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El inaudito César Aira recibe el Formentor: "Quiero saberlo todo, quiero contarlo todo"
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El inaudito César Aira recibe el Formentor: "Quiero saberlo todo, quiero contarlo todo"

El escritor argentino ha visitado Sevilla para recoger el gran galardón de las letras europeas

Foto: César Aira (Cati Cladera)
César Aira (Cati Cladera)

El ajedrez de los grandes maestros es fascinante casi hasta el final, momento en el que la decepción te alcanza. Porque, a diferencia de los jugadores aficionados que son incapaces de retirarse y aceptar la derrota hasta que su rey es arrinconado, los profesionales adivinan que la muerte les cerca con varios movimientos de antelación y se rinden antes de resultar humillados. Cuando el joven César Aira estudiaba aquellas partidas míticas, esto le molestaba terriblemente. ¿Por qué le hurtaban esas mentes poderosas la pasión de observar con un nudo en la garganta toda la serie de jugadas que desembocaban en el jaque mate? Aira abandonó el ajedrez pero la frustración dejó un poso paradójicamente embriagador. Los juegos con el tiempo, el poder de la mente sobre los elementos, la individualidad no mediada por nada ni nadie, forjaron los cimientos de una educación defectuosa, sí, pero también de una brillante constelación literaria.

'Una educación defectuosa' es precisamente el título que el escritor César Aira (Argentina, 1949) le ha dado a su discurso de aceptación del premio Formentor de las Letras que ha recibido este fin de semana en Sevilla. Patrocinado por las familias Barceló y Duadas y dotado con 50.000 euros, el galardón se entrega por el conjunto de toda una obra durante las célebres Conversaciones Literarias que tradicionalmente tenían lugar en el Hotel Barceló Formentor y que este año han desembarcado en el Hotel Barceló Renacimiento con el nombre de 'Náufragos, peregrinos y argonautas: de la vida itinerante al ancho mundo'.

placeholder César Aira recibe el premio Prix Formentor 2021 de manos de los mecenas, Simón Pedro Barceló y Marta Boadas en Sevilla (EFE)
César Aira recibe el premio Prix Formentor 2021 de manos de los mecenas, Simón Pedro Barceló y Marta Boadas en Sevilla (EFE)

Aira es un escritor inaudito. Autor de más de un centenar de libros heterodoxos y breves de prosa limpia y clara que detona sin embargo toda clase de ideas radicales y excéntricas de imaginación inagotable, entre Duchamps, Dalí y el inevitable Jorge Luis Borges. Una escritura inteligente, implacable y siempre divertida que se ha ganado una parroquia de lectores quizás no tan dilatada como la que gozan esos bestsellers que él desdeña con una sonrisa pero que a cambio le sigue y le persigue con auténtico fervor. Cuando nos encontramos con él en Sevilla es difícil resistirse al embrujo de un hombre tan terriblemente tímido como bienhumorado que defiende un destino literario original e innegociable.

El arte por el arte

"Yo no voy a recibir el Nobel de Literatura", bromea Aira, "porque se lo dan a escritores que tienen una justificación no literaria y yo, sinceramente, estoy aquí por el arte por el arte. Los buenos sentimientos matan la literatura". Y es que al escritor argentino no cree en la política ni en la responsabilidad del autor ni en las campañas de promoción de la literatura. Él dice sólo poder identificarse con la curiosidad voraz y de aspiración enciclopédica de los niños, con su imaginación aún no marchitada, con la libertad, en definitiva, que alimenta saber que tienes el mundo entero por conocer. "Yo también quiero saberlo todo, conocerlo todo, contarlo todo".

El retrato robot del lector de Aira es el de un lector 'literario', alguien que haya hecho ya su propio camino por la literatura

¿Para quién escribe César Aira? Si tuviera que dibujar el retrato robot de su lector predilecto, Aira explica que sería un lector 'literario', alguien que haya hecho ya su propio camino por la literatura y no alguien que va a los libros para entretenerse o pasar el rato. "Una vez caminaba por Buenos Aires y alguien que pasaba me dijo 'Adiós, Aira'. Yo le pregunté de qué le conocía y él me respondió: 'No, no, usted no me conoce, yo soy un humilde lector'. Y yo me quedé pensando que no era humilde para nada, que si era un lector mío era un lector de lujo. Pero no por mí sino por lo que debía haber leído para llegar hasta mí".

Aira cuenta que escribe a mano y sin red, sin siquiera un esbozo argumental, empujado solamente por una idea lo más esquemática y paradójica posible a partir de la cual se va desenredando la madeja de una historia que él empieza a ver según se le ocurre y que muchas veces confiesa que acaba precipitadamente porque otra nueva historia que merece ser contada se ha cruzado en su camino. Esas ideas, sin embargo no son suficientes. "En mis novelas necesito incorporar también algo mío, algo que me afecte emocionalmente. Cuando la intelectual y lo personal casan, puede ser que escriba algo". ¿Algo? César Aira publica dos o tres novelas por año lo que agrada tanto a sus fieles lectores como coloca a sus editores ante un reto casi insalvable.

Un laberinto editorial

Alberto Olmos escribió en El Confidencial que "César Aira merodeaba la genialidad desde el principio de su vocación, y perseveró en su conquista en sus innumerables novelas breves (llenas de desvíos sobre el esquema argumental canónico) y en ensayos estimulantes y juguetones". Pero esta producción editorial pantagruélica coloca a sus editores en un brete. Es imposible para uno solo de ellos editar "todo Aira" a riesgo de poner los recursos completos del sello a su disposición. Pero, entonces, ¿qué hacer? ¿Qué obras elegir? ¿Cuáles agrupar? ¿De qué manera? Para resolver estas cuestiones una de las mesas de debate del Formentor ha contado como ponentes con algunos de los principales editores de Aira.

placeholder 'La ola que lee' (Literatura Random House)
'La ola que lee' (Literatura Random House)

Como Miguel Aguilar, de Penguin Random House, su editor en España y en América Latina. Aguilar ha explicado que dado que es imposible sistematizar editorialmente la obra de Aira lo que ellos han buscado es abrir las ventanas a su obra a través de una veintena de títulos seleccionados. "Un volumen de obra semejante es difícil de asumir", admite Aguilar, "lo que puede hacer el editor grande es mostrar el peculiar proyecto literario que sirve de subtexto a su creación. Porque además luego hay un sinfín de editoriales más pequeñas y locales que van sacando el resto". ¿Y cuáles serían las mejores obras para quien aún no ha probado el fruto del árbol 'airado'? El editor de Penguin recomienda las recientes 'Diez novelas de César Aira' seleccionadas por Juan Pablo Villalobos y la antología de artículos y reseñas escritos a lo largo de treinta años 'La ola que lee'.

El ajedrez de los grandes maestros es fascinante casi hasta el final, momento en el que la decepción te alcanza. Porque, a diferencia de los jugadores aficionados que son incapaces de retirarse y aceptar la derrota hasta que su rey es arrinconado, los profesionales adivinan que la muerte les cerca con varios movimientos de antelación y se rinden antes de resultar humillados. Cuando el joven César Aira estudiaba aquellas partidas míticas, esto le molestaba terriblemente. ¿Por qué le hurtaban esas mentes poderosas la pasión de observar con un nudo en la garganta toda la serie de jugadas que desembocaban en el jaque mate? Aira abandonó el ajedrez pero la frustración dejó un poso paradójicamente embriagador. Los juegos con el tiempo, el poder de la mente sobre los elementos, la individualidad no mediada por nada ni nadie, forjaron los cimientos de una educación defectuosa, sí, pero también de una brillante constelación literaria.