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Ralphie Choo: este es el mejor proyecto musical del año en España (y ha enamorado a Rosalía)
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Sold out en Barcelona y Madrid

Ralphie Choo: este es el mejor proyecto musical del año en España (y ha enamorado a Rosalía)

Se llama Juan Casado, tiene 25 años y mezcla flamenco con elementos de samba, de bossa, de R&B, de pop, de ambient, de bulería experimental, de clásica, de reggeaton... y así hasta el infinito

Foto: El artista madrileño Ralphie Choo en su single 'Gata', presentado en julio de 2023. (Warner Records)
El artista madrileño Ralphie Choo en su single 'Gata', presentado en julio de 2023. (Warner Records)

Crecer nos despoja de la manera más cruel del juego. A cada paso que damos, dejamos la infancia atrás y con ella el divertimento de jugar, la libertad de imaginar universos que sólo existen bajo nuestras propias normas, la creación en el absurdo, sin estructuras encorsetadas, ni condicionantes, sólo nuestra imaginación, nuestras manos llenas de barro y el desorden que dejamos atrás. Pero, ¿qué pasaría si llegados a la madurez, a los veinte, treinta, cuarenta años, pudiéramos seguir jugando sin ser repudiados por ello?

Es posible que esta misma pregunta asaltara en algún momento a Ralphie Choo a lo largo de la creación de su LP debut. ¿Qué pasaría si cogemos todos los sonidos que conocemos, las estructuras que hemos aprendido y las tratamos como plastilina moldeable, piezas de lego que se pueden rejuntar, reordenar, retorcer, le damos un giro de ingenio, una pizca de picardía y creamos un collage completamente nuevo que ni tan siquiera sabemos a qué va a sonar? La respuesta queda bastante clara, sí podemos seguir jugando, podemos crear más allá y dar como resultado, el mejor disco nacional del año: Supernova.

¿Pero quién es Ralphie Choo, a parte de un claro fan de la inocencia de Ralph Wiggum (Los Simpson) y su más sincera muestra de amor (I choo choo choose you)? Afincado en Madrid, Juan Casado (25), ahora convertido en Juan Salvador Gaviota en su debut, es la mente tras uno de los proyectos nacionales más ricos y prometedores de este último año que cuenta con fans como la mismísima Rosalía. Integrante en activo del colectivo Rusia-idk, donde también encontramos a sus amigos y colaboradores Rusowsky, Drummie, Mori y TRISTÁN!, ha logrado un triple sold out tanto en Barcelona (24 y 25 -doble pase- de noviembre) como en Madrid (22, 24 y 25 de febrero 2024) para presentar un proyecto que lleva gestando desde aproximadamente 2019.

Productor y beatmaker de inicio, empezó a cantar como muchos, con el bedroom pop, pero pronto dio un volantazo a su sonido. Alejado de la sobresaturación de lo urbano -si es que tiene sentido seguir utilizando esta etiqueta tan manida-, el revival del reggaeton OG, o la llegada al mainstream de la sonoridad hyperpop, lanzó Dolores y Lamento de una supernova en 2020. En este último tema destacaba su dominio del flamenco y sus claras influencias por el trabajo en estudio de artistas como Rosalía o Frank Ocean. A partir de aquí todo fue testear, jugar, mezclar y descubrir. Y aunque tener formación clásica y estudios de música no aseguran el éxito, ni todos lo que tienen éxito pasan por este filtro, a él le han dado un as en la manga.

placeholder Ralphie Choo y Rusoswki. (Warner Records/Sergy García)
Ralphie Choo y Rusoswki. (Warner Records/Sergy García)

¿Y qué haces cuándo has perfeccionado algo? Pues destruirlo para recoger los trozos y hacer algo completamente nuevo de esa herencia. ¿Os suena?¿La Rosi? Por ahí van los tiros. Gracias a su conocimiento de música clásica y flamenco, y una intuición innata a la hora de producir, sus creaciones chopead llamaron la atención de la prestigiosa plataforma Colors (Berlin); ell productor britanico Mura Masa se interesó por colaborar con él -no hay canción más estimulante que Maquina Culona- y la alfombra roja para su debut estaba puesta. Supernova llegó a nosotros a finales de verano como una bocanada de aire fresco. Un disco, que lejos de los complejos de hacer música en castellano para que se quede en nuestras fronteras, fue planteado como un disco de proyección internacional -cuenta con el ya citado Mura Masa, Paris Texas y Wet entre sus colaboradores- y fue lanzado también junto a Warner Estados Unidos.

En este trabajo Ralphie Choo nos presenta una fábula de puro realismo mágico. Al igual que la novela de Richard Bach que lo inspira, él, como la gaviota, necesita saber que hay más allá de lo establecido. En cada una de sus canciones se puede notar las piruetas artesanales que hace para trasladarnos a universos que solo existen mientras suenan. A ratos frágil, a ratos ligero, contundente, autotuneado y distorsionado en una ensoñación, un recuerdo prestado de su visión del mundo. Todas esas historias hablan de algo que no sabe.

Vale, ¿pero a qué suena todo esto? Podría haceros una retahíla, a lo lista de la compra, sobre los géneros que podemos encontrar: flamenco mezclado con elementos de la samba, de la bossa, del R&B, del pop, del ambient, bulería pero experimental, un poco de clásica que nunca está de más, patrones de reggeaton y seguir hasta el infinito. Pero la mejor manera de disfrutarlo es olvidar los géneros, las etiquetas y simplemente sentirlo.

placeholder Carátula del LP 'Supernova', de Ralphie Choo. (Warner Records)
Carátula del LP 'Supernova', de Ralphie Choo. (Warner Records)

Y aun teniendo este factor onírico, su sonoridad nace de lo terrenal. Los vientos, metales, maderas y pianos están grabados en el estudio, son sonidos orgánicos. Luego solo se trata de añadirle un montón de samples grabados con el móvil, y procesarlos. ¿Qué deciros? Incluso suena un salero, una espátula, y hasta cuchillos en Tangos de una moto trucada. Una especie de Fantasia 2000 de la era internet. No hay normas. La idea es cogerlo todo y pasarlo bien. Un poco esa actitud de saber que se está haciendo bien mientras que uno se lo pasa aún mejor. Como Yung Lean haciendo lo que le da la gana en esta eterna aura de post adolescente. La lógica aquí no es una limitación, y la tradición funciona como un trampolín a un mundo más elevado. Una planificación impecable para después dejar volar la imaginación. Si alguien os pregunta donde estan los jovenes que tocan instrumentos que ahora todo son soniditos, auto-tune, le decís que están aquí en su plenitud, conviviendo en perfecta armonía con los soniditos y el auto-tune.

Pero su proyecto no se queda solo en el sonido. Sus visuales nos acercan, al igual que su música, al universo de los cien mil estímulos por minuto, de lo inverosímil, del infinito scroll, inputs-inputs-inputs. Su imagen no se ha popularizado como el chico guapo o deseable, sino con esa sonrisa prácticamente siniestra, inspirada en la Aphex Twin, en la que deja claro que él sabe algo más que tú. ¿El qué? Está por descubrir. Solo hace falta ver como se presenta en el escenario para saber que sus ideas van mucho más allà. Una presencia como la de tu artista favorito de trap pero en lugar de tirar de bases y un puñado de barras, su gente le acompañan con un chelo, una flauta travesera, un par de teclados y una guitarra española. Se mueve por el escenario prácticamente como si volara en un aleteo con gestualidad clown yendo de un instrumento a otro. Es hipnótico y preciso a partes iguales. Uno se ha de tomar en serio a sí mismo lo justo y necesario si lo que se quiere es divertirse. Y es una combinación de todo esto y de mantenerse fiel a si mismo lo que está atrayendo cada día a más devotos. Si el futuro pasa por reimaginar todo lo que estructura nuestra música, mientras que uno se lo pasa bien jugando, Ralphie Choo tiene la partida ganada.

Crecer nos despoja de la manera más cruel del juego. A cada paso que damos, dejamos la infancia atrás y con ella el divertimento de jugar, la libertad de imaginar universos que sólo existen bajo nuestras propias normas, la creación en el absurdo, sin estructuras encorsetadas, ni condicionantes, sólo nuestra imaginación, nuestras manos llenas de barro y el desorden que dejamos atrás. Pero, ¿qué pasaría si llegados a la madurez, a los veinte, treinta, cuarenta años, pudiéramos seguir jugando sin ser repudiados por ello?

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