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Goya y Finaldi enamoran en Londres
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inauguración de 'goya y el retrato'

Goya y Finaldi enamoran en Londres

La National Gallery acoge la primera exposición del pintor aragonés dedicada a su faceta de retratista: 70 cuadros de los 150 que se conservan

“Vamos a ver al mejor Goya haciendo lo que hizo durante toda su carrera. Desde el principio hasta el final, fue retratista”. La voz de Gabriele Finaldi resuena en el Ala Sainsbury de la National Gallery. Debajo de las escaleras, prensa de todo el mundo escucha con impaciencia por empezar el tour por las salas. La expectación es máxima. No es para menos. Nunca antes se había dedicado una exposición exclusivamente a los retratos de un mordaz analista social, un pintor cuyo talento trascendió los códigos estipulados.

Sin duda alguna, 'Goya: los retratos' es el plato fuerte del otoño cultural británico, sino europeo. Pero también supone la puesta de largo de Finaldi. El que fuera número dos del Museo del Prado tomó este verano el relevo de Nicholas Penny para ponerse al frente de la pinacoteca más importante del Reino Unido. Ha sido una vuelta a casa porque, antes de trasladarse a Madrid, ya estuvo diez años como comisario de arte italiano y español.

“Parte del programa ya estaba hecho cuando llegué porque para organizar una exposición necesitas al menos dos años”, confiesa a El Confidencial. “Pero lógicamente con esta muestra he estado desde el principio muy involucrado”.

placeholder Iñigo Méndez de Vigo visita la exposición de Goya en la National Gallery (Efe)
Iñigo Méndez de Vigo visita la exposición de Goya en la National Gallery (Efe)

Según Finaldi, la exposición –que abrirá mañana las puertas al público- “viaja por la historia de España desde finales del siglo XVIII y principios del XIX, un momento particularmente intenso”. “Se trata también de un viaje de emociones, un recorrido humano, donde vamos conociendo diferentes personajes y al propio Goya. El joven que llega a la corte con la gran esperanza de conseguir éxitos, el pintor que triunfa en el Palacio Real y el hombre que termina más tarde aislado, rodeado sólo por unos pocos amigos cercanos y familiares en Burdeos", añade.

Fue en sus retratos aristocráticos donde Goya consiguió combinar su capacidad de observación perspicaz y su técnica depurada para crear rostros en lienzo singulares y memorables. En ellos condensaba diversos aspectos de la personalidad de sus modelos en una mirada o gesto sutil, que a menudo no los favorecía. En Carlos III en traje de cazador, por ejemplo, el rey está representado de pie, en una pose que toma su inspiración directamente de Velázquez. “El rostro curtido y surcado por profundas arrugas, que muestra un gesto un tanto irónico, es exclusivo de Goya”, explica el comisario de la muestra Xavier Bray.

Goya supo jugar muy bien sus cartas. Le gustaba el poder y los retratos eran el mejor pasaje para estar entre reyes y políticos

“Era el Siglo de las luces. Aunque ahora a nosotros nos pueda resultar un tanto ridículo, al monarca le encantó porque pidió al pintor que le retratara primero como Carlos, amigo de sus vasallos, y luego como rey”, recalca. “Goya siempre estaba pisando un hilo muy fino entre burlarse de alguien o no. Pero no se burlaba. Es más, nunca tuvo quejas. Bueno, miento. Godoy se quejó por cómo le había hecho las piernas, no consideraba que hubiera captado la belleza de sus músculos. Y un afamado académico de historia también pidió que empleara más tiempo porque Goya tenía fama de pintar muy rápido. Pero en general, supo jugar muy bien sus cartas. Le gustaba el poder y los retratos eran el mejor pasaje para estar entre reyes y políticos”, señala.

Técnicamente, Bray, que presentó el proyecto a la National Gallery en 2005, destaca que los lienzos, en un principio, eran un tanto ingenuos. “Goya empezó tarde a realizar retratos. Tenía 37 años cuando le pidieron su primer encargo. En los comienzos, en los lienzos hay mucha parafernalia. Pero luego se centra en el personaje con una psicología muy audaz. Para él, Velázquez y la naturaleza eran la clave”, matiza.

placeholder Expectación en la National Gallery de Londres por la exposición de retratos de Goya (Efe)
Expectación en la National Gallery de Londres por la exposición de retratos de Goya (Efe)

La exposición, sin precedentes, trae a Trafalgar Square aproximadamente 70 de los retratos más notables de los 150 que el artista realizó a lo largo de su vida. Entre las obras, se encuentran ejemplares que se nunca se han exhibido ante el público por haber permanecido en manos de descendientes de los propios modelos. Una de las piezas más importantes es el icónico retrato 'La duquesa de Alba', actualmente en manos de la The Hispanic Society of America en Nueva York. Es la segunda vez que traspasa las fronteras estadounidenses y la primera que llega hasta el Reino Unido.

Destaca también la representación de otros mecenas que ayudaron a Goya, como' Los duques de Osuna y sus hijos', una de las diez piezas que el Museo del Prado ha cedido para la ocasión. De su época en Madrid, Finaldi sólo guarda buenos recuerdos. Aunque las habilidades adquiridas siendo mano derecha de Miguel Zugaza le van hacer ahora mucha falta. Porque, no nos engañemos, la National Gallery no es fácil de dirigir.

Los problemas a los que se enfrenta Finaldi

En teoría, podría dar la impresión de venderse por sí sola. Un museo gratuito con obras maestras de Leonardo da Vinci, Velázquez y Piero della Francesca, situado en la céntrica plaza de Trafalgar es un auténtico imán. No en vano, el año pasado, un récord de 6,4 millones de personas convirtieron la pinacoteca en la segunda atracción turística más visitada del Reino Unido, sólo por detrás del Museo Británico, que tuvo 6,69 millones visitas.

Pero no es oro todo lo que reluce. Tras sus imponentes columnas, la galería también alberga múltiples problemas y retos. Los más visibles, los que representan los carteles de protesta que están en la calle. Pertenecen a los trabajadores que desde hace meses se muestran en huelga. Los empleados se oponen a la subcontratación de servicios, entre ellos la vigilancia de las salas y la atención al público. Como consecuencia de los paros, se han tenido que cerrar, entre otras, las salas dedicadas a Holbein, Monet o Rubens. Más de 10.000 escolares tuvieron que cancelar también sus visitas en verano.

placeholder Una mujer mira 'Los duques de Osuna y su hijo' en la exposición dedicada a Goya (Efe)
Una mujer mira 'Los duques de Osuna y su hijo' en la exposición dedicada a Goya (Efe)

“Estoy esperanzado de que las huelgas terminen pronto”, matiza Finaldi. "Creo que sería o mejor para el público, nuestro personal y la imagen de la galería. Por encima de todo queremos volver a nuestro funcionamiento normal", añade. “Es cierto que un buen número de salas han tenido que ser cerradas por un tiempo, pero hemos intentado mantener el mayor número posible abiertas. El número de visitantes no se ha visto especialmente afectado”, recalca.

Cada día la pinacoteca recibe entre 15.000 y 18.000 visitas. Dicho de otra manera, cada cinco días se podría llenar el estadio de Wembley. “Es un número realmente impresionante”, destaca el director. Y sin embargo, lo que se podría interpretar como un triunfo se ha transformado en motivo de polémica, ya que, día sí y día también, los críticos se quejan de las aglomeraciones que se forman en las salas. El propio Penny llegó a denunciar antes de su marcha que los jóvenes ni siquiera dejan asiento libre a las generaciones más mayores porque están “demasiado ensimismados con sus teléfonos”.

“Es verdad que los grandes museos metropolitanos, y no me refiero solo a Londres, por lo general, están experimentando grandes niveles de éxito. Y hasta cierto punto se podría decir que los museos son víctimas de su propio éxito. Porque efectivamente tantas visitas traen problemas de logística. Siempre hemos hablado de los museos como lugares de contemplación, estudio, disfrute. Y es cierto que cuando una sala está absolutamente abarrotada hay ruido y es difícil acercarse a las obras. A veces puede ser molesto o difícil”, reconoce en este sentido Finaldi.

Con todo, el anglo-italiano destaca que la arquitectura de la National Gallery facilita las cosas, ya que, “al ser un edificio tan grande, uno se puede desplazar de una sala a otra”. “En el Louvre todo el mundo quiere ver la Mona Lisa. Pero aquí hay varias obras de la colección permanente que son polos de atención. Y luego hay otra cosa muy importante a tener en cuenta. Y es que tú entras, estás 10 minutos, y lo puedes hacer al día siguiente otra vez porque es gratuito. Es una de las grandes virtudes del museo”, matiza.

Hasta cierto punto se podría decir que los museos son víctimas de su propio éxito

En efecto la gratuidad es un plus. Pero en los últimos meses se ha convertido también en un fantasma, ya que, debido a los recortes de entre el 25 y el 40% que se van a aplicar en los próximos cinco años, muchos empiezan a preguntarse si el sistema actual podrá mantenerse.

Llama poderosamente la atención el hecho de que los directores que desembarcaron más o menos al tiempo que Penny en la National Gallery, hayan anunciado también su marcha. Se va Neil MacGregor del Museo Británico, Sandy Nairne de la National Portrait Gallery y Penelope Curtis de la Tate Britain. La conclusión a la que han llegado los expertos es que ninguno quiere estar cerca cuando llegue el momento de que la necesidad obligue a empezar a cobrar la entrada a los visitantes.

placeholder La exposición reúne 70 de los 150 retratos que pintó el aragonés (Efe)
La exposición reúne 70 de los 150 retratos que pintó el aragonés (Efe)

El problema con la pinacoteca de Trafalgar se agudiza aún más si se tiene en cuenta la gran dependencia de las subvenciones. El 70% de sus ingresos provienen de dinero público. En el caso del Museo Británico, por ejemplo, sólo es el 40%. “Desde hace tiempo se asumió que había necesidad de crecimiento en ámbito de autofinanciación. Se creó una sociedad para actividades comerciales. Hay tiendas, cafeterías, exposiciones que se cobran (la entrada a Goya, por ejemplo, acuesta 18 libras). El modelo de financiación, por tanto, va a cambiar gradualmente. Los recortes son radicales, pero también graduales. Así que nuestra respuesta también será poco a poco”, apunta el director.

“Y otra cosa”, recalca. “Yo conozco a todos los directores del resto de instituciones y no me consta de que sea esta la razón de su marcha. Ha llegado un momento en que se quieren dedicar a otras cosas o cambian de destino. Son cambios naturales”, explica. “Los museos van a seguir siendo gratuitos”, añade mientras pasea por los retratos del pintor español.

La crítica se ha rendido a la exposición. Y también a Finaldi. Es más, uno de los columnistas ha dicho que no podría haberse dedicado a otra cosa, ya que por su fisonomía, parece que hubiera salido de un lienzo de Caravaggio. “¿Se siente reconocido en algún personaje en especial?”, pregunto. Se ríe. “Quizá lo dicen por San Juan Bautista, al que le cortaron la cabeza o un ángel que correspondería con mi nombre”.

“Vamos a ver al mejor Goya haciendo lo que hizo durante toda su carrera. Desde el principio hasta el final, fue retratista”. La voz de Gabriele Finaldi resuena en el Ala Sainsbury de la National Gallery. Debajo de las escaleras, prensa de todo el mundo escucha con impaciencia por empezar el tour por las salas. La expectación es máxima. No es para menos. Nunca antes se había dedicado una exposición exclusivamente a los retratos de un mordaz analista social, un pintor cuyo talento trascendió los códigos estipulados.

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