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El lado oscuro de Farnsworth House, la casa más bonita del mundo
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la leyenda de la residencia farnsworth

El lado oscuro de Farnsworth House, la casa más bonita del mundo

Hollywood llevará al cine la tortuosa trastienda de la joya arquitectónica de Mies van der Rohe

La construyó Mies van der Rohe a mitad del siglo XX y pasa por ser una de las casas más icónicas del siglo XX, aunque para su primera dueña -la doctora Edith Farnsworth- fue una pequeña pesadilla doméstica. Hablamos de la casa Farnsworth (Plano, Illinois) cuya conflictiva construcción será ahora la base de un filme de Hollywood protagonizado por Jeff Bridges y Maggie Gyllenhaal.

Si bien la casa deslumbra por cuestiones arquitectónicas –su planta diáfana, sus enormes cristaleras y su comunión con la naturaleza– Van de Rohe y Farnsworth chocaron en los tribunales por motivos tan mundanos como el precio final (el genial arquitecto se pasó de presupuesto), la permanente amenaza de inundación cada vez que el río se desbordaba (algo que ha ocurrido en varias ocasiones), el enorme gasto en calefacción y, en definitiva, la dificultad para habitar un casa tan estética y cerebral que llevó a su dueña a caer en un estado a mitad de camino entre la melancolía vital y la impotencia doméstica; algo así como: vale, la casa es muy bonita, pero aquí no hay quién viva.

Un artículo afirmó que Mies era un dictador y comunista peligroso, puesto que obligaba a sus clientes a vivir en cajas de cristal sin armarios ni propiedades

“En la batalla legal, Farnsworth se defendió con una contrademanda en la que acusaba a Mies por incumplimiento del contrato, al ignorar sus deseos y excederse del presupuesto contractual. Farnsworth compareció ante los jueces para decir: Less is nothing [el principio filosófico/arquitectónico del 'Menos es más']. 'Beautiful Home', la principal publicación de arquitectura americana en ese momento, entró en la polémica publicando un artículo para afirmar que Mies era un dictador y comunista peligroso, puesto que obligaba a sus clientes a vivir en cajas de cristal sin armarios ni propiedades y a exponerse en un escaparate en medio de la nada y sin ninguna pertenencia, despojándoles de su privacidad. En medio de la batalla legal, Frank Lloyd Wright, gran arquitecto norteamericano, afirmó que desconfiaba de Mies y del Estilo Internacional porque ambos buscaban la destrucción de los valores americanos y la imposición de totalitarismos. En palabras de Wright, 'la arquitectura de Mies Van der Rohe está desprovista de sentimiento y degrada al ser humano'”, ha explicado Guillermo Aroca en un artículo.

Las críticas arquitectónicas a Mies van der Rohe escondían grandes dosis de inquina hacia el modernismo europeo. Además de cierta incomodidad cultural generada por la transpariencia total planteada por la casa Farnsworth (en una época -años cincuenta- marcada por una represión de la intimidad que saltaría por los aires la siguiente década) .No obstante, las dificultades prácticas para habitar la casa eran reales.

Al poco de construirse la vivienda, "un fontanero local visita la casa para ocuparse de una gotera recurrente. Sorprendido por los fallos del tendido eléctrico y por el agua que perla la parte interior de las paredes de cristal, el fontanero llamará a la casa mies- conception [juego de palabras entre el nombre de pila del arquitecto y el concepto ‘misconception’, error común o generalizado), abriendo la puerta a todos los nombres que surgirán en inglés de la perversa homofonía entre Mies y mis-”, recuerda la filósofa Beatriz Preciado en un artículo... O los fontaneros de los cincuenta contra el arte de Mies van der Rohe.

Esconder la basura

Farnsworth se sentía pues atrapada en una jaula de cristal, pero los tribunales dieron la razón al arquitecto y tuvo que apechugar con las facturas y con la casa.

“Había demasiadas cosas que se negaron a considerar. Por ejemplo, Mies quería que el armario separador fuera de cinco pies, por razones de ‘arte y proporción’. Pues bien, resulta que yo mido seis pies. Como mi casa es un ‘espacio abierto’, yo necesitaba algo para cubrirme cuando había invitados… Quería cambiarme de ropa sin que mi cabeza pareciera estar colgando sobre la parte superior del tabique sin el cuerpo. Era grotesco”, contó Edith Farnsworth a la prensa de la época.

No guardo el cubo de basura bajo el fregadero, y ¿sabe por qué? Porque la cocina se ve desde la carretera y eso estropearía la apariencia de la casa entera, así que lo guardo en el armario, lejos del fregadero”, añadió irritada.

Tras la sentencia en contra y harta de sentirse observada, Farnsworth tomó una decisión estética de aparencia menor, pero que era toda una bofetada al gurú del 'menos es más': cubrió las cristaleras de la casa con cortinas. ¡Herejía! ¡Herejía!

A instancias del arquitecto, las malas lenguas de los cincuenta insinuaron que detrás del quilombo con la casa estaría una relación sentimental fallida entre Farnsworth y Van der Rohe. O el despecho de una mujer. Pero no: se trata de una presunta, nunca demostrada y probablemente falsa relación sentimental. Material 100% hollywoodiense en cualquier caso.

La propiedad, que cambió de manos en 1972, fue adquirida por un grupo conservacionista en 2006 previo pago de 7,6 millones de dólares. La casa Farnsworth, considerada patrimonio histórico en EEUU, funciona como museo desde entonces.

PD: Fíjense si será icónica la casa que Lego sacó hace años una réplica de la misma para divertimento cultureta de grandes y pequeños.

La construyó Mies van der Rohe a mitad del siglo XX y pasa por ser una de las casas más icónicas del siglo XX, aunque para su primera dueña -la doctora Edith Farnsworth- fue una pequeña pesadilla doméstica. Hablamos de la casa Farnsworth (Plano, Illinois) cuya conflictiva construcción será ahora la base de un filme de Hollywood protagonizado por Jeff Bridges y Maggie Gyllenhaal.

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