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Piccolo Pico, la fugaz estrella del rock de la filosofía del siglo XV
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Piccolo Pico, la fugaz estrella del rock de la filosofía del siglo XV

Se publica la primera biografía en español de Pico della Mirandola, el filósofo que dio inicio a la modernidad y que murió a los 31 años después de beberse la vida a tragos

Foto: Piccolo Pico, el filósofo adolescente
Piccolo Pico, el filósofo adolescente

Giovanni Pico della Mirandola (Mirandola, 1463-Florencia, 1494) tenía solo 24 años cuando se propuso montar el congreso de filosofía más grande que se hubiera organizado jamás. Acudirían sabios de todos los confines del mundo. El joven noble estaba incluso dispuesto a pagarles el viaje y la estancia. Y se debatirían hasta 900 tesis, muchas de ellas de profundo calado filosófico. Piccolo Pico, como le llamaban muchos por su edad, quería desparramar así la fuerza de su juventud y su pasión por el conocimiento y la sabiduría. Y quería instaurar también un nuevo marco intelectual más moderno, más racional y científico, que destruyera, de alguna forma, los pilares y paredes de la Iglesia, donde se recluía hasta entonces el pensamiento medieval. Le salió regular porque luego los honores se los han llevado otros. Y, además, murió joven, a los 31 años de edad, se dice que envenenado con arsénico. Los cambios nunca han sido fáciles.

placeholder 'Pico della Mirandola'
'Pico della Mirandola'

No obstante, como dice el doctor en Filosofía Carlos Goñi, autor de la primera biografía en español de este joven filósofo del Renacimiento que publica ahora Arpa, y que incluye el famoso 'Discurso sobre la Dignidad del Hombre', Pico della Miandola fue una estrella del rock de su tiempo. Lo de vive deprisa y muere joven no se inventó antes de ayer. “Con toda naturalidad propuso ese congreso a todos los sabios de la humanidad de entonces, él mismo escribió de su propia pluma esas 900 tesis que tenían que ser disputadas. Aprendió hebreo, árabe, latín, griego, viajó muchísimo, incluso tuvo correrías amorosas. Si esto no es sobrecogedor…”, resume su biógrafo que cree que si no hay más libros sobre este filósofo es porque “era muy joven. Yo le llamo el filósofo adolescente, pero es más importante lo que quiso hacer y se truncó”.

Noble, de buena familia, el joven príncipe italiano nació en unos tiempos en los que ciertas creencias medievales se tambaleaban. Y crecía cierta sospecha hacia la Iglesia por la hipocresía de los miembros de su cúpula, como el Papa Alejandro VI, del que se decía que por el día rezaba y por las noches se dejaba llevar por sus concubinas. Voltaire recordaría siglos después una anecdótica conversación entre Pico y Alejandro VI que terminaba así:

“—¡Dios paternal! —exclamó—. Que vuestra santidad me perdone: vos no sois cristiano.

—¡No, a buena fe! —dijo el papa.

—¡Ya lo sospechaba! —concluyó el Piccolo Pico”.

En busca de la Verdad

Por eso, a Pico le interesaba atravesar las costuras medievales que tan bien habían tejido los escolásticos. “Es que él lo que era es un filósofo de los pies a la cabeza.. Busca la verdad y le da igual dónde esté. La busca donde sea. Y en aquella época lo hace en textos esotéricos, leyendo la cábala, leyendo a judíos y musulmanes. Cualquier cosa donde esté la verdad. Le da igual de donde venga. Y lo hace disputando, dialogando, que es lo propio del ser humano y del intelectual”, admite Goñi.

Escribió de su propia pluma 900 tesis que tenían que ser disputadas. Aprendió hebreo, árabe, latín, griego, viajó muchísimo, incluso tuvo correrías amorosas. Y murió a los 31 años

Tampoco es que estuviera en contra del cristianismo, que estamos hablando del siglo XV. Lo que ocurre es que tenía el atrevimiento, la frescura de la edad. “Y eso le llevó a pasarlo mal. La Iglesia se opuso a que hiciera ese congreso de Filosofía que tenía pensado, lo que pasa es que no les hizo mucho caso y siguió adelante”, afirma Goñi. Sin embargo, trece de las tesis propuestas fueron rechazadas por heréticas y Pico llegó a ser excomulgado por lo que tuvo que huir a Francia, donde sería detenido y encarcelado. Años después pudo regresar a Florencia donde trabaría amistad con el banquero, político y mecenas Lorenzo de Medici, que era como si te abrieran todas las puertas de la ciudad en cuanto a dinero y libertades.

La modernidad era la libertad

En el núcleo del pensamiento de Pico se abrió paso con fuerza el concepto de libertad y eso es, lo que según Goñi, hace de este filósofo el inicio de la modernidad, un honor que sin embargo se han llevado otros como Descartes. Pico rompe con el destino e invoca otra cosa:

“Define al hombre en términos de libertad y eso era una novedad. Tampoco hay que pensar que tira la naturaleza humana por la borda como harían después los existencialistas como Sartre, sino que él, desde el punto de vista cristiano, señala que Dios ha hecho al hombre, pero lo ha hecho encargándole que se acabe de hacer él. Pico dice que la grandeza de Dios como creador es que nos ha hecho indefinidos y ahora acaba de hacerte tú. Y te puedes hacer como una bestia, como un ángel, como quieras. Esa es la libertad que tiene la persona y su responsabilidad”. Esta idea, que se encuentra en el Discurso sobre la dignidad del hombre, es en la que abundarían Marx y Nietzsche cuando trabajan en que la dignidad de la persona es algo ya no dado por naturaleza, sino un reconocimiento que habrá que conquistar o construir.

Otro de los aspectos que convirtieron a Pico en un tipo bastante moderno para su época fue la defensa de la concordia, el pacto y los acuerdos. En su tiempo la mayor lucha filosófica era entre platónicos y aristotélicos. El Renacimiento había rescatado ambas corrientes que se consideraban como agua y aceite, sobre todo en términos del alma y el conocimiento a priori. Explicado en trazo grueso: para los platónicos por supuesto que había un alma inmortal y estaba todo lo del mito de la caverna; los aristótelicos no tenían todas consigo con eso de la inmortalidad del alma e iban más a lo corpóreo, y en cuanto al conocimiento tampoco tenían tan claro que las ideas estuvieran ya de antes. Esas eran las peleas del siglo XV.

Ahora parece que todo consiste en acabar enfadado. Y eso no es hacer un debate. Al revés, uno se levanta enriquecido porque el otro me hace revisar mis pensamientos

A Pico le gustaba llegar a un cierto entendimiento y, por eso propuso que quizá la verdad era una mezcla de ambos pensamientos. Formó parte de la Academia platónica de Florencia, de su amigo Ficino, pero tampoco se decanta por el platonismo, ni por el aristotelismo e intenta unificar los dos. “El habla de lograr esa concordia, que tampoco significa ir cediendo por la vida, sino sobre todo diálogo”, sostiene Goñi que cree que precisamente ahora se echa mucho en falta este tipo de acuerdos en los debates: “Ahora parece que todo consiste en acabar enfadado. Y eso no es hacer un debate. Al revés, uno se levanta enriquecido porque he pensado en lo que dice el otro que piensa totalmente lo contrario a lo que pienso yo, pero me hace pensar y me hace revisar mis argumentos”.

placeholder Este era Lorenzo de Médici, el mecenas que amparó a muchos artistas en la Florencia del siglo XV
Este era Lorenzo de Médici, el mecenas que amparó a muchos artistas en la Florencia del siglo XV


Ciencia y pactos

Y si bien le entusiasmaban las discusiones intelectuales y llegar a acuerdos, por lo mismo le enfadaban las supersticiones, supercherías, falsedades sofistas y vendedores de crecepelo. Fue un hombre ilustrado mucho antes de la Ilustración. En su época hacía furor la astrología -cuándo no lo ha hecho- y la magia, y él era un profundo defensor de las ciencias como la astronomía -sí, también podía casar con el pensamiento cristiano. Como escribe Goñi, “examina la falsedad e inutilidad de las predicciones astrológicas, las cuales o no se cumplen o si se cumplen lo hacen por casualidad. ¿Cómo puede el cielo, siendo causa universal, pretender que derive en causa próxima de los eventos del mundo? ¿Pueden deberse los actos particulares a una causa tan universal?”. El biógrafo resalta que todas estas cuestiones del tarot no están muy lejos de “la posverdad y las mentiras. Es obvio que la verdad está en crisis. Pero la verdad acaece cuando se la busca. Y creo que nadie amó a la sabiduría como la amo Pico. Era un amor puro, adolescente”.

La astrología y el tarot no están muy lejos de “la posverdad y las mentiras. Es obvio que la verdad está en crisis. Pero la verdad acaece cuando se la busca"

No obstante, como le gustaba entrar en todos los charcos también tuvo amistades un tanto peligrosas, como la del sacerdote Savonarola, un dominico totalmente fanatizado que llegó a tener bastante poder en Florencia. Tanto que se enfrentó a Lorenzo de Medici, el rico mecenas de los artistas. Savonarola era más de quemar libros y montar hogueras por casi cualquier cosa. “A Pico le gustó de este hombre lo que decía sobre la hipocresía que había en la Iglesia, pero lo de las hogueras y quemar libros… Pico no hubiera quemado un libro en su vida. Él pensaba que en cualquier libro puede estar la verdad y le podía inspirar”, le defiende su biógrafo. Pero sí le costó cara esta relación, ya que se ha sospechado siempre que esta amistad pudiera estar detrás de su envenenamiento. En cualquier caso, Pico tenía sus enemigos y si ahora te cancelan el pensamiento antes directamente te envenenaban con arsénico.

Giovanni Pico della Mirandola (Mirandola, 1463-Florencia, 1494) tenía solo 24 años cuando se propuso montar el congreso de filosofía más grande que se hubiera organizado jamás. Acudirían sabios de todos los confines del mundo. El joven noble estaba incluso dispuesto a pagarles el viaje y la estancia. Y se debatirían hasta 900 tesis, muchas de ellas de profundo calado filosófico. Piccolo Pico, como le llamaban muchos por su edad, quería desparramar así la fuerza de su juventud y su pasión por el conocimiento y la sabiduría. Y quería instaurar también un nuevo marco intelectual más moderno, más racional y científico, que destruyera, de alguna forma, los pilares y paredes de la Iglesia, donde se recluía hasta entonces el pensamiento medieval. Le salió regular porque luego los honores se los han llevado otros. Y, además, murió joven, a los 31 años de edad, se dice que envenenado con arsénico. Los cambios nunca han sido fáciles.

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