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Feria del libro día 1: "Las ganas están, ahora hace falta que la gente afloje la mosca"
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Feria del libro día 1: "Las ganas están, ahora hace falta que la gente afloje la mosca"

Después de un año en blanco, esta mañana se ha inaugurado la Feria del Libro de Madrid con muchas ganas, buenas impresiones y deseos de que haya ventas

Foto: Una de las puertas de entrada de la 80 edición de la Feria. (Paula Corroto)
Una de las puertas de entrada de la 80 edición de la Feria. (Paula Corroto)

"Cuando he llegado y he visto a la gente entrar, casi me pongo a llorar. Sobre todo después de estos dos años que hemos pasado”. Elena Martínez Blanco lo suelta así, con una sonrisa en la que palpita cierta emoción. Acaba de sentarse para recibir a los lectores en la caseta de su librería, Serendipias, aquella que salvó gracias a repartir sus libros en bicicleta en los peores días del confinamiento en Tres Cantos. De hecho, del techo cuelga una pequeña muñeca montada en bicicleta como recuerdo de aquellas horribles semanas en las que todo se paró. También la Feria del Libro de Madrid, inaugurada esta mañana en el parque de El Retiro con restricciones de aforo -3.700 personas a la vez- con puertas de entrada y con un espacio más reducido, que, sin embargo, no han supuesto ningún obstáculo para los lectores. A las doce había colas, si bien iban bastante fluidas. “Hace tanta falta la feria que va a ir muy bien, tenemos firmas todos los días y el público infantil y juvenil es super fiel a sus autores y vienen”, apostilla Martínez Blanco con un optimismo a prueba de pandemias.

placeholder Elena Martínez Blanco en la Feria junto a su muñeca en bicicleta (Paula Corroto)
Elena Martínez Blanco en la Feria junto a su muñeca en bicicleta (Paula Corroto)

Se hace raro entrar en esta feria a través de un arco. Solo las fotos en blanco y negro recuerdan que hace muchos años también lo hubo. En esta ocasión hay dos, uno está colocado en la zona de la biblioteca Eugenio Trías. El otro en la calle que corta hacia la estatua del Ángel Caído. En los dos hay una pantalla que controla el aforo. Eso hace que las dimensiones sean mucho más pequeñas, ya que, además se han colocado casetas en el medio. Pero, tras pasar, sin esperar mucho y sin ningún tipo de agobio -había un 55% del aforo- la primera sensación es que la feria es más cercana y se recorre mucho más fácil (todos los pasillos son bidireccionales). Y la emoción que transmite la librera Elena se palpa, pese a que todo el mundo va cubierto con su mascarilla (es obligatorio). Excepto por el cubrebocas podría decirse que se ha ganado con el cambio.

Tras pasar, sin esperar mucho y sin ningún tipo de agobio la primera sensación es que la feria es más cercana y se recorre mucho más fácil

“Me parece muy bonito poder volver al Retiro aunque no sea en la época tradicional. Es un reencuentro con una cierta normalidad. Y las casetas en el medio no estorban. En otras épocas sería muy malo en fines de semana cuando la ocupación es muy alta, pero en estas condiciones con las limitaciones no pasa nada”, sostiene Ramón, de la librería Polifemo, del Parque de las Avenidas. Otro librero que afirma estar contento. Y eso que 24 horas antes de la inauguración se avecinaba el desastre. Varios carteles con el nombre de librerías, editoriales y asociaciones estaban escritos con erratas. Entre ellos, el suyo, en el cual se leía ‘Librería Polifeno’. “Sí, sí, pero ya los han arreglado todos. Esa cosa de ir deprisa, pero bueno, ayer quedó todo ya solucionado…. Es que somos españoles”, manifiesta con media sonrisa.

placeholder Una de las entradas de la Feria (Paula Corroto)
Una de las entradas de la Feria (Paula Corroto)

También tenía el cartel mal escrito la caseta de la editorial Libros del Asteroide (se leía ‘asteroides’), ya subsanado. Allí, junto a sus colegas de Sexto Piso, Impedimenta, Nórdica y Periférica se encuentra el editor Luis Solano. Sonriente, reconoce que no recuerda un viernes por la mañana tan animado. “Y es la primera vez que estoy en un sitio en el que veo que más o menos las cosas pueden volver a ser como eran”, mantiene. Es más, casi que no le da importancia a las expectativas de venta (por la restricción de aforo, porque sea en septiembre y pueda llover, porque ya se han acabado los ahorros de las vacaciones….) “Hasta nos da un poco igual porque es una feria para reencontrarse y que la gente vuelva y con que cubramos los costes es más que suficiente. Pero creo que será una feria buena”, añade.

24 horas antes de la inauguración se avecinaba el desastre. Varios carteles con el nombre de librerías, editoriales y asociaciones tenían erratas

Uno de esos lectores es Mohammed, que ha venido con un amigo a recorrer la feria y comprar unos regalos. “Son unos libros de Masterchef, pero bueno”, dice un poco cohibido. Efectivamente, en esta feria hay de todo y no todo de alta alcurnia literaria. Siempre ha sido así. De hecho, en los últimos años era más conocida por ser una feria de libros de youtubers con grandes colas llenas de chavalería. Este año habrá que ver cómo se desarrolla este tema, aunque desde la Feria se ha pedido a las editoriales que limiten estas firmas a 20 personas. Este asunto le preocupa un poco a Mohammed: “Sí, para mí hay mucha gente, pero sí vendré más. La semana que viene tengo las tardes libres así que vendré”. Igual no le preocupa tanto y lo cierto es que esta mañana no había aglomeración.

En una de las casetas del medio está la editora Cristina Pineda, de Tres Hermanas. Cuando le tocó no le gustó. “Preferiría estar con los arbolitos detrás, pero es verdad que no está mal porque hay menos gente gracias al aforo”, afirma. Ante todo le vale haber llegado a la feria, por la que se pagan más de 2000 euros por caseta para una editorial. “He invertido un montón de esfuerzo para que estén aquí los libros, y todo lo que venga va a ser un regalo. Pero también pienso en la luz porque el ocaso no va a ser como antes y nos vamos a ir de noche de aquí”, reconoce. Y quizá ya a última hora pasee menos gente.

“He invertido un montón de esfuerzo para que estén aquí los libros, y todo lo que venga va a ser un regalo"

Es una de las consecuencias de que la feria se celebre en una época tan inusual como septiembre. Otra es la que observa el editor Ramiro Domínguez, de Silex, con el que Cristina comparte caseta. “La gente viene un poco más canina del verano, del cole de los niños… están un poco menos contentos. En mayo tienes todo por delante… Claro, hay muchas ganas, todo el mundo está hablando de las ganas, pero lo que hace falta es que la gente afloje la mosca”, señala. Casticismo puro y duro para hablar del parné, del dinero y de que al final lo cuenta, se diga de una manera o de otra, es vender libros después de dos años complicados y de un regreso con miles de novedades. En petit comité en las librerías ya se habla de que va a haber unas devoluciones del 90%. “Pero por poner una nota positiva -rebaja un poco Dominguez- también creo que va a haber una afluencia mayor entre semana porque los findes a la gente le da susto venir a un sitio con mucha gente. Si ya en los años anteriores ya ocurría y la gente empezaba a venir entre semana”.

placeholder Este año hay casetas en el medio (Paula Corroto)
Este año hay casetas en el medio (Paula Corroto)

Otra paseante lectora de este viernes es Dori quien manifiesta que tenía muchas ganas de venir -otra vez las ganas, quizá la palabra más empleada esta mañana- y que al tener el día libre ni se lo ha pensado. Se ha comprado ‘Viajes con Herodoto’, de Ryszard Kapuściński, porque era uno de los libros referenciados por Irene Vallejo en ‘El infinito en un junco’. “Y he visto otro también recomendado por ella y seguramente vuelva. Me parece que de gente está genial, yo lo prefiero así, mejor que cuando había ese mogollón”, comenta.

Ha sido una mañana en la que brotaba la alegría -”Ya era hora de romper el lenguaje de las pantallas”, decía el editor Juan Casamayor, de Páginas de Espuma- con todo preparado para el asunto clave: las firmas, que han comenzado esta tarde. “Vamos a ver si no se monta un caos, pero de momento lo importante era estar y ya veremos dentro de unos días las ventas”, apostillaba Darío Ochoa, de la editorial Automática.

"Me parece que de gente está genial, yo lo prefiero así, mejor que cuando había ese mogollón”, comenta una lectora

Llegando hacia el final por la parte de los jardines de Cecilio Rodríguez aparecen las casetas de los dos grandes grupos, Planeta y Penguin Random House, que exhiben todo su poderío con hasta ocho casetas. A las dos de la tarde de este viernes luminoso y con una temperatura extraordinaria ya quedaba poca gente. Mucha de ella llevaba, al menos, una bolsa. Los números irán saliendo en las próximas jornadas, pero estas primeras horas sí han sido un fiel reflejo del reencuentro (con ganas) del mundo del libro.

"Cuando he llegado y he visto a la gente entrar, casi me pongo a llorar. Sobre todo después de estos dos años que hemos pasado”. Elena Martínez Blanco lo suelta así, con una sonrisa en la que palpita cierta emoción. Acaba de sentarse para recibir a los lectores en la caseta de su librería, Serendipias, aquella que salvó gracias a repartir sus libros en bicicleta en los peores días del confinamiento en Tres Cantos. De hecho, del techo cuelga una pequeña muñeca montada en bicicleta como recuerdo de aquellas horribles semanas en las que todo se paró. También la Feria del Libro de Madrid, inaugurada esta mañana en el parque de El Retiro con restricciones de aforo -3.700 personas a la vez- con puertas de entrada y con un espacio más reducido, que, sin embargo, no han supuesto ningún obstáculo para los lectores. A las doce había colas, si bien iban bastante fluidas. “Hace tanta falta la feria que va a ir muy bien, tenemos firmas todos los días y el público infantil y juvenil es super fiel a sus autores y vienen”, apostilla Martínez Blanco con un optimismo a prueba de pandemias.