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'Forever', las máscaras que emocionan sin decir nada crean una de las grandes obras de 2023
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hasta el 30 de diciembre

'Forever', las máscaras que emocionan sin decir nada crean una de las grandes obras de 2023

Los vascos de Kulunka Teatro han estrenado uno de los mejores montajes del año, en el que nos hablan de amor, sobreprotección, incomunicación, familia y la pareja. En el María Guerrero (Centro Dramático Nacional)

Foto: Escena de 'Forever', de Kulunka Teatro
Escena de 'Forever', de Kulunka Teatro

Una plataforma giratoria es el convoy que la compañía vasca Kulunka Teatro ofrece al espectador en su última obra, Forever. En cuanto este se sienta en la butaca no le queda más remedio que subirse a él, atarse el cinturón y dejarse caer por una montaña rusa en la que va a transitar por todo tipo de emociones, desde la carcajada más sonora al llanto. Pero para eso, para que a una le zarandeen, está precisamente el teatro y los Kulunka lo han vuelto a conseguir: Forever es uno de los mejores montajes de 2023. Hasta el 30 de diciembre se puede ver en el María Guerrero de Madrid (Centro Dramático Nacional).

La idea originalísima de esta compañía creada en 2010 por Garbiñe Insausti y José Dault en Hernani (Guipúzcoa) es que trabajan con máscaras de látex (creadas por la propia Insausti). Y la obra, como sucedía con sus anteriores montajes André y Dorine y Solitudes, no tiene ni una sola palabra. Todo es gesto corporal, pero no es mimo ya que ni siquiera es facial. Y, asombrosamente, consiguen llevarte a donde quieren. Y ese a donde quieren es al punto exacto donde las emociones escuecen. Muchas veces cuánta palabrería se ha quedado, por el contrario, en la más absoluta nada.

Forever -quizá lo peor sea el título de la obra- es la historia de una familia que comienza cuando la pareja se enamora y decide tener un hijo. Los nervios -la escena del predictor es fantástica- y la pasión de ambos por la llegada del bebé dan enseguida un giro de guion que aquí no vamos a desvelar, pero que introduce ya al espectador en la obra y no le dejará salir hasta el final.

No es, avisamos, una historia feliz sino muy cruda y extrema, pero en la que todos en algún momento nos podemos sentir identificados

Se inicia así el carrusel giratorio -maravillosa esa plataforma creada por Ikerne Giménez y Javier Ruiz de Alegría- en el que, como si fuera un plano secuencia cinematográfico, veremos distintas escenas de la cotidianidad familiar entre esta madre, padre e hijo (Insausti, Dault y Edu Cárcamo interpretan en algún momento a los tres). E iremos pasando por distintos estados de ánimo. No es, avisamos, una historia feliz sino muy cruda y extrema, pero en la que todos en algún momento nos podemos sentir identificados. Porque por ahí -desde el amor apasionado al desamor, la soledad, la rabia y el dolor- hemos pasado todos.

La obra, que han tardado dos años en trabajarla -y se nota-, aborda con esos rostros rígidos de látex temas que van a lo más profundo. El que otea por encima de todos es el de la incomunicación -”Es difícil comunicarnos”, dice su director, Iñaki Rekarte- y a partir de ahí se desmembra en cuestiones como la relación de pareja (y su sexualidad), la relación con los hijos, los hijos con los padres, la sobreprotección de los hijos, el bullying, el abandono… en un in crescendo que te deja sin aliento. Y, pese a todo, también hay lugar para el humor. De hecho, hay una escena que es absolutamente tronchante y que se agradece. Como la vida misma: qué haríamos sin esos ratitos.

No olvidemos tampoco la música de Luis Miguel Cobo, que es otro personaje más de este Forever que es difícil que se olvide una vez bajado el telón.

Éxito internacional

Kulunka Teatro no es, de ningún modo, una compañía primeriza. Es más, sus espectáculos han girado por todo el mundo -más de mil funciones en 30 países distintos- y han ganado varios premios como el Max al mejor espectáculo en 2018 por Solitudes en el que también pegaban un buen meneo emocional al espectador con la historia de un anciano que no se resigna a seguir cumpliendo sus deseos. Su tarjeta de presentación, André y Dorine, una obra sobre una pareja de ancianos que ha olvidado por qué se amaban, les puso en el mapa. Y desde entonces no se han bajado del pedestal del teatro más original (y que arrastra a un buen número de espectadores) que se ha hecho en los últimos años.

placeholder Imagen de André y Dorine (Gonzalo Jerez)
Imagen de André y Dorine (Gonzalo Jerez)

De hecho, también han transitado por el teatro de texto con obras como EDITH PIAF. Taxidermia de un Gorrión (2016) donde contaban el encuentro ficticio entre Camile Schultz, una reportera especializada en fotografiar animales e Edith Piaf, y en el que abordaban la ética periodística de la prensa amarilla; y Quitamiedos (2019), una reflexión sobre la muerte.

Curiosamente, estos días también estuvieron por Madrid los alemanes de Familie Flöz con su espectáculo Feste, sobre la preparación de una boda, en el Teatro de la Abadía. Son los grandes precursores de los Kulunka, ya que empezaron en los años noventa con un teatro muy físico y de máscaras. Ellos dicen esto de este tipo de teatro: “Dejan libre la imaginación. El espectador puede crear sus propias imágenes sin distraerse con las expresiones faciales del actor, pero como actor puedo hacer reír, llorar al personaje... y hacer reír y llorar al público”. Y eso es lo que sucede con los Kulunka. Súbanse a este carrusel de emociones y no se pierdan Forever.

Una plataforma giratoria es el convoy que la compañía vasca Kulunka Teatro ofrece al espectador en su última obra, Forever. En cuanto este se sienta en la butaca no le queda más remedio que subirse a él, atarse el cinturón y dejarse caer por una montaña rusa en la que va a transitar por todo tipo de emociones, desde la carcajada más sonora al llanto. Pero para eso, para que a una le zarandeen, está precisamente el teatro y los Kulunka lo han vuelto a conseguir: Forever es uno de los mejores montajes de 2023. Hasta el 30 de diciembre se puede ver en el María Guerrero de Madrid (Centro Dramático Nacional).

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