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Bares, peluquerías y venganzas: así se escribe un chiste cada día
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Las vitaminas del guionista

Bares, peluquerías y venganzas: así se escribe un chiste cada día

Ni sexo ni drogas ni rock & roll. Detrás de un chiste de Mota o de 'Vaya Semanita' están los guionistas. Cada día se obligan a escribir un chiste genial. Es su oficio. Y estas son sus vitaminas.

Los guionistas de humor viven entre nosotros, camuflados y con apariencia de personas tímidas. Te puedes tropezar con uno en la cafetería de al lado del trabajo o en la peluquería de tu barrio. Y no descartes de que si le has caído mal, seas el protagonista de su chiste. Es su personal venganza [ARRIBA VÍDEO-REPORTAJE].

“Hay quien cree para escribir comedia hay que ser un cachondo, pues yo no, soy el típico navarro seco”, dice Natxo López, guionista de la teleserie ‘Ahí abajo’, y que acaba de estrenar la comedia 'Juventudes' en el Teatro Lara. López explica que una cosa es lo que nos hace reír en nuestra vida diaria y otra muy distinta es articular luego las ideas para construir una comedia que atienda a unas reglas y a unas estructuras propias. A fin de cuentas un guión es una herramienta de trabajo con el fin de posteriormente generar un producto. El cine y la televisión son procesos industriales con varias fases intermedias.

Levantarse cada mañana para escribir humor no tiene porqué ser divertido. Para ellos es simplemente un trabajo.

Las discusiones entre compañeros para determinar si algo es gracioso o no lo es pueden ser acaloradas y, en ocasiones, “muy poco divertidas”, explica Laura Molpeceres, guionista de ‘La que se avecina’ y autora de la obra de teatro 'Un balcón con vistas'. A diferencia del drama, el humor depende de la percepción de cada cual y todos tenemos una idea distinta de lo que resulta gracioso, y del límite entre lo divertido y lo incorrecto. Molpeceres apunta también que, a veces, como guionista se ve obligada a ser provocadora, cuando ese tipo de estilo choca precisamente con su forma de ver la vida. No se trata de diversión: es trabajo.

Las discusiones entre compañeros para determinar si algo es gracioso o no lo es pueden ser acaloradas y, en ocasiones, “muy poco divertidas”

Esta profesión, no en vano, implica tener el oído muy sintonizado con la actualidad, y lo que preocupa o piensan tus vecinos.

Juanjo Ramírez Mascaró es guionista de varios largometrajes y programas de humor, desde sus inicios en 'Vaya semanita' y ahora prepara el especial de Navidad de José Mota. Él tiene sus propios trucos: pasear a gran velocidad por la ciudad, pensando en las tramas y en los personajes que tiene entre manos, y lo más útil: poner en el oído en la peluquería o en el bar. En definitiva, escuchar a la gente para saber qué le interesa.

Contar historias que inspiren

Los guionistas consultados para este reportaje comparten una queja común: la fascinación por contar historias que inspiren. “Yo también tengo muchas ideas, lo difícil es hacer algo con ellas”, opina Molpeceres, que cree que una idea por sí sola no sirve de mucho, lo importante es el trabajo que rodea esa idea, su desarrollo. Mascaró reconoce que el guionista acaba siendo una especie de "forense de la sociedad" en la que vive, que disecciona las intenciones y estados de ánimo de sus vecinos y les ayuda así a distanciarse de sus problemas.

Escribir, confiesa, puede ser una terapia, pero en altas dosis también te hace más cínico. Es, quizás, el peor de los efectos secundarios de escribir un chiste. Cada día.

Los guionistas de humor viven entre nosotros, camuflados y con apariencia de personas tímidas. Te puedes tropezar con uno en la cafetería de al lado del trabajo o en la peluquería de tu barrio. Y no descartes de que si le has caído mal, seas el protagonista de su chiste. Es su personal venganza [ARRIBA VÍDEO-REPORTAJE].

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