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Ai WeiWei: "Yo quiero volver a China, pero no sé qué ocurrirá cuando lo haga"
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Ai WeiWei: "Yo quiero volver a China, pero no sé qué ocurrirá cuando lo haga"

El artista ofrece una multitudinaria rueda de prensa en Londres para presentar su nueva exposición. Critica la política británica hacia los refugiados

Foto: El artista chino Ai Weiwei (EFE)
El artista chino Ai Weiwei (EFE)

Pocos artistas pueden presumir de haber montado cien exposiciones en apenas cuatro años. Pero para el multifacético creador y activista chino Ai WeiWei, el éxito también tiene un lado oscuro: nunca ha llegado a verlas, las organizó todas sin salir de casa puesto que durante los pasados cuatro años ha estado retenido en su país sin pasaporte y a menudo bajo arresto domiciliario. Su encierro, que comenzó precisamente tras su regreso a China después de una polémica exposición en la Tate Modern de Londres en 2011, se ha mantenido hasta el pasado julio, cuando por fin pudo volver a abrazar a su hijo en Berlín y estos días parece cerrarse el círculo al acudir nuevamente a la capital británica para la inauguración de la retrospectiva que la Royal Academy of Arts le dedica desde el próximo 19 de septiembre.

Su presencia en Londres ha provocado una bacanal mediática de tintes diversos, como se demostró este viernes durante una rueda de prensa que atrajo más de un centenar de medios, algo más propio de una estrella de rock que de un artista plástico. Pero en pleno siglo XXI la línea que separa ambos conceptos cada vez es más frágil. Además el nombre de Ai WeiWei va aderezado de un ingrediente siempre tóxico: la política, que en su caso es parte esencial de su obra, tanto que el gobierno chino le persigue por ello desde hace años. A veces con mano de hierro, como cuando le encarcelaron en 2011 durante 81 días sin que nadie supiera nada de él durante semanas y a veces con guante de seda, como ahora, que le permiten salir de su país sin condiciones (al fin y al cabo que se hable de él significa que se hable de arte chino y eso nunca le viene mal a un gobierno, aunque éste no tenga buena prensa).

'No me considero un artista chino sino alguien que trabaja siempre sobre problemas globales'

Esta dicotomía ha impregnado su vida desde su infancia, cuando fue enviado a un campo de reeducación con su padre, Ai Qing, un célebre poeta perseguido por el régimen de Mao. ¿El contrapunto? En los años ochenta pudo vivir felizmente en Nueva York durante una década sin que su gobierno le molestara. “La única condición que me han puesto ahora para venir es que vuelva. Y yo quiero volver, es más, me he asegurado de que podré hacerlo pero lo que no sé es qué ocurrirá cuando lo haga” explico con su habitual calma.

Es el ‘artivista’ más célebre del planeta, y sus críticas a la censura y a la corrupción en China y a otros temas de interés internacional no se puede separar de sus propuestas artísticas, como él mismo subrayó durante el encuentro: “Mi vida y mi obra están unidas. Pero aunque las raíces de mi trabajo están en China no me considero un artista chino sino alguien que trabaja siempre sobre problemas globales. Toda mi obra gira entorno a los seres humanos. Obviamente en China hay censura y eso lo reflejo en mi trabajo pero mi obra reflexiona sobre ideas que van más allá de eso”.

Que se hable de él significa que se hable de arte chino y eso nunca le viene mal a un gobierno, aunque éste no tenga buena prensa

De hecho, la primera pregunta que se le hizo fue su opinión sobre el problema de los refugiados sirios puesto que él también ha trabajado en ese ámbito: el pasado diciembre colaboró con la Ruya Foundation for Contemporary Culture in Iraq para editar un libro con los dibujos realizados por más de 500 refugiados asentados en campamentos en Irak. “En occidente hay muchos problemas relacionados con la política y la religión. Demasiados problemas pero hoy el más acuciante es el de los refugiados. Me siento muy orgulloso de Alemania por su cilivizadísima respuesta. (Alemania le ha concedido un visado por cuatro años) En cambio creo que el gobierno británico podría hacer más. Los británicos han demostrado que son gente compasiva pero el gobierno debe cambiar de postura. Es una situación de emergencia pero no sólo a corto plazo. Va a durar mucho tiempo y necesita del esfuerzo de muchos países para resolverse” denunció.

A vueltas con Cameron

La crítica velada al gobierno del Reino Unido fue seguida por un mazazo directo a los burócratas británicos. Su llegada a Londres no ha estado exenta de polémica puesto que el gobierno de Cameron en un primer momento sólo le concedió un visado de veinte días, período que fue finalmente ampliado a seis meses tras la intervención directa de la ministra del Interior Theresa May.

'Los británicos han demostrado que son gente compasiva pero el gobierno debe cambiar de postura respecto a los refugiados'

No obstante, la decisión de ampliar su visado sólo llegó después de que Ai WeiWei colgara en las redes sociales la fotografía del documento con el que el gobierno británico le negaba más tiempo, alegando que había mentido y no había dicho que tenía cargos criminales. Cuando Ai WeiWei fue arrestado en 2011 pasó 81 días en la cárcel y después fue puesto bajo arresto domiciliario. Sin embargo, nunca se presentaron cargos contra él, aunque en 2012 fue acusado de evasión de impuestos. La multa que le impuso su gobierno se pagó a través de un crowfunding organizado por sus seguidores en China, igual que una de las instalaciones que se verán en la Royal Academy, titulada Árboles.

“¿El problema del visado se trató de un error honesto o de un acto de servilismo ante el gobierno chino?” le preguntó la prensa británica. El artista no se mordió la lengua: “Yo no soy quien para opinar pero sí puedo decir que en estos años me he reunido con todos los embajadores, el estadounidense, el alemán, el canadiense, el australiano. Hasta el francés. Pero nunca me he reunido con el británico. Yo creo que Gran Bretaña es reacia a intervenir en cualquier tema que pueda entorpecer sus relaciones diplomáticas. Deberían alzar su voz en estos temas porque hablamos de derechos fundamentales. Son los valores de la sociedad civil, eso es lo que hace de una sociedad un lugar saludable. Al ignorar mi situación demuestran que no creen en esos valores y no demuestran respeto por el pueblo chino” zanjó.

'Gran Bretaña es reacia a intervenir en cualquier tema que pueda entorpecer sus relaciones diplomáticas'

Casualmente el primer visado que recibió le habría obligado a abandonar el Reino Unido antes de la visita oficial del presidente chino Xi Jinping a Londres, prevista para octubre. Ahora, en cambio, es muy posible que Ai WeiWei permanezca en el país y prepare alguna sorpresa para tan suculenta ocasión puesto que a sus sesenta años y con una trayectoria de activismo que lleva impregnada en los genes resulta poco probable que se mantenga en silencio, aunque eso podría volver a costarle otro encierro cuando vuelva a casa, algo en lo que sin duda prefiere no pensar.

“Hablar de los pasados cuatro años es muy duro para mí. Me ha afectado mucho emocionalmente y también a mi familia. Mi hijo ha tenido pesadillas, creía que no me volverían a dejar salir, mi madre ha envejecido muy deprisa y yo viéndola a ella me he dado cuenta de que uno es padre toda la vida, a su edad aún lo pasa mal por mí”. Le hubiera gustado tenerla cerca durante la inauguración la próxima semana pero “ya es muy mayor”. Sin embargo su hijo si estará allí para celebrar los éxitos de su padre aunque quizás todo tenga un sabor agridulce puesto que la historia que él vivió con su progenitor –verle perseguido- parece repetirse ahora con él. Quizás por eso esté escribiendo un libro: “Entre el nacimiento del abuelo y del niño hay exactamente cien años. Estoy escribiendo sobre cuales han sido las condiciones para hacer arte y literatura en China durante ese tiempo”, zanjó.

Pocos artistas pueden presumir de haber montado cien exposiciones en apenas cuatro años. Pero para el multifacético creador y activista chino Ai WeiWei, el éxito también tiene un lado oscuro: nunca ha llegado a verlas, las organizó todas sin salir de casa puesto que durante los pasados cuatro años ha estado retenido en su país sin pasaporte y a menudo bajo arresto domiciliario. Su encierro, que comenzó precisamente tras su regreso a China después de una polémica exposición en la Tate Modern de Londres en 2011, se ha mantenido hasta el pasado julio, cuando por fin pudo volver a abrazar a su hijo en Berlín y estos días parece cerrarse el círculo al acudir nuevamente a la capital británica para la inauguración de la retrospectiva que la Royal Academy of Arts le dedica desde el próximo 19 de septiembre.

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