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Esta hispanista de Oxford explica por qué a los británicos les fascina El Quijote
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ENTREVISTA

Esta hispanista de Oxford explica por qué a los británicos les fascina El Quijote

Imogen Choi está especializada en literatura española de los siglos XVI y XVII y en la actualidad realiza una estancia de investigación en el Centro de Documentación San Justino, vinculado a la Universidad San Dámaso

Foto: La hispanista Imogen Choi en el centro de Documentación San Justino de la Facultad de Literatura Cristiana y Clásica de la Universidad San Dámaso. (Universidad de San Dámaso)
La hispanista Imogen Choi en el centro de Documentación San Justino de la Facultad de Literatura Cristiana y Clásica de la Universidad San Dámaso. (Universidad de San Dámaso)

Hay una larga tradición de británicos que se enamoran de la literatura española y consagran su vida a estudiarla. Y la lista de hispanistas procedentes del Reino Unido no deja de incrementarse. Imogen Choi es un de las últimas incorporaciones a ese elenco de británicos dedicados a estudiar la lengua y la cultura hispanas. Profesora de Español en la Universidad de Oxford, especializada en la literatura española de los siglos XVI y XVII y autora de The epic mirror (un ensayo sobre la poesía y los conflictos éticos y políticos en el Perú colonial), en la actualidad está realizando una estancia de investigación en el Centro de Documentación San Justino, vinculado a la Facultad de Literatura Cristiana y Clásica San Justino, de la Universidad San Dámaso (Madrid). Aprovechamos para entrevistarla.

PREGUNTA. ¿Por qué muchos grandes hispanistas son (o eran) británicos? ¿Qué es lo que atrae a los británicos de la lengua y la literatura españolas?

RESPUESTA. Existe una larga tradición de hispanismo británico, que se remonta por lo menos al siglo XIX. Hay cierta tendencia a resaltar la leyenda negra y la larga historia de conflictos entre los dos países, pero, al lado de esto, y menos comentado, siempre ha habido bastante intercambio cultural y una fascinación mutua. En los siglos XVI y XVII, los grandes clásicos españoles, y aun obras de devoción católicas, se leían asiduamente y se traducían en la Inglaterra protestante… Y, en tiempos modernos, muchas figuras destacadas se desplazaron entre los dos países. Pienso, por ejemplo, en los intelectuales británicos que fueron a luchar independientemente en la Guerra Civil española o en los exiliados españoles que vinieron a residir en Reino Unido.

En el momento actual, afortunadamente, el hispanismo británico se mantiene en vigor, y se debe fundamentalmente a que el español se estudia cada vez más en los colegios (durante los últimos dos años llegó a ser la lengua extranjera con el número más elevado de candidatos para el equivalente del bachillerato, superando al francés) y en las universidades. Con el paso del tiempo, algunos de estos alumnos se convierten en hispanistas futuros. Pero estas estadísticas no explican totalmente el fenómeno, porque el auge del español como materia escolar y universitaria no ha sido el resultado de ninguna política (todo lo contrario, el panorama global de estudio de las lenguas modernas en Reino Unido es poco alentador), se ha ido desarrollando de manera orgánica. De los alumnos que solicitan la admisión en la Universidad de Oxford, veo que muchos tienen una afinidad extraacadémica con España, un vínculo, digamos, más bien emocional (vacaciones, afición al fútbol, la música, las series), que luego despierta su interés por otros aspectos culturales e intelectuales, como el teatro, la historia y la literatura. Y en las facultades universitarias hacemos lo que podemos para seguir estimulando este interés.

El hispanismo británico se mantiene en vigor, y se debe fundamentalmente a que el español se estudia cada vez más en los colegios

P. El hecho de que un estudioso no sea español y tenga, por tanto, un poco de distancia hacia la lengua y la literatura en español, ¿puede ser una ayuda a la hora de ser hispanista?

R. Tiene ventajas e inconvenientes. Soy muy consciente de que, a la hora de leer la literatura en español, hay cosas que se me escapan —alusiones a refranes, paisajes o costumbres, por ejemplo—, que en mi caso hay que aprender laboriosamente y a otro quizá se le ocurrirá sin que lo tenga que pensar. También es verdad que en mi carrera he trabajado tanto la literatura española de los siglos XVI y XVII como la llamada literatura colonial o virreinal de la misma época, y veo que hasta cierto punto un español, por ejemplo, que aborde esta última se tendrá que enfrentar a algunos de los mismos problemas. No tiene por qué ser problemático con tal de que sea igual de consciente de este hueco que hay que compensar.

Y, en cuanto a las ventajas, veo que muchos españoles se desaniman al acercarse al lenguaje del Siglo de Oro, no solamente porque sea antiguo, sino porque muchos autores de este periodo buscan y favorecen la dificultad y hacen trabajar al lector. No veo el mismo desánimo ni miedo en los alumnos ingleses que abordan por primera vez estos textos, porque ya están aprendiendo una lengua nueva, y cada texto, moderno o antiguo, les presenta cierto desafío, y así lo asumen con naturalidad.
Creo que también puede ser una ventaja estar más distante de las polémicas que muchas veces suscita, en mi caso, el Siglo de Oro en el ámbito español. No siento la necesidad de tomar una postura política en mis investigaciones, sea a favor o en contra del imperio, intento comprenderlo en sus propios términos. Si lo consigo es otra cuestión, que nuestras reconstrucciones e interpretaciones de los textos históricos siempre serán parciales y hasta cierto punto productos de la imaginación, una herramienta imprescindible para el filólogo.

P. ¿Por qué los estudiosos extranjeros se interesan tanto por el Siglo de Oro? ¿Qué tiene de fascinante?

R. Creo que el Siglo de Oro tiene encantos que comparte con la demás literatura europea del mismo periodo y también algunos propios. Para mí, nunca deja de fascinarme que a veces los autores del Siglo de Oro parezcan tan asequibles que nos hablan casi sin barreras de experiencias universales o nos recuerdan nuestra problemática moderna, pero luego un par de frases más tarde parecen venir de otro mundo, con valores y perspectivas tan distintos que deslumbran.
Simplemente, muchos textos del Siglo de Oro son bellos, extremadamente bellos, y originales. No hay nada como el Don Quijote, ni la poesía de Góngora, ni La vida es sueño. Invitan a entrar en el imaginario que los engendró. Es una aventura. Claro que el estudio de las obras de Shakespeare o Milton puede ser igual de ilusionante, pero quizá pierde algo por la familiaridad. Además, me parece que en los estudios áureos todavía queda mucho por hacer: muchos textos, no solo de importancia histórica, sino de valor literario, siguen sin editarse, o sin ediciones fiables y disponibles, y otros carecen casi de estudios de rigor. Como siglodeorista es más fácil encontrar un campo y contribuir a algo tangible en esa disciplina.

placeholder La hispanista de la Universidad de Oxford Imogen Choi, en los jardines de la Universidad de San Dámaso en Madrid. (Cedida)
La hispanista de la Universidad de Oxford Imogen Choi, en los jardines de la Universidad de San Dámaso en Madrid. (Cedida)

P. Hablaba antes de la dificultad que muchos autores del Barroco buscaban al escribir. ¿Por qué les atraía tanto hacer sus poesías complicadas?

R. En primer lugar, no les atraía siempre la dificultad. La poesía de esta época se disfrutaba de muchas maneras, y una de ellas siempre fue la diseminación oral. Góngora y Sor Juana, dos de los poetas más difíciles de este periodo, también escribieron versos limpios que se cantaron por la calle o durante las fiestas religiosas. Una característica de la poesía barroca es el mantener en equilibrio —o en desequilibrio— las tradiciones populares, castizas, vulgares, junto con las más refinadas y cultas. Muchas veces alternan constantemente dentro de un mismo poema.

Pero, sí, hay sin duda un gusto por lo difícil. No es solo que los poemas hayan llegado a parecernos más difíciles por la distancia que nos separa de esa época, sino que sabemos que aun los lectores contemporáneos de las Soledades, para tomar el ejemplo más notorio, las tachaban muchas veces de indescifrables. ¿Por qué buscaban la dificultad? Primero, en los términos de entonces, para avivar el ingenio, o sea para ejercer la inteligencia y la imaginación, tanto las del escritor como del lector u oyente. Se divertían enredando y desenredando el sentido de los poemas como nosotros disfrutaríamos con un sudoku o un criptograma. También tenía su aspecto menos superficial. A veces, las grandes verdades —de la fe cristiana, por ejemplo— se envolvían en una lengua obscura para expresar su naturaleza misteriosa y paradójica. O, al contrario, esta oscuridad aplicada a las cosas sencillas revelaba la hermosura que se escondía en la vida cotidiana. Baltasar Gracián, el gran teorista barroco de la poesía de su época, escribe acerca del concepto, la clave de muchas de las dificultades que presenta esta poesía, que "lo que es para los ojos la hermosura, y para los oídos la consonancia [o sea, la armonía], eso es para el entendimiento el concepto".

P. ¿Y tiene sentido tratar de descifrar esos textos?

R. Para algunos sí, para otros no. A algunos siempre les parecerá una pérdida de tiempo esforzarse tanto para descubrir algo que les parezca una nonada. Para otros, hay un momento no solo de satisfacción, sino casi de revelación al caer en la cuenta de lo que significa una imagen enigmática, al encontrar esa belleza sorprendente creada de los componentes menos probables.

P. Cambiando de tema, ¿cómo afectó a la literatura española la expulsión de los judíos? ¿Cómo fue la literatura de la diáspora sefardí?

R. Para empezar con lo más obvio, la expulsión de los judíos desplazó la actividad literaria de los exiliados hacia lugares fuera de la Península, sobre todo a otras partes de Europa y al Imperio otomano. Y esto condicionó la literatura que desde entonces se engendraba. Empezó a bifurcarse en varias tradiciones lingüísticas —el aljamiado, el hebreo, las lenguas vernáculas de los pueblos receptores, además del español y portugués—, pero, y es algo que se comenta mucho, los sefardíes seguían favoreciendo el uso del español como lengua literaria aun muchas generaciones después de la expulsión. También se mantenían en contacto con las novedades literarias de los reinos hispánicos: por los nuevos migrantes que salieron de España y Portugal para unirse a las comunidades judías establecidas, pero también por las redes comerciales, sociales y familiares que seguían manteniendo con los territorios de la monarquía católica. La literatura diaspórica pertenece plenamente al Siglo de Oro y, al mismo tiempo, aporta otras influencias y géneros productos del exilio. Hay mucha literatura religiosa, tanto apologética como para el uso litúrgico y didáctico de las sinagogas, pero también poemas, obras de teatro, sátiras, textos en prosa, canciones, traducciones…, cosas que se leían o se escuchaban, digamos, por placer. Todavía falta una aproximación moderna a muchos de ellos.

'El Quijote' se lee muchas veces en versiones adaptadas y abreviadas. Este ejercicio de adaptación no se realiza con Shakespeare

P. Dígame algo de Cervantes y del Quijote que no se haya dicho… ¿O está ya todo dicho al respecto?

R. ¡No soy cervantista! Y tampoco creo que está todo dicho. Se siguen diciendo cosas nuevas acerca del Quijote, algunas más convincentes que otras. Tengo unos barruntos míos, como, por ejemplo, sobre el papel que juega la épica en las obras cervantinas, pero todavía no me he atrevido a salir con ellos…

P. ¿A usted cuál es el periodo que más le atrae de la literatura española? ¿Por qué?

R. Creo que las anteriores respuestas habrán dejado claro que es el Siglo de Oro. Pero me fascina la literatura española de todas las épocas: empecé estudiando la medieval, enseño textos de todos los periodos, y leo cosas modernas por placer. También me interesan las películas, tanto españolas como americanas.

P. ¿Le parece que Cervantes y el Quijote se leen en España tanto como en el Reino Unido Shakespeare?

R. La verdad es que no lo sé; no he pasado suficiente tiempo aquí para tener una opinión certera al respecto. Veo que el Quijote se lee muchas veces en versiones adaptadas y abreviadas, que tienen la ventaja de familiarizar a los lectores, sobre todo a los jóvenes, con los personajes y el mito. Idealmente, esto no sustituiría el texto completo, sino que constituiría un primer paso para abordarlo. Curiosamente, este ejercicio de adaptación no se realiza tanto con Shakespeare, que se suele estudiar y representar en su lengua original, por más que se cambien libremente otros aspectos de la caracterización y el escenario. Quizá se debe a que la lengua de Shakespeare se considere algo indisoluble de su genio, y quizá por ser una obra representable, que se puede entender de una manera visual aunque no se entiendan todos los matices lingüísticos.

P. Como hispanista, ¿qué le gustaría descubrir?

R. ¡Un nuevo texto literario! De vez en cuando aparecen estos hallazgos: hace dos años, una investigadora de mi universidad, Maria Czepiel, encontró dos poemas perdidos de Garcilaso escritos en un libro impreso que se conservaba en una biblioteca checa, y por las mismas fechas, con la ayuda de la inteligencia artificial, un equipo de investigadores identificó una nueva comedia de Lope en la Biblioteca Nacional de España. Cuando se encuentran estas obras muchas veces son un resultado fortuito de otra investigación, pero ¿quién sabe?

Hay una larga tradición de británicos que se enamoran de la literatura española y consagran su vida a estudiarla. Y la lista de hispanistas procedentes del Reino Unido no deja de incrementarse. Imogen Choi es un de las últimas incorporaciones a ese elenco de británicos dedicados a estudiar la lengua y la cultura hispanas. Profesora de Español en la Universidad de Oxford, especializada en la literatura española de los siglos XVI y XVII y autora de The epic mirror (un ensayo sobre la poesía y los conflictos éticos y políticos en el Perú colonial), en la actualidad está realizando una estancia de investigación en el Centro de Documentación San Justino, vinculado a la Facultad de Literatura Cristiana y Clásica San Justino, de la Universidad San Dámaso (Madrid). Aprovechamos para entrevistarla.

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