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Cuando el coche eléctrico era 'de chicas': así fracasa la tecnología por no contar con las mujeres
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Entrevista

Cuando el coche eléctrico era 'de chicas': así fracasa la tecnología por no contar con las mujeres

La divulgadora especializada en innovación Katrine Marçal cuenta en su último ensayo 'La madre del ingenio' cómo la cuestión de género obstruye avances para todos

Foto: La divulgadora Katrine Marçal
La divulgadora Katrine Marçal

Hasta los años setenta no se inventaron las maletas con ruedas. Y hasta los ochenta no fueron de uso común. Parece casi impensable, pero durante siglos los hombres cargaron enormes baúles y tuvieron que llevar a mano alzada pesadas maletas cuando la rueda ya llevaba bastante tiempo entre nosotros. ¿Por qué sucedió? La divulgadora sueca Katrine Marçal, especialista en temas de innovación, afirma que fue todo una cuestión de género. Por un lado, las mujeres no viajaban -ni por negocios ni por casi nada- así que nadie pensaba en que necesitaban tener maletas con una mayor facilidad para llevarlas; y, por otro, el hombre se consideraba lo suficientemente fuerte para llevar unas maletas, ya fueran las suyas o las de una mujer. Así las cosas absolutamente a nadie se le pasó por la cabeza poner unos ruedines hasta que se le ocurrió a un comercial -a quien el costó vender la idea- y fue pronto asimilada por las tripulaciones de vuelo. Hoy en día ningún hombre diría que es más débil por llevar una maleta con ruedas, pero esta percepción dominó la forma de pensar durante siglos.

El hombre se consideraba lo suficientemente fuerte para llevar unas maletas, ya fueran las suyas o las de una mujer. Así, nadie pensó en los ruedines

Otro asunto: los coches eléctricos. La creación del automóvil pasó por la electricidad, sin embargo, pronto también hubo otras marcas emprendedoras, como los Benz, que apostaron por el coche de gasolina. Estos tenían la ventaja de llevarte más lejos, de ser más veloces..., pero también eran más duros de manejar. ¿Qué ocurrió? El coche eléctrico empezó a venderse para las mujeres en los años veinte. Era el coche "femenino", que poco después se convirtió en "inferior". Los hombres preferían el gran coche de gasolina... Y hasta hoy.

De todos estos obstáculos habla Marçal en su nuevo ensayo 'La madre del ingenio' (Principal de los libros) en el que da buena cuenta de que las mujeres también han sido inventoras y emprendedoras, pero cuyos inventos y avances siempre han estado lastrados porque el dinero, eminentemente masculino -como ocurre hoy, dice, con el capital riesgo- (casi) nunca ha apostado por ellas (aunque los cambios beneficiaran a todos).

placeholder 'La madre del ingenio', de Katrine Marçal
'La madre del ingenio', de Katrine Marçal

PREGUNTA: Su libro me ha parecido muy ingenioso. ¡Yo nunca había pensado en lo de las ruedas de las maletas y lo de los coches eléctricos me parece increíble!

RESPUESTA: Para el libro llevé a cabo mucha investigación sobre diversos ejemplos. El de la maleta fue el más fácil de descubrir y lo que me sorprende es que nadie se hubiera dado cuenta porque es el ejemplo clásico de este tipo de innovación. Nadie había sumado innovación y género y visto el efecto que tenía el uno en el otro, y cuando te pones a investigar publicidad y artículos periodísticos salta a la vista. Es una muestra de lo poco que pensamos en cómo el género influye en la innovación.

P: Una conclusión del libro es que no se piensa en esas innovaciones porque es de blandos y el hombre no quiere quedar como un blando. Por ejemplo, las ruedas en la maleta no se pusieron antes porque, uno, a la mujer se le llevaba la maleta y dos, el hombre no quería pasar como un débil por no poder coger la maleta con sus manos. De alguna manera iba contra su percepción de la virilidad. ¿Complejo que persiste?

R: Sí, es espectacular ese efecto… La masculinidad es una cosa que no solamente existe sino que tiene que demostrarse continuamente. Y es muy frustrante porque lo que es ser un hombre es algo totalmente aleatorio que va cambiando según las épocas pero que siempre se empeña en restringir esa innovación y ese desarrollo. Por ejemplo, todos esos complejos que vemos ahora relacionados con el cambio climático y el medio ambiente: los hombres de verdad van en coche, no en transporte público, y además en coches enormes; los hombres de verdad comen carne roja todos los días… Parece que preocuparte por el medio ambiente es algo femenino o blandito que ellos no hacen. Y es muy frustrante porque no es un pensamiento femenino sino que debería ser universal. Igual que ahora vemos lo de la maleta y nos parece ridículo que antes no lo hubiera pues esto igual.

"Parece que estar a favor del medio ambiente es amenazar la masculinidad tradicional. Pero eso nos perjudica a todos"

P: Cosas “femeninas” que cita en su libro: la responsabilidad social corporativa, la preocupación medioambiental y justicia social. Todas ellas podrían encarnarse en una figura: Greta Thunberg. ¿Detrás de todas las críticas que recibió había una cuestión de género?

R: Sí, fue una cuestión de género que viene de muy antiguo. Estaban las brujas y ahora esto. Todavía existe esa creencia de la madre naturaleza… siempre se ha considerado como algo femenino, asociado a la mujer por lo que la lógica política que impera ahora en países que están más hacia la derecha se tiende muchísimo más a esa masculinidad reaccionaria: los hombres no nos preocupamos por la naturaleza porque es algo femenino. Parece que estar a favor del medio ambiente es amenazar la masculinidad tradicional. Pero eso nos perjudica a todos.

P: En las críticas al final también entran algunas mujeres...

R: Es verdad. Pero es natural. Todas las mujeres, en algún momento de nuestras vidas, hemos querido formar parte del grupo de los chicos. El patriarcado se sostiene con muchas cosas, pero también por las actuaciones individuales de las mujeres de una forma u otra. No me sorprende, es algo que tiende a ocurrir.

P: Una muestra bastante notable de estos obstáculos en la innovación es la salud femenina. Por ejemplo, en relación con la menstruación, la píldora anticonceptiva… Hay virus como el vph, que te puede provocar cáncer de útero, contra el que aún no hay una vacuna fiable.

R: Hay un problema de género. Pero para explicar esto lo más sencillo es seguir el rastro del dinero. Ahora mismo casi todo el dinero de las grandes fortunas se le está dando a hombres para emprender. Y si al final todos estos proyectos los hacen hombres, los temas que atañen a la mujer les van a interesar bastante menos o se les va a proporcionar una atención mucho menor. A mí me parece muy preocupante que todas estas inversiones que se están haciendo ahora y todos los negocios que están surgiendo y que van a determinar los modelos de negocio del futuro los están llevando casi exclusivamente hombres con lo cual el modelo se va a seguir replicando.

placeholder Marçal promocionando su libro
Marçal promocionando su libro

P: ¿Cómo romper esta dinámica?

R: Un par de cosas. Lo primero es que habría que reformar el sistema financiero porque ahora tenemos un sistema de capital de riesgo que no funciona para las emprendedoras. Está diseñado con una lógica muy masculina que no se adapta ni a las necesidades ni a la situación de muchas mujeres emprendedoras. Por otro lado yo en el libro he intentado contar la historia de la innovación de otra forma. Hasta ahora parece que todos los inventos los han hecho los hombres ellos solos cuando no es así. Por eso se habla de la Edad del Bronce, del Hierro, pero no de la Cerámica. Cuando un hombre innova hace tecnología, pero la mujer hace artesanía. Quería contar las cosas de una manera distinta para que las mujeres se puedan ver reflejadas en esa historia y se vean a sí mismas como innovadoras porque lo que se necesita es fomentar que las mujeres sepan que su creatividad e ingenio son necesarios e igual de válidos que los de un hombre.

P: Hablemos de las 'influencers' de las redes sociales. Un fenómeno de emprendedoras de la pasada década con las Kardashian a la cabeza: ¿progreso femenino o más manipulación, más consumismo, más capitalismo tardío y además hablando de cosas consideradas siempre femeninas: cosmética, cocina, ropa?

R: Es un fenómeno complicado. Y es además un fenómeno global que ha cambiado otros sectores de la economía. El problema no es que hayan invertido en campos tradicionalmente femeninos sino que están dependiendo de los hombres que manejan la tecnología y que son los que están detrás. Es decir, las Kardashian dominaban Instagram, pero detrás de Instagram estaba Mark Zuckerberg. Todo el modelo de negocio que estas mujeres montaron depende del algoritmo que diseñe Zuckerberg con lo cual las relaciones de poder son muy desiguales y a ellas no les favorecen. Hasta que las mujeres no sean las propietarias de estas plataformas y puedan desarrollar sus propios algoritmos y asegurarse que no se les podrá arrebatar tan fácilmente ese modelo de negocio no va a haber esa igualdad.

"El patriarcado se sostiene con muchas cosas, pero también por algunas actuaciones individuales de las mujeres"

P: ¿Debemos indignarnos porque precisamente hayan triunfado en internet esos negocios tan tradicionalmente femeninos o, al menos, es el inicio de algo? Parece que la mujer emprende sí, pero en pintalabios.

R: Hay que tomárselo como un comienzo porque al final siempre tendemos a criticar más a las mujeres por todo. De George Clooney, que promociona Tequila porque le gusta, no decimos nada aunque el alcohol sea algo muy “masculino”. Hay que empezar en algún sitio para que las mujeres ganen al final el mismo dinero que los hombres y puedan reinvertir en otros proyectos. Se trata de salir de ese ciclo de que el dinero no esté solo en manos masculinas. Sillicon Valley fue creado por hombres que empezaron con cosas como paypal y ahora están invirtiendo en cohetes. Por tanto, hay que empezar por alguna parte.

P: Por cierto, usted hace un apunte interesante. Cuando una mujer es buena en algo prácticamente se considera que es casi por naturaleza, instintivo, que ha nacido para ello y, por tanto, tampoco hace falta pagárselo muy bien. Pero cuando un hombre destaca en algo entonces es que hay que hacerle todo el rato la ola (y pagarle muy bien).

R: Es un problema muy viejo. En la cocina, si una mujer cocina es que tiene instinto, mientras que si un hombre cocina hace alta cocina. Es algo que está en el corazón de cómo funciona la economía en la que vivimos ahora mismo. El diseño, por ejemplo. Cuando los hombres eran los únicos diseñadores era una profesión de muchísimo talento y se pagaba muchísimo y en cuanto entraron las mujeres bajaron los sueldos. No tengo una respuesta para esto. Es algo muy complicado de resolver, pero lo primero que hay que hacer es ser consciente de ello porque muchas veces incluso las mujeres hemos interiorizado eso de “a mí se me da bien porque he nacido así”. Hay que ser conscientes de que no se nos está evaluando como se debería.

"Las Kardashian dominaban Instagram, pero detrás estaba Mark Zuckerberg. Todo su modelo de negocio depende del algoritmo de Zuckerberg"

P: Usted es sueca. Una mujer acaba de ser elegida como primera ministra y existe la percepción de ser un país más igualitario. ¿Es realmente así?

R: Tenemos una primera ministra mujer, pero es la primera vez y en el siglo XXI ya no es tanta innovación. Por un lado es verdad que en Suecia se invierte mucho en el campo social, en igualdad, permisos de maternidad, pero sigue habiendo muchas diferencias en los sueldos de hombres y mujeres, sigue habiendo techo de cristal. Suecia es conocida por su innovación con compañías como Spotify o Skype, pero todos los creadores son hombres blancos. Siguen teniendo un modelo de capital de riesgo en el que solo se invierte en ideas de hombres. Así que desde luego Suecia tampoco es la panacea.

Hasta los años setenta no se inventaron las maletas con ruedas. Y hasta los ochenta no fueron de uso común. Parece casi impensable, pero durante siglos los hombres cargaron enormes baúles y tuvieron que llevar a mano alzada pesadas maletas cuando la rueda ya llevaba bastante tiempo entre nosotros. ¿Por qué sucedió? La divulgadora sueca Katrine Marçal, especialista en temas de innovación, afirma que fue todo una cuestión de género. Por un lado, las mujeres no viajaban -ni por negocios ni por casi nada- así que nadie pensaba en que necesitaban tener maletas con una mayor facilidad para llevarlas; y, por otro, el hombre se consideraba lo suficientemente fuerte para llevar unas maletas, ya fueran las suyas o las de una mujer. Así las cosas absolutamente a nadie se le pasó por la cabeza poner unos ruedines hasta que se le ocurrió a un comercial -a quien el costó vender la idea- y fue pronto asimilada por las tripulaciones de vuelo. Hoy en día ningún hombre diría que es más débil por llevar una maleta con ruedas, pero esta percepción dominó la forma de pensar durante siglos.