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Eugenio d'Ors, el mayor ego de la historia de España
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Eugenio d'Ors, el mayor ego de la historia de España

En 'La escritura y el poder', Andreu Navarra ofrece un prodigioso despliegue de fuentes yuna una visión definitiva al tratar de manera equilibrada todas las etapas de un pensador avanzado a su tiempo

Foto: Eugenio d'Ors y María Pérez Peix
Eugenio d'Ors y María Pérez Peix

Eugeni / Eugenio d’Ors (Barcelona, 1881-Madrid, 1954) constituye un eterno debate en la cultura catalana y española. No es casual la dualidad de la frase anterior. A lo largo de la bibliografía generada por los dimes y diretes del pensador barcelonés se han sucedido las carencias. En general, el problema radicaba en abordar la vida del autor de 'Cézanne' como si una etapa tuviera más importancia que otra, como si su labor durante el principio de siglo prevaleciera sobre el período franquista o lo contrario, produciéndose un desnivel que parece haber remediado Andreu Navarra (Barcelona, 1981) con su última obra. En 'La escritura y el poder' (Tusquets) asistimos a un prodigioso despliegue de fuentes y a una visión que quizá sea definitiva al tratar de manera equilibrada todas las etapas de la singladura del Pantarca, ego irrepetible y pensador avanzado a su tiempo lastrado por mediocridades ajenas y una iconoclastia aún hoy en día difícilmente comprensible.

PREGUNTA. En un momento del libro narras un episodio bélico del hijo de Eugenio d’Ors en Sigüenza. De repente, en una casa, encuentra un autorretrato que su padre escribió para la revista Blanco y Negro. ¿Cómo se explica que, de la omnipresencia en vida, su figura haya pasado al olvido salvo en un ámbito académico?

RESPUESTA. Era un escritor muy elitista y barroco, no es fácil leerlo y entender qué pone en sus libros. La tradición española tiende a formar mitos y a no profundizar en la imagen real del escritor. Es lo que pasó con Eugeni d’Ors y en este caso se han consolidado mitos muy negativos, como el traidor y el fascista, que lo era. Además, fue una persona con muy mal carácter y una vanidad desmedida, al fin y al cabo, por eso él mismo se comparó con Goethe, Napoleón, Sócrates y Prometeo.

placeholder 'La escritura y el poder'. (Tusquets)
'La escritura y el poder'. (Tusquets)

P. Quizá es el ego más grande que ha existido en la Península.

R. Creo que sí. Prometeo es el titán que trae la luz y considerarse así lo sitúa en el puesto que sugieres.

P. Quizá tenía tanto ego y clarividencia porque era muy consciente, tanto al principio como al final, de la mediocridad que lo rodeaba.

R. Sí, pero disimulaba. Era muy inteligente. En la primera mitad del siglo XX los tres grandes ensayistas españoles son Ortega, Unamuno y Eugeni d’Ors, lo que pasa es que él es el más antipático y los mitos no tienen nada que ver con la redención popular, pues no es un Machado, más bien lo contrario, y concentró los mitos más negativos y repugnantes de este país. Él se propuso para su mito el de Prometeo cuando, en cambio, desde mi punto de vista, es más bien Ícaro, porque asciende hasta los cielos y no cae una, sino dos veces.

P. Y vuelve a subir.

R. Sí, porque era una persona con una capacidad de trabajo salvaje, y eso también lo salva. Nunca dejó de escribir, lo sacrificó todo a la cultura, no se rindió y, además, cambió de táctica. En 1942 cae por segunda vez y se transforma, montando dos academias de crítica de arte privadas. Ya no busca el apoyo del Estado y tiene que cocinarse las cosas él mismo si quiere continuar con su 'Heliomaquia'.

Era una persona con una capacidad de trabajo salvaje, y eso lo salva: nunca dejó de escribir, lo sacrificó todo a la cultura, no se rindió

P. Sí, de acuerdo, se transforma, pero en su filosofía la presencia del Estado es imprescindible desde su vocación imperial.

R. Su filosofía va de la mano de la presencia pública y del mandarinato intelectual. Eugeni d’Ors es un escritor, pero también un gestor cultural, el primero en toda la Península. Después vino Joan Estelrich, a quien Pla gustaba llamar el pequeño d’Ors con toda la intención del mundo.

P. Hay muchos factores para su arrinconamiento, pero quizá el primero sea su excesivo intelectualismo.

R. Es lo que te decía. Hay poca lectura y poco archivo. Esta biografía cambia de estrategia. Busqué archivos, cartas y documentación para luego estudiar las ediciones librescas, no sólo el Glosario. Por ejemplo, hay una carta de 1914 a Enric Prat de la Riba para dimitir de sus funciones. Cinco años antes de la famosa defenestración ya está harto y cae el d’Ors catalán rectilíneo y líder del nacionalismo, algo que no se sostiene porque desde 1905 estudia la cultura castellana y desde 1914 quiere trasladar el famoso Glosario a Madrid.

P. Sostienes que era contrario al nacionalismo catalán.

R. Si coges las glosas, es el intelectual de corte de Cambó y Prat, alguien que elabora la publicidad de Solidaritat Catalana con sus escritos en La Veu de Catalunya. Eso en la superficie. Ahora bien, si coges las cartas, descubres que tenía un montón de problemas con Raimon Casellas, el director del periódico, que le censuraban muchas glosas y además cobraba 150 pesetas al mes, una miseria si quería sobrevivir en París. Pasa algo parecido con Azorín, que de anarquista deviene conservador en un periquete porque encuentra trabajo en un periódico de derechas.

placeholder Retrato de Eugenio d'Ors por Ramón Casas
Retrato de Eugenio d'Ors por Ramón Casas

P. Le pasará lo mismo a Josep Pla una vez sucumba a los cantos de sirena de Francesc Cambó.

R. Tiene que cobrar y acepta lo que sea con tal de hacerlo. D’Ors sí tenía un proyecto catalanista y patriótico al lado de Prat de la Riba, pero estaba supeditado a cobrar de él. Deberíamos problematizar esa adhesión inquebrantable para con el catalanismo político, y lo mismo debemos hacer con el franquismo. ¿Era fascista y franquista? Sí. ¿Lo era a la manera habitual? No. Quería implantar su Heliomaquia, su proyecto cultural sin acabar de integrarse totalmente en ningún proyecto político.

P. Tanto en lo catalán como en lo castellano creo que hay otro factor fundamental de adhesión que es el estético, en lo catalán desde su concepción pedagógica, y en lo castellano desde la pompa y toda la parafernalia fascista.

R. Él estuvo muy influido por París. La veía como una nueva Roma, y creía que la arquitectura clásica de la capital francesa debe imitarse en Barcelona. También debemos problematizar el Novecentismo clasicista. Decía que su poeta preferido era Rubén Darío. Eso no encaja. En 'Gualba, la de mil veus' un señor y una chica traducen Shakespeare mientras perpetran un incesto en una casa oscura. Eso no es muy clasicista, y tampoco encaja su predilección por Ramón de Basterra, un poeta vanguardista.

No niego que d’Ors fuera un escritor nacionalista pero sostengo que no lo era de una forma tan monolítica como se pensaba

P. Es tan extenso que es muy fácil simplificar.

R. Exacto. Creo que en algunos momentos de la Historia de Cataluña, por ejemplo la Transición, iba muy bien un relato de Eugeni d’Ors que unía el clasicismo con el nacionalismo catalán. Sólo cogieron las cosas que hablan de Imperio, Civilidad y clasicismo, pero nodonde habla muy bien de la prosa preciosista de Jacint Verdaguer u otros textos que no encajan tanto. No es que niegue que d’Ors fuera un escritor nacionalista y clasicista, lo que sostengo es que no lo era de una forma tan monolítica como se pensaba. Su tónica dominante es la contradicción constante.

P. Lo curioso es que la etapa novecentista aún marca a nivel formal e ideológico a Cataluña. Lo significativo es que esa etapa de la cultura catalana se menciona poco, eclipsada por el parque temático del Modernismo.

R. Sí, y en realidad también porque es incómodo. El primer secretario del Institut d’Estudis Catalans, Josep Pijoan, se escapa, se tiene que marchar. El segundo, Eugeni d’Ors, acabó fatal. Josep Carner emigra a San José y le pide una carta de recomendación a Ortega para un puesto diplomático. Andreu Nin se larga a Moscú. Pau Vila, el de la Escuela Horaciana, se marcha a Colombia.

P. ¿Qué pasa?

R. Pasa que hay una generación, la modernista sénior, que tapa y hace la vida imposible a los jóvenes.

P. Un clásico del país.

R. Sí, por desgracia es así. Ya lo decía Gaziel.

placeholder Eugenio d'Ors
Eugenio d'Ors

P. Algo que destaca en tu biografía es que, a diferencia de tantas otras, si has equilibrado la parte catalana y la castellana, son simétricas.

R. Era uno de los objetivos. Había que prestar atención a ambas partes y coserlas. Tiene importancia en la propia obra de d’Ors, porque cuando se va a Madrid y empieza a escribir en castellano hace glosas de los temas que le habían censurado en Cataluña, como Gaudí, Fortuny o Taine. De algún modo, d’Ors se venga, y es muy dado a ese tipo de simetrías.

P. Por lo que dices el choque con los mandamases de la Lliga Regionalista parece inevitable, porque tantos ellos como d’Ors querían marcar la pauta desde un sentido ideológico.

R. Sí, pero es que hablamos de un señor que asistía a mítines anarquistas de la mano de Salvador Seguí, el Noi del Sucre. Otra historia que hay que discutir es que dicen que su anarquismo fue literario y sentimental. No lo creo. Se carteaba con Andreu Nin cuando este estaba en Moscú. No paraba de escribir sobre Pi i Margall y era íntimo amigo de Francesc Layret. D’Ors, como los fascistas de verdad, como Mussolini, tiene un claro pasado obrerista.

P. Eso te iba a decir, que ese sindicalismo deriva hacia el corporativismo franquista.

R. Otros autores demuestran que d’Ors es el primer fascista español y luego lo niegan. Lo fue. Fue el primer fascista español y fue el maestro y pope de los falangistas. José Antonio Primo de Rivera iba a su casa a recibir clases de Heliomaquia.

P. Ya en su etapa catalana tiene ramalazos a lo d’Annunzio.

R. Es que es el d’Annunzio peninsular, ejerce esa función en el engranaje político europeo. También podría ser Charles Maurras, de Action Française. D’Ors era fascista y muy fascista.

D'Ors fue el primer fascista español y fue el pope de los falangistas: Primo de Rivera iba a su casa a recibir clases de Heliomaquia

P. Otra cosa que desmientes es su supuesto llegar al Madrid de 1920 con una mano delante y otra detrás. Por aquel entonces ya era muy conocido en el resto de España, tenía un capital de prestigio muy fuerte.

R. Su primer libro fue en castellano, y hablamos de 1905. Era un escritor bilingüe desde el principio, pero eso se ve con las colecciones de prensa y la lista completa de libros, que antes no existía. Yo he intentado elaborarla, pero es una 'Oceanografía', es inabarcable, hablamos de quince mil glosas, y en la Biblioteca Nacional de Madrid hay más de trescientas cincuenta entradas sobre d’Ors. Sin embargo, la prioridad era ir al archivo, zambullirse en sus papeles personales.

P. Gigantesco.

R. Sí, pero no puede ser que exista y nadie lo mire, como no puede ser que se sigan elaborando trabajos sobre d’Ors sin consultarlo. Hay excepciones como las obras de Fuentes Codera. Lo que no puede ser es reincidir en comentarios de texto. Yo quería hacer una biografía anglosajona, escribir el relato de la vida de una persona. A quién amaba, qué bebía, qué fumaba, cómo viajaba, quiénes eran sus amigos. Hablar de la persona, no del 'Glosario', que se la ha comido.

P. Y a partir de la persona llegar a la obra, pues van íntimamente ligadas.

R. Sí, lo que no puede ser es que la persona no aparezca y hagamos libros ultra académicos sin ese factor. Mejor intentar escribir como Ian Gibson o Anthony Beevor que escribir tesis doctorales, aburridas, repetitivas, indigestas. Textos que, en definitiva, nadie lee, porque son demasiado teóricos o incluyen demasiada hojarasca.

P. La persona tiene toques de dandi, es agresivo, mujeriego, ególatra sin fin.

R. En su primera época lo comparaban con Wilde y tenemos fotos de su última época con una corbata a topos. Era un dandi y cuidaba mucho su aspecto externo. Debía decirlo, pues estas cosas armonizan la obra con la persona.

P. Y esta vertiente fashion también supone una ruptura. En Madrid y Barcelona estábamos acostumbrados a una cierta negritud en este sentido.

R. Un error tanto en Barcelona como en Madrid es la politización del pasado. Montamos mitos que van bien al partido político donde uno figura. Debes romper con eso e ir a ver quién era la persona, y también estudiar los disfraces, que a veces, como es el caso de Valle-Inclán o Unamuno, resultan fundamentales.

Hizo de la contradicción, filosofía: depura el Museo de Bellas Artes de Sevilla, saca republicanos de campos de concentración

P. Si seguimos con las rupturas llegamos a una serie de amistades que no suelen figurar en el elenco clásico.

R. Eugeni d’Ors era un animal contradictorio que hizo de la contradicción su filosofía. Mientras depura el Museo de Bellas Artes de Sevilla está sacando a republicanos de campos de concentración. Eso es él. Alguien capaz de lo más repugnante y sublime durante el mismo día.

P. Sí, porque además en el libro demuestras a las claras su papel de agente activo represor del Franquismo.

R. Es un fascista de línea dura y además coge a un represaliado republicano que es Zabaleta y le monta una exposición. Es amigo de Andreu Nin, el marxista más radical de toda España, y comparte mesa con los de Action Française. Es amigo de Seguí o de Lorca y también de José Antonio o del dictador Salazar.

P. También es amigo de Picasso, y eso me hace pensar en la Barcelona que pudo ser y no fue porque muchas mentes brillantes abandonaron la ciudad.

R. A eso sí que no puedo responderte, no me hagas decir eso. Lo que sí sé es que se tapa a un montón de escritores, como los de la peña de los Miserables, que iban con pistola, estaban muy locos, eran muy radicales, escribían una literatura muy divertida y podían ser los Dicenta o los Emilio Carrere de Barcelona. No se habla de ellos. ¿Por qué siempre señores serios?

P. Porque los que dirigen el país quieren ser serios, burgueses y conservadores.

R. Un país debe conocerlo todo, al burgués y a poetas como a Salvat-Papasseït. Ya es hora de que la curiosidad gane al partidismo.

P. También existe una voluntad de desconocimiento. Puig i Cadafalch aquí es conocido como arquitecto, cuando fue presidente de la Mancomunitat y desplegó un talibanismo religioso de primera.

R. Aquí entra el contraste con Prat de la Riba, que era muy inteligente. Decía que le daba náuseas oler a un ateo, pero su equipo integró a un buen número de republicanos. Sabía ver y entender quién era imprescindible, quién era bueno para Catalunya. Era un genio. Cuando d’Ors dimite le amplía sus cargos, para retenerlo. En cambio, Puig i Cadafalch vive su presidencia mediatizado por la situación social, o estás con los anarquistas o estás con la patronal. Su mandato estaba mucho más polarizado.

P. Y es el gran artífice de la defenestración orsiana. Hasta ordena el inventario de su despacho.

R. Sí, pero el expediente asusta. No puedo comprobar todas las acusaciones, pero es alucinante. Coloca a una secretaria de la nada, se gasta mil pesetas en taxi, mil pesetas de la época, y se pasa en muchas otras vertientes, hasta San Eugenio era día festivo en las bibliotecas. El envenenamiento ideológico en la Cataluña posterior a la muerte de Prat acabó con todo. Debías posicionarte con unos u otros.

P. Y a veces se olvida que Puig i Cadalfach apoyó a Miguel Primo de Rivera en su pronunciamiento.

R. Lo acompañó a la estación y le dio palmaditas. Tampoco debe olvidarse su papel en la Exposición de 1929. Se tiene una visión sesgada de su figura, como si terminara en 1921. Aunque tampoco tenemos que caer en el maniqueísmo: Puig también era un gran intelectual, además de arquitecto. Un hombre con una gran proyección internacional.

P. Pasa esto con Puig, de acuerdo, pero la otra cara de la misma moneda es la defenestración franquista.

R. Su hombre en el momento franquista es Pedro Sainz Rodríguez, un fascista redomado y un filólogo increíble que iba al parlamento republicano con un bastón de estoque para cuando lo atacaran los comunistas. Era monárquico. D’Ors cayó cuando Franco sustituyó a elementos de la Falange pura por otros del Opus Dei. Los monárquicos también se vieron relegados, y el primero que cayó fue Sainz Rodríguez, que se fue a Estoril por su afiliación. El segundo de su equipo en Educación Nacional fue d’Ors, pero por poco tiempo. El régimen franquista no quería filigranas intelectuales…

P. Ors luego escribe una carta a Ramón Serrano Suñer donde le reprocha la deriva del régimen.

R. Mucho tiempo después, cuando Serrano Suñer publica 'Entre Hendaya y Gibraltar', le acusa de haber olvidado los años gloriosos de la época del Instituto de España y de estarse maquillando para olvidar el pasado más guerrero, que es el predilecto de d’Ors, que conserva su ideal y su ideario.

P. ¿Podemos decir que era más mussoliniano que franquista?

R. No, sobre todo era salazariano. Era amigo del dictador portugués, se felicitaban el cumpleaños. También piensa en Pétain.

P. Que en Vichy cambió los lemas de 1789 por trabajo, orden y patria.

R. Es que ese puede ser muy bien el ideario de Eugeni d’Ors. Él pensaba que el Estado debía garantizar una politica cultural sólida, como en el Imperio Romano, y eso era más factible en Madrid que en Barcelona por razones evidentes, desde la capitalidad hasta la presencia del Escorial, mientras Barcelona era y es más burguesa. Su idea en España chocó con el culto a la persona de Franco.

P. ¿Por qué resulta incómodo en España?

R. Por su fascismo. Los escritores que abrazaron el bando franquista dan un cierto miedo. Una gran parte de nuestra historiografía no se comporta con naturalidad cuando estudia a fascistas, se tiende a minimizar su extremismo o directamente se olvida lo que pasó. Yo creo que un buen historiador tiene el deber de señalar lo bueno y lo malo, lo que nos gusta y lo que no nos gusta. Yo me he hartado de leer historias rosas, inverosímiles.

P. Esto da una idea muy pobre del país.

R. Falta naturalidad a la hora de hacer Historia, se confunde la Historia con la propaganda. Hay que hablar de estos personajes con naturalidad. D’Ors iba a casa del embajador nazi, bien. Se explica y no pasa nada. Debemos acercarnos a estos personajes con honradez y un método riguroso, como otros han hecho con Heidegger o Ezra Pound. Maquillar es malo, manipular es malo.

P. Terminas el libro con la siguiente frase: “En su Cataluña natal, en cambio, la herida continuó abierta, y así sigue”. ¿Por qué en Cataluña?

R. Insisto. Confundimos la Historia con la propaganda. Podía ser repulsivo ideológicamente, pero era un gran escritor. Ponemos una etiqueta y nos quedamos con eso. Tiene textos geniales.

P. Quizá en Cataluña, y más en los últimos tiempos, se escribe la Historia con demasiadas omisiones.

R. Omisiones, pereza y propaganda. Hay un montón de archivos de escritores por todas partes y casi nadie acude a ellos. Muchos tópicos se fosilizan. Por otro lado, no se socializa la objetividad. Queremos titulares de brocha gorda. Como historiador debemos buscar lo que no encaja, porque es lo que más se acerca a la verdad de una persona.

P. Y eso hace, por ejemplo, que olvidemos su tarea fundamental como crítico de arte.

R. El d’Ors catalán es muy distinto del madrileño. De repente desaparecen de su caudal creativo la ciencia, la psicología y la filosofía y empieza a subir la producción de crítica de arte, que era un campo que Ortega no dominaba. Y así, de esta manera, se convierte en el mejor de su época en ese apartado. No podía chocar con Ortega. Debía cambiar de sector para prevalecer. Eso sí, pese al mito de la rivalidad colaboraron en más de una ocasión.

P. ¿Existe algún Eugeni d’Ors en nuestro panorama cultural? ¿Es posible un Ors hoy?

R. Por favor, no (Risas).

Eugeni / Eugenio d’Ors (Barcelona, 1881-Madrid, 1954) constituye un eterno debate en la cultura catalana y española. No es casual la dualidad de la frase anterior. A lo largo de la bibliografía generada por los dimes y diretes del pensador barcelonés se han sucedido las carencias. En general, el problema radicaba en abordar la vida del autor de 'Cézanne' como si una etapa tuviera más importancia que otra, como si su labor durante el principio de siglo prevaleciera sobre el período franquista o lo contrario, produciéndose un desnivel que parece haber remediado Andreu Navarra (Barcelona, 1981) con su última obra. En 'La escritura y el poder' (Tusquets) asistimos a un prodigioso despliegue de fuentes y a una visión que quizá sea definitiva al tratar de manera equilibrada todas las etapas de la singladura del Pantarca, ego irrepetible y pensador avanzado a su tiempo lastrado por mediocridades ajenas y una iconoclastia aún hoy en día difícilmente comprensible.

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