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Tom Cruise contra las arrugas
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ESTRENO DE ‘MISIÓN IMPOSIBLE – NACIÓN SECRETA’

Tom Cruise contra las arrugas

Christopher McQuarrie (Jack Reacher) vuelve a dirigir a su amigo en la quinta entrega de la saga

Foto: No hay quien pare a Tom Cruise.
No hay quien pare a Tom Cruise.

Contra todo pronóstico, Christopher McQuarrie no sólo ha levantado un filme a la altura de la saga iniciada con Mission: Impossible (Misión : Imposible) (1996), sino que se ha marcado una de las mejores entregas de la serie. Misión Imposible – Nación Secreta es la película de acción perfecta. Va como un tiro, tiene sentido del espectáculo y capacidad de sorpresa y propone un juego constante e irresistible. Además de dejar claro que aquí nadie ha destronado a Tom Cruise: sigue siendo el perfecto héroe de acción, ni ha envejecido ni va a envejecer jamás y tiene un bronceado perfecto. La escena precréditos ya es pura magia. Avance del nervio y de la gracia de la película, es el primer aviso de que director y actor están en plena forma. Y la razón de esa plenitud de facultades es que, antes de hacer jugar al espectador, han jugado ellos.

McQuarrie acierta al no dejarse impresionar por el sello Misión Imposible, al no sentirse, como J.J. Abrams y Brad Bird en sus respetivas entregas

Misión Imposible – Nación Secreta, en la que todas las piezas son cómplices (los actores secundarios están mejor que nunca, incluso Jeremy Renner) del juego en el que andan metidas y lo disfrutan, brilla porque no se anda con tonterías. Va directa al grano. McQuarrie acierta al no dejarse impresionar por el sello Misión Imposible, al no sentirse, como J.J. Abrams y Brad Bird en sus respetivas entregas, en la obligación de estar a la altura de la saga y superarla con el más difícil todavía.

Mission: Impossible III (2006) y Misión Imposible: Protocolo Fantasma (2011) son extraordinarias, sí (aunque no tanto como las de Brian De Palma y John Woo). Pero sus autores mantuvieron viva la llama de la saga con dos variables que no entran, ni de lejos, en los planes del director de Jack Reacher (2012): el virtuosismo (de ahí que todo en ellas parezca un entrenamiento hasta llegar a “la escena alucinante”) y la intención de imprimirles su huella personal. McQuarrie pasa. Se quita ese peso de encima. Ni va de autor ni se cree demasiado responsable de nada, y ahí está su fuerza en Misión Imposible – Nación Secreta.

El cineasta tiene parte del trabajo hecho: un universo potente —con origen en la famosa serie de televisión y ampliado y perfeccionado a lo largo de la saga—, personajes carismáticos que no necesitan presentación, la complicidad del público y un conocimiento evidente del cine de espías, del que presume con gracia y guiños cómplices. Y tiene a Tom Cruise, su amigo (también su gallina de los huevos de oro), al que no va a soltar así como así. A partir de ahí, se limita a disfrutar. La cruzada de Ethan Hunt y los suyos para acabar con El Sindicato, una organización secreta internacional que parece conocerles bien, está contada con un desparpajo, un ritmazo y un nervio fuera de lo común.

Delirante y terrenal

Entre tanto culebrón superheroico que pide manual de instrucciones, Misión Imposible – Nación Secreta es una película libre que encadena sin tregua escenas de acción perfectamente diseñadas, coreografiadas y ejecutadas. De todo tipo, de la más sofisticada (la magnífica escena bajo el agua) al puro cuerpo a cuerpo. Lo hace sin caer en el caos, sacándole partido a la interacción de los actores con el espacio (magistral secuencia entre bambalinas en la Ópera de Viena) y, aun sin sacrificar la locura y el delirio propios de la misión imposible, dándole un plus de verosimilitud que la hace más deliciosamente terrenal y salvaje.

También autor del guión, McQuarrie redondea su encadenado de set pieces de acción con un acertado sentido del humor y una irresistible colección de personajes nuevos, entre ellos un villano con carisma (encarnado por Sean Harris) y la chica de la película (la sueca Rebecca Ferguson), que por fin es muchísimo más que la chica de la película. Eso sí, el mejor fichaje, como siempre, Alec Baldwin.

Contra todo pronóstico, Christopher McQuarrie no sólo ha levantado un filme a la altura de la saga iniciada con Mission: Impossible (Misión : Imposible) (1996), sino que se ha marcado una de las mejores entregas de la serie. Misión Imposible – Nación Secreta es la película de acción perfecta. Va como un tiro, tiene sentido del espectáculo y capacidad de sorpresa y propone un juego constante e irresistible. Además de dejar claro que aquí nadie ha destronado a Tom Cruise: sigue siendo el perfecto héroe de acción, ni ha envejecido ni va a envejecer jamás y tiene un bronceado perfecto. La escena precréditos ya es pura magia. Avance del nervio y de la gracia de la película, es el primer aviso de que director y actor están en plena forma. Y la razón de esa plenitud de facultades es que, antes de hacer jugar al espectador, han jugado ellos.

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