera su primera novela que ya supuso una aparición fulgurante: una historia de amor entre dos hombres a mediados del siglo XIX en la que todo es difícil de expresar, lo que genera muchas complicaciones de todo tipo. La vida, al fin y al cabo. De la novela hablamos en un hotel de Madrid al que ha venido para hacer promoción. Y se nos revela una mujer interesante, correcta y amable, sin caer en el parloteo innecesario y, eso sí, asustada por lo que puede pasar en su país en los próximos meses.

placeholder McGlue, de Ottessa Moshfegh
McGlue, de Ottessa Moshfegh

PREGUNTA: Leemos este libro en español en 2024, pero lo publicó en 2014. ¿Nota la distancia? ¿Cómo hablar de un libro del que han pasado ya diez años?

RESPUESTA: En realidad empecé a escribir este libro en 2009 aunque no se publicó hasta 2014. Así que he estado viviendo con este libro, es como mi amigo más antiguo y me encanta. Es muy divertido volver a él y ahora que está en distintos idiomas debe ser un libro totalmente distinto porque una parte muy importante del libro es el idioma y la relación con la mente del personaje, McGlue.

P: ¿Es usted diferente? Quiero decir… ¿se ve escribiendo este mismo libro ahora?

R: Mi escritura ha cambiado. McGlue representa mis bases como escritora, el mirar al lenguaje como un material, como pintura o como en la música. Yo era bastante purista en ese sentido. No sentía que el intelecto tuviera algo que hacer con la creatividad en ese momento, ahora sí que siento que eso es distinto. Escribí McGlue en un estado bastante evasivo. Me lo imaginaba como una especie de persona extraña… Yo estaba sentada dejando que el espíritu de McGlue escribiese a partir de mí su historia. O por lo menos me decía a mí misma que eso estaba pasando.

P:McGlue cuenta su historia no desde una borrachera sino desde la resaca. Me resultó particularmente interesante ya que personajes borrachos hay muchos, pero resacosos no tanto. ¿Estaba usted en un momento especialmente resacoso? No me refiero al alcohol…

R: No. En lo que me identificaba era en su sed porque es insaciable en su apetito y yo sí podía sentirme así, en el deseo, en el querer… en tener este deseo obsesivo como cuando sientes que necesitas algo con tantísima ansia que harías cualquier cosa para conseguirlo. Es la prioridad para ti en ese momento número uno. Y tienes que ser creativo. Por eso creo que te conviertes también en un contador de historias.

P: Esta novela es la historia de un deseo entre dos hombres rotos… Tampoco es una historia usual hoy.

R: ¡Es una historia de amor entre dos tíos! Y no me di cuenta de eso cuando empecé a escribirla. Para mí eran dos tipos de personas muy específicas. Tenemos el permisivo y el dependiente. Normalmente esto ocurre en las parejas. También tenemos a Johnson que viene de una familia muy rica y McGlue no, así que también tenemos este aspecto de clases… pero los dos quieren lo mismo, que es ser libres, pero no pueden admitir por qué y para hacer qué.

placeholder La escritora norteamericana Ottessa Moshfegh, que se consagró mundialmente con 'Mi año de descanso y relajación' (EFE/Andreu Dalmau)
La escritora norteamericana Ottessa Moshfegh, que se consagró mundialmente con 'Mi año de descanso y relajación' (EFE/Andreu Dalmau)

P: Y ahí está ese deseo insatisfecho o soterrado o complicado o difícil de expresar. Esto es algo que está en sus novelas. Me parece que es parte del motor de su literatura.

R: Es que no conozco a nadie que no tenga una relación complicada. Si tienes una relación larga es complicada porque si no lo es de alguna manera es que estás obnubilado. Creo que la forma de relacionarse con las personas es problemática. Y sin estos conflictos para mí no hay novela. Yo he ido a un instituto de chicas y había por ahí unas chicas que tenían un plato con un trozo de tarta muy pequeño, y tenían otro plato con un trozo muy grande, e iban a la gente y le decían: tenemos tarta para ti, puedes tener el trocito pequeño ahora o en 45 minutos el grande. Y adivina qué es lo que decía la gente: No, no quiero tarta. Y las chicas iban por ahí diciendo, ¡nadie coge la tarta! El experimento era sobre las gratificaciones tardías, pero estábamos en un colegio en el cual el 50% de las niñas quería perder peso, por lo que nadie quería tarta. Y cuento esto porque creo que es mucho más interesante cuando te niegas a ti mismo las cosas que sabes que te van a dar placer en lugar de cogerlo, sentir placer y fin de la historia.

P: Interesante… Como lo es que en este momento en el que la industria está volcada en historias de mujeres (de todo tipo) tengamos esta novela tan masculina.

R: Bueno, no lo sé, ahí está Annie Proulx con Brokeback Mountain. No soy homófoba ni un hombre homófobo. Para mí es que ni siquiera es una novela controvertida son simplemente dos seres humanos, dos personajes… Tal vez para mí era más fácil porque no estaba revelando nada de mí.

P: Sí, pero lo decía sobre todo porque la industria apuesta más por historias femeninas escritas por mujeres, no porque sea una historia controvertida.

R: Porque son las mujeres las que compran los libros. La industria se ha dado cuenta de eso y ya está, lo cual es ridículo porque el género de la novela surgió del mercado para las mujeres y, de repente, los hombres se adueñaron de esto, pero al principio la novela surge para mantener a la mujer ocupada, se entretuviera e hiciera contenta la cena a los hombres… En fin, todo ridículo.

"Es mucho más interesante cuando te niegas a ti mismo las cosas que sabes que te van a dar placer en lugar de cogerlo, sentir placer y fin"

P: Y ahí cuelas tus novelas… que a mí me parecen rara avis en este mercado.

R: Esta novela es rara no porque hable de una historia de amor entre hombres sino porque también tenemos asesinatos, es un libro de viajes… Y no es una novela histórica pero sí que sucede en el año 1850 en Salem, sí, donde las brujas, el Salem famoso…

P: ¿Qué significan todos los lugares que aparecen y todo lo que aparece en la novela?

R: No me la inventé. McGlue es real, existió. Yo estaba viviendo en Nueva Inglaterra cuando estaba en la universidad y estaba leyendo archivos de periódicos muy antiguos. Me fascinaba cómo estaban escritos y cómo describían el mundo en el que yo crecí pero hace más de cien años. Y encontré un artículo muy breve que solo decía McGlue como título y era como un anuncio. No daba ninguna explicación ni detalle, solo el hecho de que se había resuelto el juicio de McGlue y se le había nombrado no culpable de asesinato porque tenía un traumatismo craneal muy grave por saltar de un tren en marcha tres meses antes y porque estaba borrachísimo cuando mató al señor Johnson en Zanzíbar. Y le identifiqué como un marinero de Salem. Así que ahí tenía todos los hechos y no tenía que inventar Salem porque ya existía.

P: Acaba de hablar sobre el Salem de hace más de cien años. En la novela hay algunas escenas sobre la religión en esa época, con una crítica, me parece, al fundamentalismo cristiano. La religión está muy presente en su obra, sobre todo desde su parte más extrema.

R: Creo que el fundamentalismo es una manipulación de la espiritualidad. Creo que hay muchas religiones muy bonitas y las fundamentalistas parecen funcionar más como una secta más que como una forma de vida.

P: ¿Ve fundamentalismo religioso en su país hoy?

R: Crecí rodeada de personas judías y a veces pienso, ¿quiénes son las personas que persiguen a los otros? Normalmente las fundamentalistas. O sea, ¿quieren la paz? No, no creo.

P: Aquí empezamos a leerla con 'Mi año de descanso y relajación' en el que hablaba principalmente de la apatía mundial. Fue escrito antes de la pandemia. ¿Nos despertamos?

R: No lo sé. Me encantaría tener una herramienta para medir la apatía. Ahora mismo en ciertas esferas sociales de EEUU todo el mundo está intentando comportarse lo mejor que puede para que no les cancelen. Y eso creo que genera apatía porque la gente no puede expresar lo que piensa…Pero también creo que no hay nada malo con la apatía. Solamente es un sentimiento. El actuar sobre la apatía de cualquier forma violenta es peligroso, pero a la vez es peligroso cuando no se te permite ser negativo.

"El actuar sobre la apatía de cualquier forma violenta es peligroso, pero a la vez es peligroso cuando no se te permite ser negativo"

P: Usted desde luego en sus libros no se corta. Ni con las historias ni con el lenguaje ni con los personajes. Hay hasta mujeres gordas a las que se las llama gordas sin florituras. Sin embargo, en su país parece que la corrección política va a más y más.

R: Si te refieres a lo que la izquierda dice sobre la gente trans y la extrema derecha que dice que están convirtiendo a nuestros hijos en gays, son los extremos del espectro de la gente más estúpida que se toma todo de la forma más literal y que no entienden absolutamente nada. Esas personas estúpidas son las que van al McDonalds, las que echan gasolina en el coche, las que cancelan series de televisión porque no ganan suficiente dinero… A ver me encanta EEUU, me encanta el idioma inglés, y creo que esto está pasando en todas partes, no solo en EEUU. Tenemos a esta gente tan adicta a su propia ignorancia… Ni siquiera entienden las tradiciones. Piensan que valen más que el avance de una cultura. Es la misma gente que le da igual si nos estamos cargando el planeta. No estoy segura de que EEUU sea el experimento apropiado para probar qué razonabilidad es la ideal porque es un país tan grande… Tiene 50 estados y cada estado tiene su propia agenda… El problema es que todo el mundo es adicto a la televisión.

P: ¿Está desapareciendo la metáfora? Con este reinado de la literalidad, ¿malos tiempos para la lírica?

R: No, no lo creo. Las cosas cada vez son más metafóricas dentro del entretenimiento. Las conversaciones sí son literales, pero en las artes la censura sí es útil para que la gente invente maneras de esquivar ciertas limitaciones… Así pueden surgir cosas nuevas que nadie sabe cómo juzgar por ahora. Por ejemplo, la Inteligencia Artificial es definitivamente algo que está en el debate ya que por un lado nos puede resolver muchísimos problemas, y eso es lo que yo creo, pero también hay personas que dicen que esto va a arruinar la cultura, las relaciones humanas, el arte, la escritura… Yo no lo siento así. Si la IA me puede decir por ejemplo cómo curar el cáncer de mi padre, adelante, desde luego.

"El hecho de que haya llegado una persona como Trump solo significa que el sistema está roto"

P: Otro asunto en su país candente son las próximas elecciones. ¿Cómo las aborda? ¿Le preocupan?

R: Es un sentimiento un poco inquietante. Me gustaría pensar que todo es gracioso, pero sabiendo lo que hizo Trump y cómo terminó su presidencia lo que sí creo es que si él dice que va a haber un baño de sangre lo va a haber. Y eso lo dijo ayer [este pasado lunes], que si no gana las elecciones habrá un baño de sangre y la gente va a morir. Y creo que es cierto. Eso desde luego me asusta.

P: ¿Biden tiene posibilidades de ganar y cortar eso?

R: Biden puede ganar, pero entonces habrá un baño de sangre así que… O Trump es el próximo presidente o si no mucha gente va a morir. Ese es el mensaje. Y el hecho de que haya llegado una persona que piensa así solo significa que el sistema está roto.

Ottessa Moshfegh (Boston, 1981) causó revuelo en 2019 con Mi año de descanso y relajación, una novela que proponía meterse bajo las sábanas, bajar las persianas y cultivarse a una misma en su caldo de apatía. Por supuesto, era mucho más que todo eso y revelaba un cierto estado del malestar. Y era, sobre todo, una literatura diferente. Desde entonces se ha ido publicando su obra en español. Cortante, desafiante, políticamente incorrecta, historias que, como poco, dan que pensar.

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