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'Jauría': "Noté cómo me bajaba el tanga, quería que todo pasara"
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hasta el 2 de febrero

'Jauría': "Noté cómo me bajaba el tanga, quería que todo pasara"

El mejor montaje de 2019 -según la crítica especializada- basado en las declaraciones reales del juicio de La Manada, regresa al Pavón

Foto: 'Jauría'
'Jauría'

“No pedí auxilio porque no pensé que iba a suceder lo que sucedió. Empecé a tener miedo cuando me agarraron de la mandíbula para acercarme y forzarme para que le hiciera una felación. No reaccioné. Recuerdo la presión en la mandíbula, en las caderas y, alguna que otra vez, un tirón en el pelo. Noté cómo otro me cogía de la cadera, me bajaba la ropa y el tanga. Quería que todo acabara y luego irme. Me daba igual lo que pasara”. Desde la butaca, atender el monólogo de María Hervás en ‘Jauría’ duele, duele mucho, pero sus silencios revuelven las tripas y agitan el alma hasta la extenuación. Si la cultura y las artes escénicas tienen la obligación de poner un espejo delante de la sociedad para que esta sea capaz de verse reflejada, lo que han conseguido Jordi Casanovas (texto) y Miguel del Arco (dirección) con ‘Jauría’ es poco menos que turbador, conmovedor y al tiempo desolador. ‘Jauría va más allá del teatro, es metateatro, es todo un acto político.

El montaje, que basa su dramaturgia en las transcripciones del juicio de La Manada, se estrenó en marzo del año pasado y tras su gira regresó el 8 de enero al Teatro Pavón de Madrid donde podrá verse hasta el 2 de febrero. ‘Jauría’ se asienta en los hechos ocurridos el 7 de julio de 2016, el día de la fiesta grande de Pamplona. A modo de rito iniciático sexual, el más joven del grupo debe superar una prueba. Así los cinco componentes de La Manada se topan con una joven y se ofrecen para acompañarla hasta su coche, pero, en el camino, uno de ellos accede al portal de un edificio y llama al resto para que acudan. Agarran a la joven y la meten en el portal. El resto ya lo intuyen.

‘Jauría’, como desvela el programa, construye sus diálogos con fragmentos de las declaraciones de acusados y denunciante publicados en varios medios de comunicación. No hay nada inventado, Se trata de una ficción documental a partir de un material muy real, demasiado real, una ficción que pivota entre la mente de la víctima y sus agresores en un primer acto y entre la víctima y los jueces en el segundo, el que su director ha bautizado como “la segunda violación”. "¿En el momento en el que comienzan las relaciones, usted se encontraba, permítame la pregunta, excitada?", llegó a interrogar el abogado de la defensa.

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'Jauría'

Mientras comparte su deshonra, cual hienas, a María Hervás la van acorralando Raúl Prieto, Ignacio Mateos, Álex García, Martín Rivas y Fran Cantos en unas tablas que no necesitan más puesta de escena que el minimalismo y la imaginación del espectador, si es que la imaginación puede llegar a tal nivel de espanto y de dolor. No hay nada explícito, todo se intuye a través de los sollozos de la brutal interpretación de María Hervás, un esfuerzo que desde su estreno le ha pasado factura. "No venía preparada para lo que ha pasado, me ha transformado. Me ha ayudado a ser mejor persona y estoy muy agradecida por ello, pero hay momentos en los que me siento como si me hubiera pasado un tren por encima”.

Nadie daba un duro por ella y 'Jauría' acabó convirtiéndose para la crítica especializada en el mejor montaje de 2019

Nadie daba un duro por esta apuesta. En su día hubo quien receló de la legitimidad del proyecto, sobre todo porque se estrenó cuando el juicio de La Manada todavía estaba sin sentencia. Más de uno lo tachó de oportunista. A pesar de todo, el boca a boca, el poder del reflejo de las artes escénicas y un trabajo bien hecho, un trabajo que mantiene la obra presente en el juicio del espectador horas después de que caiga el telón, han conseguido que ‘Jauría’ sea para la crítica especializada el mejor montaje de 2019. Además, también recibió el pasado 25 de noviembre el XVI Premio Cultura Contra la Violencia de Género 2019 otorgado por el Ministerio de Igualdad por su contribución en la erradicación de la violencia contra las mujeres.

En su gira por España y Latinoamérica ‘Jauría’ lleva nueve meses agitando al público. Ha tenido tal impacto entres los círculos feministas que su protagonista se ha convertido en un espejo en el que confesar agravios y un icono en el que apoyarse en busca de ayuda. "En un coloquio escolar, una chica se levantó de su butaca con un ataque de ansiedad confesando un abuso de un familiar”, desvela Hervás que ha necesitado tirar de yoga y de terapia y para que la obra no la fagocite. “En el caso de La Manada todos creíamos saber lo que había pasado, pero cuando escuchas lo que se dijo en el juicio te das cuenta de que no sabes nada”.

Que ‘Jauría’ regrese a la escena madrileña es una oportunidad para reencontrarse con ella o verla por primera vez.

“No pedí auxilio porque no pensé que iba a suceder lo que sucedió. Empecé a tener miedo cuando me agarraron de la mandíbula para acercarme y forzarme para que le hiciera una felación. No reaccioné. Recuerdo la presión en la mandíbula, en las caderas y, alguna que otra vez, un tirón en el pelo. Noté cómo otro me cogía de la cadera, me bajaba la ropa y el tanga. Quería que todo acabara y luego irme. Me daba igual lo que pasara”. Desde la butaca, atender el monólogo de María Hervás en ‘Jauría’ duele, duele mucho, pero sus silencios revuelven las tripas y agitan el alma hasta la extenuación. Si la cultura y las artes escénicas tienen la obligación de poner un espejo delante de la sociedad para que esta sea capaz de verse reflejada, lo que han conseguido Jordi Casanovas (texto) y Miguel del Arco (dirección) con ‘Jauría’ es poco menos que turbador, conmovedor y al tiempo desolador. ‘Jauría va más allá del teatro, es metateatro, es todo un acto político.

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