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Carlos Zanón: “En España se considera que los artistas no tienen un trabajo de verdad”
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Entrevista

Carlos Zanón: “En España se considera que los artistas no tienen un trabajo de verdad”

El escritor barcelonés publica 'Love song', una novela sobre músicos que es, en realidad, un homenaje al arte y a la necesidad de seguir siendo creativo "aunque uno ya esté cansado"

Foto: El escritor barcelonés Carlos Zanón (EFE)
El escritor barcelonés Carlos Zanón (EFE)

Jim, Eileen y Cowboy son tres rockeros a los que la juventud les ha pasado ya por delante. Cuando quedan atrás los días de vino y rosas (aunque las drogas, el sexo y el rock and roll de alguna manera persisten si bien de forma melancólica) deciden embarcarse en una gira como si estuvieran en el mismísimo año 1985 "porque había buenas canciones", como dice uno de los personajes.

Y a partir de ahí Carlos Zanón (Barcelona, 1966) va hilvanando su última novela, 'Love song' (Salamandra, a la venta este enero), que va de unos músicos, pero salta mucho más allá de la música. El escritor, que también ha escrito canciones para músicos como Loquillo y que hizo ya de novelas como 'Yo fui Johnny Thunders' un alegato pro musical, se recrea aquí en un homenaje a la creación, al arte, a la necesidad de seguir siendo creativo. Algo que, como dice en esta charla telefónica, la primera sobre su nueva novela, todavía sigue sin estar aplaudido en nuestro país.

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'Love song', de Carlos Zanón

PREGUNTA: Hay desde el inicio de la novela una cosa como tristona de algo, unas vivencias, que ya se acabaron.

RESPUESTA: Quería poner a los personajes en tránsito desde una época que se acaba. Tienen que cerrar una etapa y se plantean que a veces tienes que cortar los lazos que te han sostenido para poder crecer. También me interesaba tocar una serie de temas para ir a terrenos narrtivos que me interesan y que me anticipan algo nuevo. Más que tristeza lo que yo creo es que es crespuscular. A ratos es más luminosa, pero otras veces no, en ese sentido de cerrar la infancia y enfrentarse a lo que significa ser adulto.

P: Pero da un poco de cosa que estos músicos, que están en la cincuentena, decidan hacerse una gira como si estuvieran en 1985.

R: Más que un ejercicio de nostalgia lo hacen es un ejercicio de nihilismo. Ellos son conscientes de que esa vuelta es casi una parodia. Medio en broma medio en serio lo que hacen es un poco ir hacia esa especie de parodia y cerrar una etapa. Son conscientes de que no van a poder recuperar el inicio de la amistad ni de su contacto con la música, pero a pesar de eso les sigue entusiasmando el hecho de la creación. Para mí es muy importante la indagación sobre el hecho creativo que nos trasciende, nos redime en esa búsqueda de la belleza incluso cuando ya estás muy cansado. Y luego hay otro aspecto que era la idea de la amistad como un arma destructiva. Esa sensación de que a veces para ser digno para tu amigo acabas siendo quien te gustaría ser pero quien no puedes ser.

P: No obstante, ¿estabas pensando en algún grupo señero de los que ahora se reúnen después de años sin tocar juntos?

R: La verdad es que no. Los tres tipos son tipos talentosos y a su manera los tres están todavía significando algo. Jim desde un ámbito más comercial, pero los otros dos son músicos reputados. Por eso me hacía gracia que para los públicos de los cámpings todo lo que tocaban no funcionaba. No quería contar el regreso de una banda que ya no importa nada sino al revés. Gente que tiene talento y que se encuentra con que casi casi tiene que volver a empezar a tocar mal. Una cosa que a mí me ha gustado mucho del rock and roll es que es una música que a medida que la tocas empiezas a tocar bien y dejas de tocar rock and roll. El rock tiene ese punto de que cuanto más primario seas y más imperfecto es como más auténtico.

"Aquí la cultura es sospechosa de… porque parece que solo son trabajadores los que son torneros-fresadores o los del traje de una multinacional"

P: ¿Es esta novela una vuelta a ‘Yo fui Johnny Thunders’, pero en vez de rock, con aire de balada?

R: No me gusta transitar por territorios que ya conoces. Probablemente ‘Yo fui Jhonny Thunders’ sí es más generacional y más musical. Ahora me interesaba más hablar del hecho creativo. Ellos solo encuentran cierta armonía cuando están sobre el escenario o cuando están componiendo. En ese sentido es menos generacional y circunstancial que Johnny Thunders, que era testimonial; aquí es más un homenaje al creador, al músico. Lo único que nos redime es el sentido del arte en el presente.

P: ¿Somos respetuosos en España con los creadores?

R: No. No sabemos ver, como pasa en otros países como Francia o Inglaterra, que son los artistas los que participan del valor universal de un país. Es decir, a las ciudades la gente acude a verlas por la representación que los artistas han hecho de ellas. Por lo que han visto en películas, lo que han leído en novelas. La gente va a Nueva York o Barcelona porque ha habido muchos artistas que han mirado sobre la misma ciudad. La gente va buscando la representación. Yo creo que aquí el creador se sigue identificando con alguien que no tiene un trabajo de verdad sino un hobby más o menos divertido y le puedes pedir siempre que cante una cancioncita o que te escriba algo de manera gratis. No se valora y creo que es una pena. Los ingleses lo tienen muy claro. La música pop es un bagaje que les ha universalizado. Los músicos han hecho más por el PIB que cualquier otra cosa.

"Los ingleses lo tienen muy claro. La música pop les ha universalizado. Los músicos han hecho allí más por el PIB que cualquier otra cosa"

P: Estaba pensando en las peregrinaciones a Liverpool para ver The Cavern, el garito donde empezaron a tocar Los Beatles.

R: Claro, y la ruta, los lugares… Allí hay un respeto por la cultura popular y lo que representa. Y estamos hablando de rock, pero aquí también podríamos hablar del flamenco. Realmente hay como un lugar común de no tomarse en serio a auténticos creadores que son los que crean los sitios, los lugares, los recuerdos, los que nos indican cómo tenemos que vivir. Todos hacemos todo porque lo hemos visto en una película o lo hemos leído en un libro. O nos hemos enamorado o desenamorado persiguiendo una canción. O porque nos ha consolado. No somos conscientes de la fuerza de todo eso.

P: No sé en Barcelona, pero en Madrid, por ejemplo, no hay casas-museo de escritores como Galdós. Y muchas otras se han dejado en la ruina. Y esto lleva pasando décadas, siglos.

R: Sí, sí, absolutamente. Eso es porque la gente que se dedica a la cultura es sospechosa de… porque parece que solo son trabajadores los que son torneros-fresadores o trabajan en una multinacional con un aspecto de ejecutivo. No se valora en absoluto al artista.

placeholder Carlos Zanón (EFE)
Carlos Zanón (EFE)

P: ¿Por qué crees que sucede esto en España y no en otros países?

R: Probablemente tiene unas raíces de conflicto social, del creador como un entretenedor, como alguien que está ahí para entretener. También tiene que ver con el concepto de hidalguía. Eso de gente que trabaja y gente que no trabaja. Y luego es que no somos un país culto en el sentido de que valoremos la cultura en un sentido general. Supongo que tiene que ver con unas políticas culturales muy determinadas al servicio de intereses políticos. Seguimos creyendo en los nuestros y los otros en cuanto a los creadores. Hay una especie de cainismo muy de aquí y eso lleva a crear una especie de sistema muy denostado de la cultura. Resulta muy complicado no ir a ver una película de un director porque sea de izquierdas o de derechas.

P: Y eso del sector subsidiado…

R: Exacto. Y decir que no aportan nada, que son unos mantenidos, unos zánganos. Y creo que es muy injusto porque el turismo, del que España es tan dependiente, va a las ciudades en busca de la proyección que han hecho los artistas no los políticos. La gente va a encontrarse a Gaudí, a Goya, a Galdós porque están en el imaginario.

"No somos un país culto, no valoramos la cultura. Supongo que tiene que ver con unas políticas culturales al servicio de intereses políticos"

P: ¿Los escritores tenéis más fácil escapar de este escrutinio porque, de alguna manera, no hay tanta dependencia de la subvención?

R: En el ámbito de la novela la parte buena es que existe un mercado y esto significa que no tienes que estar pendiente. Yo nunca he recibido ningún tipo de ayuda, pero ni de beca ni nada. Ninguna ayuda del Estado ni de un banco. Los escritores no generamos un proyecto que exija una inversión muy excesiva. eso nos permite a priori ser más libres. Pero encuentras que tampoco hay tantos productos de escritores que trasciendan del mercado y pongan nerviosos al mercado. Siempre se está pendiente de si eso va encajar y si se va a poder vender o no. Aunque entiendo que no depender de un banco o de una beca o del Estado te da la libertad de escribir como quieras y de lo que quieras.

P: Ahora que hablas del mercado, estamos en un momento en el todo es muy efímero. Al contrario de lo que ocurría en la época de los músicos de tu novela ahora los hits no duran ya nada. Ni las grandes estrellas.

R: Se ha fagocitado todo mucho. Los protagonistas de ‘Love song’ son conscientes de que su mundo ya no existe. No existe ese concepto de la música como algo muy orgánico. Antes tenías una vinculación con determinada música, con el grupo… Pero también creo que la música pop tiene ese concepto de lo efímero. Lo que sucede es que hay veces que, de una manera que nadie puede prever, hay canciones que se quedan. La gente siempre tiene una vinculación muy especial con los músicos cuando tienes 16 o 18 o 20, 30 o 40 años y tienes una especie de lealtad hacia ese músico aunque después no haga nada. Tienes una deuda con él porque ha sido muy generoso contigo. Te ha dado algo que nunca le vas a poder pagar. Por eso decidí también que en mi novela fueran músicos. Por la generosidad.

P: ¿Crees que se van a quedar los grandes éxitos del reaggeton de este año?

R: No lo sé, pero ese es el mismo discurso que cuando salió el rock and roll. El rock and roll ahora no tiene nada de transgresor y el reaggeton sí. También es una música de gente que ha encontrado una vía en ese estilo y esa manera de hacer las cosas. Una cosa es que tú por edad no conectes. Yo no conecto, pero no creo que se tenga que denostar porque además estás articulando el mismo discurso que te molestaba tanto cuando tú eras chaval y tu madre te decía, esto no va a durar ni dos años, y tú pensabas, y qué más da si no duran dos años si yo me voy a morir con 25. Así que de aquí a unos años veremos un revival de músicos de reaggeton haciendo giras hinchados de kilos y con alopecias terribles.

"El rock and roll ahora no tiene nada de transgresor y el reaggeton sí. También es una música de gente que ha encontrado una vía en ese estilo"

P: Veremos, veremos. Volviendo a la novela en esta aparecen personajes como el taxista Sandino, el protagonista de tu anterior novela ‘Taxi’.

R: Sí, sí, me gusta que en mis novelas aparezcan personajes de otras, que haya como túneles tan oscuros que solo entiendo yo. Para mí Sandino fue un personaje que me ayudó mucho porque ‘Taxi’ fue una novela que funcionó muy bien. ERa un personaje muy complicado y tuve la sensación de que me gustaría recuperarlo de alguna manera. Y me salió la idea de que en vez de darle un papel protagonista que tuviera una aparición de personaje secundario. Era un juego que me apetecía y probablemente sea un personaje que vuelva a retomar.

P: ¿Y a Carvalho, el detective de Vázquez-Montalbán, le vas a retomar también?

R: Fue un proyecto que era como muy suicida a nivel creativo y a nivel personal. Y yo claramente no quise jugar una baza comercial sino que quise hacer un libro que fuera mío, personal y de respeto con el personaje. Yo tuve claro que quería entrar, hacerlo bien y salir vivo. Pero me ha costado mucho llegar a donde he llegado para acabar siendo el tipo que escribía a Carvalho. Tuve claro que quería hacer uno… y yo qué sé, igual en el futuro hacer otro, pero cada tengo más claro que estuvo bien, pero ya está.

placeholder El escritor en la Semana Negra de Gijón celebrada en 2020 (EFE)
El escritor en la Semana Negra de Gijón celebrada en 2020 (EFE)

P: Otro personaje que aparece en tus novelas es una Barcelona de barrio mucho menos “cuqui” que la postal que se vendía hace tiempo que no sé si siquiera sigue existiendo.

R: Sí, igual ahora todos los escritores que teníamos una visión más sombría de Barcelona igual la estamos haciendo más luminosa de lo que es ahora. Básicamente es la mirada de alguien que es de allí y que sus padres son de allí, que tiene abuelos de allí… Yo soy barcelonés cien por cien y la soportas, la quieres… Cuando hablan excesivamente bien de ella te sale la vena de criticarla y cuando la denostan mucho te sale la de defenderla. A mí sobre todo me interesaba la Barcelona de los barrios, la mirada un poco del apache de [Juan] Marsé.

"Cada tengo más claro que estuvo bien hacer un Carvalho, pero ya está"

P: Justamente son novelas que como ocurría con Marsé y El carmel, en la tuya aparecen barrios como Horta-Guinardó alejados del centro…

R: En parte porque el centro está muy explicado y explotado, muy hipotecado. Eso pasa en todas las ciudades. Cuando eras pequeño y ponías la tele nunca hablaban de ti. Tu familia cuando iba al centro decía que iba a Barcelona. Hasta cierto punto no te pertenece así que acabas hablando de lo que vives, de tu gente… Y luego es que lamentablemente no sé si hay mucha gente en el centro aparte de alquilar un piso y pasar el verano.

P: En Madrid ocurre lo mismo. Por cierto, este año vuelves a dirigir el Festival Barcelona Negra que se celebrará a comienzos de febrero. ¿Va a ser presencial?

R: A día de hoy es 100% presencial. Creemos que es el plus del festival. La interacción con el público, lo que se produce en el directo en las charlas en la pantalla se pierde un poco. Yo no sé hasta qué punto puedes aguantar una charla de dos escritores en una pantalla mientras tú estás en tu casa haciéndote un café con leche. Supongo que si fuera Faulkner hablando con Nabokov imagino que me quedaría, pero yo creo que no me quedaría ni a una charla mía.

"No sé hasta qué punto puedes aguantar una charla de dos escritores en una pantalla mientras tú estás en tu casa haciéndote un café con leche"

P: ¿Y por dónde van los tiros de la novela negra ahora?

R: Yo creo que la tecnología es tan bestia y tan violenta que nos tiene como animales deslumbrados por los focos y no nos permite saber qué está pasando y pensar qué vamos a hacer. Es tan bestia el presente que el futuro no podemos ni imaginarlo. Por eso necesitamos un relato, gente que nos explique qué está pasando y qué podemos imaginar que va a pasar. La novela negra es una novela costumbrista que puede tener el papel de explicar qué nos puede pasar, pero que no sea un futuro apocalíptico, no como si fuera el fin del mundo. Estamos tan confusos y tan tocados como un púgil grogui que el único futuro que vemos es el apocalipsis, es lo único que nos tranquiliza. Pero la literatura tiene la posibilidad de proporcionar un relato que podamos entender. Sin relatos, sin novelas ni historias no podemos entender quiénes somos y qué está pasando. Por eso la novela ahí tiene un papel.

Jim, Eileen y Cowboy son tres rockeros a los que la juventud les ha pasado ya por delante. Cuando quedan atrás los días de vino y rosas (aunque las drogas, el sexo y el rock and roll de alguna manera persisten si bien de forma melancólica) deciden embarcarse en una gira como si estuvieran en el mismísimo año 1985 "porque había buenas canciones", como dice uno de los personajes.

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