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El crimen ultraderechista de El Retiro: "A Josefo lo han matado a palos"
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El crimen ultraderechista de El Retiro: "A Josefo lo han matado a palos"

María Codes firma la estupenda novela 'A corta distancia' que trae a la memoria el asesinato real del joven José Luis Alcazo a manos de varios militantes de ultraderecha en la Transición

Foto: José Luis Alcazo, Josefo, asesinado por una banda de ultraderechistas en 1979.
José Luis Alcazo, Josefo, asesinado por una banda de ultraderechistas en 1979.

Fue la tarde-noche del 13 de septiembre de 1979. José Luis Alcazo, Josefo para todos sus amigos, estaba con su pandilla de la Facultad de Historia en el parque del Retiro de Madrid. Todos acababan de licenciarse y celebraban el futuro. Alcazo quería regresar a su pueblo, Albero Bajo, en Huesca, para ser profesor. Le gustaba el campo mucho más que el bullicio de la ciudad. De repente, mientras paseaban por el paseo de Coches, un grupo de chavales salió de entre los arbustos y comenzaron a apalearlos. Josefo fue molido a golpetazos y murió; otros dos amigos quedaron muy malheridos. Una gran amiga suya, que por suerte no estaba aquel día en El Retiro, se enteró así a las dos de la mañana por teléfono: "A Josefo lo han matado a palos. El futuro del profesor oscense había desaparecido para siempre. Tenía 25 años.

Esa amiga era la escritora María Codes quien, a pesar de los años, no ha podido olvidar aquel asesinato y ha querido rescatar la memoria de Josefo —seguramente usted desconozca este crimen— en la estupenda novela A corta distancia (Pre-Textos), trufada de situaciones reales como la paliza de El Retiro y un argumento que reflexiona sobre la posibilidad de encontrarte con el agresor mucho tiempo después y en el lugar más inesperado.

placeholder 'A corta distancia', de María Codes
'A corta distancia', de María Codes

"Aquellas palizas eran algo que en aquella época ocurría. No era difícil que hubiera grupos de jóvenes ultraderechistas y que lo planificaran”, cuenta Codes a este periódico por teléfono desde un pequeño pueblo de Asturias donde se toma unos días de descanso. “Acababan de legalizar a Fuerza Nueva —partido de ultraderecha—, que tenía un ala joven, que era Fuerza Joven. Había un grupo de chicos, que se llamaban Los bateadores y algunos de ellos pertenecían a Fuerza Nueva y era bastante fácil que por tu aspecto físico, si tenías barba y pelo largo, independientemente de si militabas en un partido, te enfilaran y agredieran", comenta. Josefo y sus amigos, que no militaban en ningún sitio, tenían esas pintas. Y estaban en el parque, a donde los agresores se habían acercado para limpiarlo de "drogadictos, delincuentes y homosexuales", según declararon en el juicio en 1983. El mayor de los matones apenas había cumplido los 18 años.

Rápidamente, asegura Codes, se intentó pasar un tupido velo por todo aquello. Así eran todavía los ochenta. "El crimen fue despolitizado deliberadamente y al despolitizarlo se convirtió en un crimen común, por lo que la visibilidad que tenía fue mucho menor. En comparación con otros crímenes, pudo influir que los bateadores eran todos jóvenes, había dos chavales que tenían 14 y 15 años. Gente muy joven y que enseguida fue protegida porque eran todos hijos y familiares de altos mandos militares. Y además fueron defendidos por los abogados que luego defendieron a Tejero. Eran los abogados que tenía Fuerza Nueva para sus casos políticos", recalca la escritora, quien también destaca cómo la familia incluso tuvo que señalar que la causa de la muerte había sido un accidente. "Hubo un complot tácito para que aquello se considerase como algo diferente a lo que realmente fue. Incluso durante el juicio muchas declaraciones fueron sangrantes. Se decían para exculpar a estos chicos", añade. De hecho, la mayor condena fue de once años de cárcel; los menores quedaron absueltos. Para más inri, hasta el año 2001, Josefo Alcazo no fue considerado víctima de terrorismo por el Estado.

"Los agresores eran gente muy joven y que enseguida fue protegida porque eran todos hijos y familiares de altos mandos militares"

El impacto del crimen fue durísimo para Codes. Incluso hizo que se desligara de lo que había sido entonces su vida y que tampoco siguiera muy de cerca todo lo que pasó después con el juicio incluido. "Yo no militaba en ningún partido, pero sí me involucraba en manifestaciones y todo lo que se hacía en la facultad, y me retiré de todo eso. Empecé a viajar, dejé un poco la carrera, aunque la terminé. De repente, mi situación en la universidad me parecía muy contaminada, tan peligrosa… Me resultaba muy duro que hubiera pasado esto u otros asesinatos de jóvenes y que pasara todo medio desapercibido y acabara en nada, que no tuviera repercusiones… Así que me sentía defraudada. Pero es obvio que no lo he olvidado y al final sale por donde sale", afirma.

Una novela para la memoria

Y ha salido por una novela que le ha costado mucho tiempo finalizar porque había aspectos de su vida que no había verbalizado tampoco demasiado. "Es algo que no he hablado con nadie durante todo este tiempo, ni siquiera con mi marido", sostiene. Ya en 2020 publicó el libro de poemas Conservar al vacío (Trea), en el que aparecía el asesinato. Y poco a poco la novela fluía. "Y sí, me afectaba siempre que volvía a ella, pero lo que me afectan son las entrevistas. De todas maneras, creo que esto ayuda a darle una visibilidad que no tuvo cuando pasó", manifiesta. Precisamente, en la librería Anónima, de Huesca, A corta distancia se ha convertido en uno de los libros más recomendados de las últimas semanas. Allí tampoco quieren que el asesinato de Josefo se olvide.

Pero la novela tiene mucho más, ya que también se sitúa en el presente y retrata la violencia machista, tan transversal. Por ella aparecen casos —inventados— de catedráticos depredadores con las alumnas que en su día fueron jóvenes transgresores en la Transición y que hoy afirman aquello de "eran otros tiempos" ante las denuncias. "Como si eso fuera un argumento de peso y les exculpara de ese tipo de violencia", sostiene la escritora. También hay mujeres vulnerables, traumatizadas —en este caso por el asesinato de El Retiro— y con un sufrimiento muy soterrado que a veces conlleva el autorrechazo y el no querer ver lo que uno tiene ahí. Es, también puede decirse, una novela de mujeres doloridas.

placeholder María Codes. (Wikipedia)
María Codes. (Wikipedia)

Y, finalmente, esa situación que está latente desde el principio: ¿cómo reaccionarías si te encuentras frente a frente con un agresor después de más de cuarenta años? "Es que yo lo he pensado montones de veces. Cuando oigo crímenes de violencia de género siempre pienso, ¿y si es un amigo mío o alguien cercano a quien conozco? Porque el malo-malo nunca es malo-malo. Eso es un cómic. Pero, en la realidad y en la ficción, el malo suele ser una persona simpática y hasta encantadora. El que es violento se puede tirar 20 años siendo violento sin que nadie se entere", asegura. Y luego, al fin y al cabo, Madrid no es tan grande si te mueves por determinados círculos. "Me pregunté qué sentiría el personaje si le pasara eso. Intento que sea verosímil porque creo que la realidad es más inverosímil que la ficción. Si escribiéramos novelas con cosas que suceden en la realidad no se las creería la gente", recalca.

En A corta distancia sí hay hechos que ocurrieron y que a día de hoy producen rabia y tristeza por el país que fuimos. Y el deseo de que no lo volvamos a ser. "Yo me niego a creer que ahora hay la misma violencia. Pero sí que [la ultraderecha] dan miedo. Avanzamos hacia adelante como si fuera cuesta arriba, pero cuando damos un paso atrás es una caída vertiginosa que pueden ser 20 años de caída. Y eso me da miedo. Porque ese paso atrás no se corresponde con esos pasos adelante que son tan difíciles de conseguir", zanja. Hay personas, como Josefo, que no pudieron verlos.

Fue la tarde-noche del 13 de septiembre de 1979. José Luis Alcazo, Josefo para todos sus amigos, estaba con su pandilla de la Facultad de Historia en el parque del Retiro de Madrid. Todos acababan de licenciarse y celebraban el futuro. Alcazo quería regresar a su pueblo, Albero Bajo, en Huesca, para ser profesor. Le gustaba el campo mucho más que el bullicio de la ciudad. De repente, mientras paseaban por el paseo de Coches, un grupo de chavales salió de entre los arbustos y comenzaron a apalearlos. Josefo fue molido a golpetazos y murió; otros dos amigos quedaron muy malheridos. Una gran amiga suya, que por suerte no estaba aquel día en El Retiro, se enteró así a las dos de la mañana por teléfono: "A Josefo lo han matado a palos. El futuro del profesor oscense había desaparecido para siempre. Tenía 25 años.

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