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Descubren el secreto de la eternidad de la arquitectura romana: es "autorreparable"
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Descubren el secreto de la eternidad de la arquitectura romana: es "autorreparable"

Los romanos construían sus edificios para que durasen lo máximo posible, hasta el punto de que muchos han sobrevivido casi intactos hasta nuestros días

Foto: El Coliseo romano sigue parcialmente en pie en la actualidad, más de 2.000 años después (wirestock para Freepik)
El Coliseo romano sigue parcialmente en pie en la actualidad, más de 2.000 años después (wirestock para Freepik)

Estamos acostumbrados al deterioro de los materiales con los que fabricamos nuestras casas y monumentos. El hierro se oxida, la madera se infla y se carcome y el asfalto se desgasta. Las casas de más de 100 años están para el arrastre y nuestras aceras hay que repararlas de vez en cuando o se rompen en pedazos. Entonces, ¿cómo es posible que muchos de los edificios romanos que tienen siglos de antigüedad sigan en pie?

Todavía tenemos calzadas romanas parciales cubriendo nuestras calles, el Panteón de Roma no se ha desplomado, el Coliseo de Roma se mantiene parcialmente en pie (si no hubiese sido por culpa de los terremotos, todavía seguiría completo) y el Foro Romano, también en la capital italiana y que se puede visitar hoy en día. Esto significa que llevan más de 2.000 años en pie, y ahora es cuando se sabe el por qué de su eternidad.

Foto: Teatro Romano de Mérida. Foto: iStock

La revista National Geographic ha publicado un artículo en el que se explica que los romanos empleaban cal viva como ingrediente principal en la mezcla de su hormigón y esta argamasa se utilizaba para construir sus enormes edificios. La cal resiste muy bien los cambios del clima y el paso del tiempo, pero también tiene una característica muy curiosa: se “autorrepara”.

Hormigón que se repara solo

Los investigadores analizaron muestras de la cal encontrada en el yacimiento arqueológico de Priverum, y determinaron que se trataba de un material extremadamente resistente, a pesar de estar expuestas a las inclemencias del clima. La cal viva, a escala milimétrica, se muestra como clastos o bloques minúsculos blancos y brillantes. Estos clastos están presentes en todas las construcciones romanas.

La clave está en el tratamiento del material y su posterior reacción a los elementos

Los romanos empleaban, concretamente, óxido de calcio a altas temperaturas, para elaborar la mezcla de su hormigón. Luego, aplicaban esta masa en sus construcciones. Con el paso del tiempo, este material podía deteriorarse o agrietarse, pero era reparado al tomar contacto con el agua de la lluvia. ¿Cómo? Gracias a las reacciones químicas que sufre la cal cuando se moja, que se disuelve y se cristaliza de nuevo, volviendo a rellenar las grietas y desperfectos, ampliando su vida útil por décadas.

Curiosamente, antes se pensaba que la durabilidad del hormigón romano venía por el uso de materia volcánica en la construcción de edificios, pero es realmente su contenido en cal el que marca la diferencia. Esto abre las puertas al uso de nuevos materiales para nuestras construcciones actuales, consiguiendo mayor durabilidad y, a su vez, reduciendo la emisión de los gases de efecto invernadero que emite el cemento actual.

Estamos acostumbrados al deterioro de los materiales con los que fabricamos nuestras casas y monumentos. El hierro se oxida, la madera se infla y se carcome y el asfalto se desgasta. Las casas de más de 100 años están para el arrastre y nuestras aceras hay que repararlas de vez en cuando o se rompen en pedazos. Entonces, ¿cómo es posible que muchos de los edificios romanos que tienen siglos de antigüedad sigan en pie?

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