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“Miguel Hernández nos recuerda que el fruto de nuestro trabajo se lo llevan otros”
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ENTREVISTA A PACO ORTEGA

“Miguel Hernández nos recuerda que el fruto de nuestro trabajo se lo llevan otros”

Serrat, José Mercé y Víctor Manuel, entre otros superventas, rinden tributo al poeta andaluz

Foto: Presentación del tributo a Miguel Hernández con José Mercé (EFE)
Presentación del tributo a Miguel Hernández con José Mercé (EFE)

Hace setenta y cinco años fallecía Miguel Hernández (Orihuela, 1910) en una cárcel franquista, víctima de la tuberculosis. Tenía treinta y un años. Nunca hubo discusión sobre su enorme altura poética, comparable a la de cualquier escritor de su época. Un disco colectivo, producido por Paco Ortega, contribuye estos días a mantener vivo su legado. Se titula ‘El canto que no cesa. Homenaje a Miguel Hernández’. La cuidada producción destaca por un reparto de estrellas internacionales encabezadas por Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel, Miguel Ríos, Mayte Martín y Aziza Brahim.

Seguramente el debate más sustancioso sea el que plantean unos versos de la canción que abre el álbum: “Alguien pondrá tu nombre en una calle/ como una calle más, maquinalmente/ pero todos sabemos nuestra historia/ esa sí la sabemos, fijamente/ solo tiene un sentido nuestra senda/ hacia la libertad o hacia la muerte”. ¿Sigue vigente el legado de Miguel Hernández o ha sido anestesiado por laureles culturales? ¿Qué nos enseñan sus versos sobre batallas actuales? ¿Se puede entender su obra sin su vida militante? Paco Ortega responde a nuestras preguntas.

PREGUNTA. ¿Es Miguel Hernández un poeta actual?

La lucha social de la que habla Miguel Hernández se ha diluido en un parque temático

RESPUESTA. Ahora los conflictos son mucho más complejos. No están tan definidos los papeles como cuando había sindicatos, señoritos de traje y reconocías a un obrero al primer vistazo. España tiene una clase media poco definida, pero cuya existencia ha desdibujado el mapa. La lucha social de la que habla Miguel Hernández se ha diluido en un parque temático. No se puede decir que la izquierda luche con la intensidad de antes. En realidad, cada vez tenemos más desigualdad social. Pasa tanto en España como en el Tercer Mundo, donde estos días hemos visto que en África siguen vendiendo hombres como esclavos. Es increíble lo poquito que hemos avanzado. Poemas como “Andaluces de Jaén” enseñaron o recordaron a los españoles que otros se quedan el fruto de tu trabajo. Eso sigue sucediendo.

P. ¿Hemos ido a peor?

R. Hay que quejarse menos por estupideces y pringarse más por lo importante. Ahora el impacto de una noticia dura diez segundos en nuestro cerebro y nos olvidamos de ella después de poner un comentario en Facebook. Muy poca gente aspira a la dignidad. Nos quedamos en el activismo de salón. Aceptamos con demasiada naturalidad que la policía y los bancos echen a familias de sus casas y les obliguen a dormir en la calle con un colchón.

P. ¿Miguel Hernández nos invita a subir el listón?

R. Él sabía que es el hombre quien se carga a otro hombre, pero esa misma persona que te liquida puede escoger salvarte. A cada uno nos toca decidir. Muy poca gente ve esto claro en su cabeza. Personalmente, me duele mucho la perdida de valores. Hoy tenemos una solidaridad de la señorita Pepis, falsa e insuficiente. Hace treinta años, alguien se ponía enfermo y su familia le cuidaba día y noche. Ahora decimos que no tenemos tiempo y que no soportamos ver de cerca el sufrimiento. Nos falta dignidad.

P. Se ha diluido el vínculo social.

Aceptamos con demasiada naturalidad que la policía y los bancos echen a familias de sus casas

R. Es evidente. Ahí reside el valor de Miguel Hernández, que sigue siendo un ejemplo. Tuvo pasarelas que le hubieran permitido salvarse de la cárcel, pero decidió no usarlas. Podía haber llamado a gente con poder que le hubiera sacado de la celda, a cambio de renunciar públicamente a sus principios. Fue una decisión equivocada, su lugar estaba con su mujer y sus hijos, en vez de muriendo de tuberculosis en una celda. Eso le convierte en un ejemplo de dignidad. A mí me llega muy dentro.

P. Este año hubo duras críticas contra Andrea Levy (PP) por decir que disfrutaba de los libros de Lorca. ¿Cómo te sitúas en este debate?

R. No me siento cómodo a la hora de juzgar; los artistas también tenemos comportamientos dudosos y reprobables. Por eso, en principio, soy partidario de separar arte y política. Te pongo un ejemplo: siempre he sido fanático de Lluís Llach, me sé su discografía entera de memoria, pero no comparto en absoluto su postura sobre el tema catalán. No quiero que eso me impida disfrutar sus discos. Sería triste perderse a Lorca, Picasso y Nietzsche por nuestras posiciones políticas.

P. Hay una diferencia crucial: en nuestra Guerra Civil hubo muertos. Todavía es una herida abierta. Me refiero a que el PP se niega abrir las fosas comunes. En gran parte, eso fue lo que irritó del comentario de Levy.

Siempre he sido fanático de Lluís Llach, me sé su discografía entera de memoria, pero no comparto en absoluto su postura sobre el tema catalán

R. Hay que hacer todo lo posible por abrir las fosas. Es una iniciativa que no causa mal a nadie, solo ayuda a que cicatrizar heridas. Quizá apelando a la sensibilidad de los poemas de Lorca se puede convencer al PP de que están equivocados. Sería la mejor forma.

P. ¿Qué es la dignidad en el campo musical?

R. Hace poco pasó por mi estudio de grabación el cantautor Pablo Guerrero, que estaba trabajando en otro disco. Es ya un artista mayor, solo tiene un hilo de voz, pero transmite dignidad. Yo pensaba “madre mía qué manera más hermosa de cantar mal”. Digo “mal” entre comillas. Ahora das una patada a un bote y salen doscientos que cantan fenomenal, pero pocos o ninguno capaces de hacerlo como Pablo Guerrero. Un buen cantante necesita dos cosas. La primera es un discurso, decir cosas que interesen a la gente. La segunda sería aportar algo que te distinga del resto. Bob Dylan, por ejemplo, tiene esa manera tan particular de cantar. Fue una especie de permiso para cantar mal. Cuando me preguntan por programas tipo ‘La Voz’ y ‘Operación Triunfo’ siempre digo que es más fácil buscar muchos artistas para hacer un programa que encontrar un solo artista capaz de mantener el interés durante un programa entero.

Hace setenta y cinco años fallecía Miguel Hernández (Orihuela, 1910) en una cárcel franquista, víctima de la tuberculosis. Tenía treinta y un años. Nunca hubo discusión sobre su enorme altura poética, comparable a la de cualquier escritor de su época. Un disco colectivo, producido por Paco Ortega, contribuye estos días a mantener vivo su legado. Se titula ‘El canto que no cesa. Homenaje a Miguel Hernández’. La cuidada producción destaca por un reparto de estrellas internacionales encabezadas por Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel, Miguel Ríos, Mayte Martín y Aziza Brahim.

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