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La otra Carmen Mola: "Tuve que hacerme pasar por mujer para que me publicaran"
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Entrevista

La otra Carmen Mola: "Tuve que hacerme pasar por mujer para que me publicaran"

Cansado de enviar manuscritos y que no le hicieran caso, Sergi Puertas cambió su nombre y su foto por el de una chica joven y tuvo respuesta inmediata

Foto: El escritor Sergi Puertas.
El escritor Sergi Puertas.

Al concederse el Premio Planeta y conocerse la identidad de Carmen Mola (resultaron ser tres hombres), una mayoría de lectores abrieron los ojos con asombro, un pequeño pero ruidoso grupo enfureció por la supuesta usurpación del territorio a las mujeres y un tercer grupo se carcajeó a gusto con la astracanada. Sin embargo, unos pocos empezamos a reírnos fuerte, muy fuerte, y no podíamos parar, solo que por motivos diferentes a los del tercer grupo. Resulta que conocíamos una historia similar. Incluso más fuerte.

Una historia que no teníamos permiso para contar, con amenaza de denuncias, hasta hoy, momento en que su protagonista se anima a compartirla con los lectores de El Confidencial. Es la historia de cómo un tal Sergi Puertas, tras muchos años de encontrarse con el silencio como toda respuesta de las editoriales cuando enviaba sus novelas, inventó a su propia Carmen Mola y obtuvo un éxito instantáneo. Acabó publicado un libro de cuentos en Impedimenta, una de las mejores editoriales de este país. Esta es la historia tras las bambalinas de 'Estabulario', un libro que no hubiera visto la luz si, como explica su autor, no se hubiera hecho pasar por mujer.

placeholder 'Estabulario', de Sergi Puertas.
'Estabulario', de Sergi Puertas.

PREGUNTA. A ti lo de Carmen Mola te habrá hecho más gracia que al resto de escritores.

RESPUESTA. Me ha parecido simpático que saliera a la luz, aunque no tanto que los autores nos vengan ahora con que se escondían tras un nombre, y no tras una mujer. Casi todos los profesionales del mundillo con los que he conversado al respecto certifican 'off the record' lo que es un secreto a voces: que hoy día se da preferencia a las autoras.

P. Tu caso vendría a probarlo. Recapitulemos un poco. ¿Quién era Sergi Puertas antes de tener una idea para mover un libro de cuentos de forma, digamos, "transexual"?

R. Un señor que rondaba ya los 50 y que, a lo largo de los últimos 10 años, llevaba tres novelas enviadas a multitud de editoriales sin que nadie le respondiera jamás. Para entonces tenía ya bastante obra publicada, pero luego ya me fueron contando que, si no has tenido éxito, eso juega en tu contra. Es bien sabido que los libros de cuentos tienen poca aceptación en el mundo editorial, así que cuando terminé el mío me planteé colgar el PDF en algún lado y a tomar viento. Entonces llegó esta idea de vete a saber dónde y me dije: de perdidos al río, vamos a probar.

"Casi todos los profesionales del mundillo certifican 'off the record' lo que es un secreto a voces: que hoy día se da preferencia a las autoras"

P. Es decir, habías publicado un montón de libros, sin éxito, y de pronto llegó el invierno: ¿demasiado desconocido para publicar tan mayor?

R. La editora de un grupo tocho vino a decirme que hoy día en el ramo cuentan con una aplicación en la que teclean tu nombre y ven inmediatamente cuánto has vendido. Si las cifras no te acompañan, muy probablemente ni siquiera se molesten en echar un vistazo a tu manuscrito. De hecho, Enrique Redel, mi editor en Impedimenta, me pidió explícitamente que no figuraran en la solapa de 'Estabulario' ni mis cuatro novelas publicadas ni mis demás libros. Me pareció y me sigue pareciendo bien, pero ese viene a ser el panorama.

P. ¿Cuál fue esa idea?

R. Dejar de ser Sergi Puertas. Me miré desde el otro lado del cable y no me gustó lo que vi. Vi a un señor fracasado y entrado en años que cada tanto manda una novela nueva, una interferencia en tu buzón, un adhesivo que no te quitas ni con rasqueta. Por demencial que pueda sonar, empecé a tener la impresión de que lo más disuasorio de mis manuscritos era que los firmaba yo.

placeholder Sergi Puertas.
Sergi Puertas.

P. ¿Cómo era intentarlo con esos tres libros inéditos hasta que tuviste la gran idea? ¿Qué es lo que hacías para intentar publicar?

R. Todas las editoriales con las que había ido publicando habían quebrado, y por aquel entonces no conocía a absolutamente a nadie del ramo, así que lo único que tenía era un listado de nombres y direcciones de 'email' que había ido recopilando año a año desde los directorios de internet. Personalizaba un mínimo los mensajes y chutaba mi manuscrito casi indiscriminadamente, en la más pura línea 'spam'. El silencio era tan absoluto que no me parecía ni medio normal. ¿Tan malo es lo que mando? ¿En serio?

P. Así que probaste a mandar textos no como Sergi Puertas, autor fracasado de casi 50 años, sino como... otra persona.

R. Me imaginé mi propia reacción como lector frente al libro que acababa de terminar, que era muy 'punk', muy oscuro, muy despiadado. ¿Y si lo hubiera escrito una chavalilla? Ganaba, ya lo creo que ganaba. Pretender otra cosa es no entender cómo funcionamos las personas, cómo funcionan nuestras percepciones, cómo funciona el mundo.

P. Así que te pusiste a la tarea. ¿Cómo fue crear a la escritora que te sacó de las alcantarillas?

R. Muy poco maquiavélico y bastante chapucero. Me limité a rescatar de internet una foto 'random' de una chiquilla de 25 años y a crear una cuenta de Facebook y otra de Gmail, todo en el mismo día. Al rato ya estaba tirando de mi directorio de contactos y chutando mi manuscrito indiscriminadamente como siempre he hecho. Es un trámite doloroso, así que siempre lo despacho de un tirón. Para mi sorpresa, el silencio había tocado a su fin. Empecé a recibir respuestas muy pero que muy receptivas casi en tiempo real.

"Me limité a rescatar de internet una foto 'random' de una chiquilla de 25 años y a crear una cuenta de Facebook y otra de Gmail, todo en el mismo día"

P. Bueno, hora de destaparse: ¿quién es la chica que envió 'Estabulario' y logró que Sergi Puertas, ignorado habitualmente, lo petara?

R. Fue el 'casting' más apresurado de la historia, no le dediqué más de cinco minutos. La bauticé como Lidia, lucía un suéter de cuello alto, media melena, expresión modosita. La cabeza recostada en la mano, templanza, cierta sorna quizá. La elegí casi aleatoriamente y hoy veo ahí descaro, vulnerabilidad, yo qué sé. Cosas que no supe ver en su momento o que vi solo con los ojos del instinto. Digamos que es mona y discreta. Facebook fue, por cierto, otro frente en el que desde el mismísimo principio pude percibir el potencial de Lidia. Sus contenidos venían a ser los mismos que los de mi muro: cómics oscuros, libros tortuosos, electrónica industrial alemana, 'black metal' finlandés. Pero con apenas media docena de publicaciones y un par de semanas de actividad, cosechó más amigos y más 'likes' de los que yo había tenido en años. Por supuesto, su buzón personal se llenó de mensajes babosos, pero entiendo que una cosa va por otra, ¿no? Pretender lo contrario, insisto, es no entender nada de nada.

P. De pronto, tienes editoriales grandes entre las que elegir, como un pobre al que le toca la lotería. ¿Por qué elegiste Impedimenta?

R. En primer lugar porque publicaban a Stanislaw Lem, que es un autor al que idolatro. Eché un vistazo a sus ediciones y me parecieron una maravilla. Estuve, además, googleando a su editor y Redel me pareció un tipo con criterio y con sustancia.

placeholder Sergi Puertas.
Sergi Puertas.

P. Y, claro, tienes un lío cojonudo: uno de los editores de tus sueños cree que eres una chavala de 25 años. ¿Cuánto tiempo mantuviste la trola? ¿Cómo fue la correspondencia de Redel con esa chica?

R. Redel estaba en Madrid y yo en Barcelona, de modo que la trola se prolongó durante semanas y semanas. Guardo páginas y más páginas de correspondencia que funcionan como una comedia de situación, como un 'thriller', como una película de terror. En más de una ocasión apalabramos para vernos, yo no veía el momento de plantarme frente a él, de hablarlo cara a cara, porque ciertas cosas no se pueden decir por 'email'. Muy buenas, Enrique, soy Lidia, hablemos, y tomaba asiento frente a ese editor anonadado. Nunca llegó a suceder porque a Redel, finalmente, los compromisos le impedían que nos viéramos. Redel es un hombre atareado y yo trabajaba 13 horas diarias —13 has oído bien— en un curro alimenticio infernal que me tenía prácticamente secuestrado, no era fácil pensar con claridad. Llegué incluso a rellenar y firmar el contrato con datos inventados para ganar tiempo.

"La trola se prolongó durante semanas y semanas. Guardo páginas y más páginas de correspondencia que funcionan como una comedia de situación"

P. Claro, llegó el momento de la verdad. ¿Cómo fue la confesión?

R. Al final la cosa se estaba prolongando tanto y volviéndose tan incómoda que no me quedó otra que salir del armario por 'email'. Le había prometido a Redel un cuento adicional y empecé a resumírselo así: esto va de un tío que ha escrito una novela, la envía a las editoriales y las editoriales no le contestan. Pasan dos años y el tío escribe otra novela y la manda a las editoriales, y las editoriales tampoco le contestan. Y, en fin, acababa diciéndole: como probablemente habrás adivinado, ese tío soy yo.

P. ¿Cómo reaccionó Redel?

R. Primero con un largo silencio. Después, muy educadamente, me bajó la persiana delante de las narices.

P. Solo te querían por tu cuerpo serrano.

R. Ni Redel ni ninguno de los demás editores con los que mantuve correspondencia me tiraron jamás la caña ni nada que se le acercara lejanamente, y por supuesto mantuve, además, correspondencia con muchas editoras. ¿Guardaba alguien la esperanza de acostarse conmigo? Rotundamente no. ¿Cayeron hechizados bajo el influjo de esa muñequita tan mona que escribía esos cuentos tan bestias? ¿Intuyeron su potencial comercial? Si alguien trata de convencernos de lo contrario, se miente a sí mismo y nos miente a todos.

P. Pues, la verdad, Redel tenía motivos para cabrearse. Y quedó como un señor publicándote.

R. Un par de meses después de nuestro desencuentro, me escribió en términos muy conciliadores, disculpándose por su desplante, tendiéndome la mano. Por supuesto la choqué de inmediato. Redención y reencuentro en la más pura línea Hollywood. Fue bonito.

P. ¿No fantaseaste con publicar el libro con tu identidad falsa?

R. Le dije con toda claridad a Redel que si estimaba que el libro iba a funcionar mejor si lo firmaba Lidia, por mi parte adelante. No me hubiera importado lo más mínimo renunciar al protagonismo a cambio de más lectores. Redel decidió que lo firmara yo y me pareció bien también.

P. ¿Qué hubiera dicho el público entonces?

R. A todo autor le preocupa lo que opine el público de sus libros, por más que alguno se empecine en defender lo contrario, a mí el primero. Pero si estamos hablando aquí de las sempiternas rencillas en torno al machismo y al feminismo y a todas esas tontadas, me viene a dar exactamente igual porque eso es una poza fecal que no guarda la menor relación con la prosa ni con las historias ni con ninguna de las cosas que a mí me interesan.

P. Mi cuento favorito de 'Estabulario' está contado, de hecho, desde el punto de vista de una mujer. Una choni que vive en una España convertida en califato islámico.

R. Se pueden hacer tantas lecturas de ese cuento que, si yo fuera un autor con más proyección, probablemente me habrían caído ya cien mil palos. Y el caso es que esa es la única literatura que a mí me interesa, la que está abierta a todo tipo de interpretaciones. La pelota debe quedar siempre en el tejado del lector.

P. Alguien se estará haciendo esta pregunta después de conocer tu historia. ¿Dirías que 'Estabulario' era mucho mejor que los libros que enviaste como Sergi, con los que te dieron con la puerta en las narices? ¿Podría ser ese el motivo por el que sí hicieron caso a 'Estabulario'?

R. 'Estabulario' se cuenta efectivamente entre los libros de los que estoy más orgulloso. Dicho esto, estoy convencido de que la última de las tres novelas que en su día mandé y que espero ver publicada pronto no hubiera sido sistemáticamente ignorada si no la hubiera firmado yo. Y más allá de la calidad del manuscrito, no puedo insistir lo suficiente en que las decenas de mensajes cálidos y receptivos que recibí durante las primeras horas tras el envío, cuando nadie había tenido tiempo apenas de echar un vistazo a los cuentos. Ahí vi ya con total claridad que con ese libro todo iba a ser muy distinto. Que ese libro iba a salir en condiciones y que mi paranoia no era tal. Que los principales obstáculos a la hora de publicar habíamos sido yo y mi condición y mi nombre.

placeholder Sergi Puertas.
Sergi Puertas.

P. Mientras tú hacías todo esto (años 2016, 2017) había varias campañas diciendo que las mujeres lo tenían mucho más difícil para publicar. Se hablaba de que, en términos generales, publican muchos más hombres que mujeres.

R. No es ningún secreto que hoy ser autora te beneficia, que los autores lo tenemos más crudo. Esto lo tengo hablado yo, ahora que he conocido a más gente del ramo, con agentes y con editoras y con una autora multipremiada que publica en un sello de primer orden y que es muy amiga mía. Todo el mundo lo sabe, nadie va a decirlo en voz alta. Y entiendo que es comprensible y hasta cierto punto justo que se les dé más cancha a ellas, puesto que hay más lectoras que lectores, y esto es lo que se lleva ahora, y tal y tal. No tengo ninguna queja al respecto, como tampoco la tengo, por ejemplo, en que siga de moda la novela negra, que personalmente es un género que aborrezco. Son corrientes contra las que no tiene el menor sentido luchar. Lo que no me parece de recibo es que este panorama venga encima acompañado de victimismo por parte de ciertos sectores del feminismo. Ahí ya no, no jodamos.

P. Sobre Carmen Mola, se está diciendo estos días que los autores "usurpan" el lugar de la mujer, como si le quitaran el sitio a una escritora. ¿Dirías que tú le quitaste el sitio a una escritora para publicar 'Estabulario'?

R. Ponerse a debatir en estos términos es, en mi opinión, descender al pudridero. Rencillas entre narcisistas en las que no tengo ningún interés en participar. Siguen interesándome los libros, al ruido que los envuelve no quiero acercarme ni con un palo. Si doy la cara con esto es sencillamente porque me da que más de un autor de mi quinta tiene que encontrarse en mi misma situación, y me veo en la obligación moral de explicarle por qué nadie le hace caso. Que se convierta en chavalilla pero ya, y que compruebe por sí mismo cómo la atención es otra.

P. Lo que quiero es decir esto: tres autores se hacen pasar, no por otro autor, sino por una autora. Más de uno sospechará, con razón, que la elección del sexo no fue casualidad, sino una estrategia de venta. Eso implica presuponer que las mujeres lo tienen más fácil, hasta el punto de que algunas personas digan que un autor (o autores) disfrazados de mujer "roban" el sitio a autoras.

R. Nadie está robando nada a nadie, me niego a analizar el éxito o el fracaso o la atención mediática en términos de latrocinio, son lecturas de los hechos que lindan con la enfermedad mental. Nunca ha habido justicia en los ámbitos literarios y artísticos, todos nos sentimos en mayor o en menor medida infravalorados. En ese sentido, no hay nada nuevo bajo el sol.

P. Según los parámetros identitarios, tú eres un señoro mayor, por lo que debieran ser todo privilegios. Más bien parece que sois una minoría marginada, al menos en el mundillo literario.

R. Créeme que me siento sucio con solo acercarme a estas pamplinas entre hombres y mujeres de las que todo el mundo habla como si no hubiera otro tema. Mi única razón para salir del armario es, insisto, advertir a los señoros fracasadetes como yo de que cómo seguir enviando manuscritos con su firma equivale a tirarlos a la papelera. De hecho, propongo que nos hagamos pasar todos por chavalillas hasta que no haya un solo manuscrito con rúbrica masculina en ninguna editorial de España. Que se evalúe a partir de ahí. ¿No sería esa la vía más directa a la tan cacareada igualdad?

P. Lo digo también porque no elegiste a una mujer de 50 años, sino a una chica joven. Se diría que los mayores son quienes lo tienen más crudo, a no ser que estén consagrados.

R. La belleza y la juventud son cautivadoras, y como señoro heterosexual elegí a una chica joven porque a mis ojos no hay en todo el reino natural nada más bello. La belleza es atractiva, la juventud es atractiva. Queremos negarnos verdades tan irrefutables como estas y terminamos atrapados en unos trabalenguas absolutamente mongoloides.

"Elegí a una chica joven porque a mis ojos no hay en todo el reino natural nada más bello. La belleza es atractiva, la juventud es atractiva"

P. La gente dice "escritor con canas" y se imagina a Pérez-Reverte o Javier Marías, gente poderosa, y no a la cantidad de pringados con talento, olvidados y abandonados por el sector. Todos esos que no publican porque no salen guapos en las fotos. Supongo que también hay muchas mujeres en esa situación.

R. Sin duda, ya siento la descortesía. A ellas también les recomendaría que se quitaran de encima unos años y el lastre de su antigua bibliografía y se vistieran de recién llegada. La novedad es lo que manda, lo dicen explícitamente todas las personas honestas del ramo. Así que muy probablemente ellas tienen también ahí mucho que ganar.

P. Menuda historia, casi que da para libro.

R. El libro lleva escrito de 2019, ha recibido el sí rotundo de hasta cuatro editores, hay incluso contratos de edición perfectamente redactados y listos para firmar. Para entender por qué en 2021 sigue sin ver la luz, habría que seguir descendiendo por la cloaca y, como vengo diciendo, hay lugares que prefiero no pisar porque no me gusta emporcarme. Me basta con saber que tarde o temprano esa historia saldrá también a relucir, como hoy sale esta.

Al concederse el Premio Planeta y conocerse la identidad de Carmen Mola (resultaron ser tres hombres), una mayoría de lectores abrieron los ojos con asombro, un pequeño pero ruidoso grupo enfureció por la supuesta usurpación del territorio a las mujeres y un tercer grupo se carcajeó a gusto con la astracanada. Sin embargo, unos pocos empezamos a reírnos fuerte, muy fuerte, y no podíamos parar, solo que por motivos diferentes a los del tercer grupo. Resulta que conocíamos una historia similar. Incluso más fuerte.

Literatura Arturo Pérez Reverte Javier Marías