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Así es el contrato que hace de la cultura un negocio
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los beneficios de Madrid y la fundación masaveu

Así es el contrato que hace de la cultura un negocio

En pleno debate sobre la financiación de la cultura y la nueva política de participación pública en ella, este periódico ha tenido acceso al contrato mercantil

Foto: Presentación de la exposición de la colección Masaveu en Madrid. (EFE)
Presentación de la exposición de la colección Masaveu en Madrid. (EFE)

En pleno debate sobre la financiación de la cultura y la nueva política de participación pública en ella, este periódico ha tenido acceso al contrato mercantil de la exposición Colección Masaveu: del Románico a la Ilustración. Imagen y materia, que se celebra en CentroCentro Cibeles hasta el 25 de mayo, y en el que se desvela el espacio cultural del Ayuntamiento de Madrid como “un espacio de negocio”, explica a El Confidencial Marta Rey, profesora de la Universidad de A Coruña en el departamento de análisis económico y administración de empresas, miembro del consejo asesor de la Asociación Española de Fundaciones y una de las pocas especialistas en medir el “éxito cultural” de una institución.

El acuerdo entre MACSA (Madrid Arte y Cultura, que ahora se llama Madrid Destino) y la Fundación Cristina Masaveu Peterseon, muestra un reparto de gastos y beneficios entre las dos partes. El Ayuntamiento se hace cargo de la seguridad, el mantenimiento, el suministro, la mediación, la limpieza y la difusión, promoción y protocolo de la exposición, algo con lo que el CentroCentro Cibeles cuenta gracias a los impuestos de los madrileños. La Fundación Masaveu se encarga de pagar al comisario, el seguro de sus obras, su transporte, el diseño de la exposición, el montaje y la producción de la misma.

A los expertos les sorprende que haya un reparto de beneficios, porque lo normal es el reparto de gastos, para ahorrar costes a ambas partes

A cambio, se firma que todo beneficio será repartido a partes iguales: 50% entradas y 50% de patrocinio. Además, el precio de la entrada a la sala del consistorio madrileño es un arreglo al que se llega con la empresa interesada: la entrada general son 6 euros y la reducida 4 euros. El Ayuntamiento y la Fundación acordaron también reducir la gratuidad del espacio público a la mínima expresión: un día al mes, cuatro horas (de 10 a 14 horas, en horario con escasas visitas) y hasta completar aforo.

Recordemos una entrevista con el director del Museo Nacional del Prado, Miguel Zugaza, en el que reconocía que “el 53% de los visitantes del museo accedieron gratuitamente”. En estos momentos, las dos últimas horas de cada jornada son gratuitas en la pinacoteca (14 horas semanales). No es el caso del CentroCentroCibeles.

Al margen de la propuesta científica

En el acuerdo citado el Ayuntamiento aclara que se desentiende de la edición del catálogo de la muestra, que es la publicación en la que se divulga el material científico compilado al hilo de la exposición. Es el material que legitima la propuesta de la exposición, donde se establecen los criterios y las intenciones, y del que nunca la institución cultural pública se desvincula.

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“La edición del catálogo por la Fundación es independiente de la exposición aquí pactada, y la Fundación tendrá todos los derechos editoriales y de propiedad intelectual sobre el mismo, y se podrá utilizar por la Fundación en su propia línea editorial y para otros proyectos expositivos, sin limitación y sólo con el logotipo de la Fundación”. No hay mal que por bien no venga: es el fin de la guerra de los logos, de los ochenta y noventa.

En otra parte del contrato se incide en que la Fundación “asumirá la coordinación del catálogo, el diseño, la confección de los textos y la traducción de los mismos”. La desvinculación del espacio que organiza la exposición con el material científico que se exhibe es absoluta. Sin embargo, sí se apunta que se incluirá durante la exposición un encarte con una página de créditos y un saludo de la alcaldesa Ana Botella y, ahora sí, el logo del CentroCentro y el Ayuntamiento, “en la contraportada”. No importan los textos del catálogo tanto como la aparición estelar de las palabras de la alcaldesa sobre la exposición.

Un acuerdo “favorable”

Por cierto, “los ingresos por la venta del catálogo y de merchandising de la exposición corresponde íntegramente a la Fundación”. El director de CentroCentro Cibeles, Tono Martínez, asegura que el acuerdo cerrado con el organismo sin ánimo de lucro “ha sido muy favorable para el Ayuntamiento”. “Es uno de los acuerdos más ventajosos que hemos firmado. Nos han dejado evaluar nuestro trabajo y eso que es en especie”. Según Martínez, no se puede calcular un precio a lo que aporta el consistorio (a la seguridad, el mantenimiento, el suministro, la mediación, la limpieza y la difusión, promoción y protocolo de la exposición).

Tono Martínez: 'Gracias a mi gestión ya no generamos déficit y damos beneficios. El viejo sistema del todo gratis ha acabado. Antes ibas a pérdidas y no importaba nada'

¿Qué es “favorable”? En el acuerdo no aparecen cantidades, sólo el reparto del botín. No se aclara cuál será la inversión de cada parte, y de esa manera es muy difícil valorar lo providencial del acuerdo. ¿Qué cantidad puso la Fundación sobre la mesa al cerrar el acuerdo? “Ninguna de las dos partes pone cifras sobre la mesa. Este no es un contrato comercial, es un contrato cultural”. Entonces, si se desconoce cuánto va aportará la Fundación, ¿por qué es una ventaja para el Ayuntamiento? “Ellos no nos han pedido un fee (honorarios anticipados) y podrían haber pedido uno de 200.000 euros. Honestamente, con este acuerdo creo que perderán dinero, pero ellos cumplen con un fin social”.

Pero la Fundación obtiene la mitad de todo beneficio. “Hoy en día tampoco puedes dejar de ingresar. No puede ser que todo sea pérdidas”. Entonces, ¿cuál es el interés de la Fundación Masaveu? “Su beneficio es el de la imagen. Quieren abrir una gran sede en Madrid y exponer ahí su colección”. ¿Por qué el Ayuntamiento necesita el 50% de todos los beneficios si su inversión ya está rentabilizada? “Porque me permite poder tener ingresos adicionales con los que hacer otras exposiciones gratuitas. Somos el único espacio sostenible de todos los centros del Ayuntamiento de Madrid. Gracias a mi gestión ya no generamos déficit y damos beneficios. El viejo sistema del todo gratis ha acabado. Antes ibas a pérdidas y no importaba nada”.

Todo por el Wifi

Para Martínez el hecho de negociar el precio de la entrada al espacio público con el promotor es una política habitual en otros espacios del Ayuntamiento, como el Teatro Español. “No se ha planteado la gratuidad cada martes, en vez de un martes al mes, porque entonces no habría ningún tipo de ingreso, ni por su parte ni por la nuestra. Gracias a cobrar aquí, hay otras que son gratuitas y puedo poner Wifi”.

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La experta Marta Rey asegura que en Italia este tipo de acuerdos son habituales, pero señala que el debate reside en la legitimidad de un centro público pagado con los impuestos para hacer negocios en los que los beneficios se reparten con un promotor privado. “¿El precio de esta coproducción es razonable?”, se pregunta. Además, tiene dudas sobre la participación del papel del propietario como promotor de su propio producto en un espacio público, porque cada vez que se expone, la colección gana valor.

Quiere destacar que este régimen es “habitual siempre y cuando exista un acceso oportuno al producto cultural para el ciudadano y haya una gestión transparente de los costes”. Le sorprenden dos cosas más: que haya un reparto de beneficios, “lo normal es el reparto de gastos para ahorrar costes a ambas partes”. Y dos, si no hay aparato científico que legitime la inversión (el estudio, la publicación, el catálogo) “todo se complica mucho más”.

Javier Martín es el director de la Fundación Compromiso y Transparencia, posiblemente el investigador con más reputación sobre buen gobierno y buenas prácticas en instituciones culturales, apunta la grave falta de transparencia del acuerdo: “Ese contrato y las condiciones del mismo deben ser públicos al tratarse de una sociedad mercantil municipal responsable de la gestión de un centro cultural en el Palacio de Cibeles. Sólo si el contrato con todas sus clausulas se hace público se puede examinar la existencia o no de posibles conflictos de intereses, tratos de favor o contraprestaciones improcedentes. Ese es en realidad el tema de fondo”. Además, aclara que en el último informe sobre fundaciones que publicó el organismo que dirige ya se señalaba que la Fundación Masaveu es de las más opacas que hay en este país.

Uno de los apartados más curiosos del contrato es una cláusula relativa a la “difusión y acciones publicitarias”, en la que se obliga al agradecimiento público al Ayuntamiento

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“Bueno, es una fundación que por tradición es muy discreta en su funcionamiento público, pero porque no desea estar en los medios de comunicación”, justifica Martínez a la familia Masaveu. En el contrato, el Ayuntamiento también queda a años luz de la intención de transparencia al incluir una disposición en la que obliga a la fundación a comprometerse a “guardar absoluta reserva sobre instalaciones, procedimientos, incidentes, informaciones, etc”, en un plazo mínimo de “cinco años”. Imposición del silencio.

Uno de los apartados más curiosos del contrato es una cláusula relativa a la “difusión y acciones publicitarias”, en la que se obliga al agradecimiento público al Ayuntamiento: “MACSA, como agradecimiento, se compromete a realizar una mención especial de la Fundación y de la Corporación Masaveu SA, en toda la campaña de comunicación y difusión de la exposición. Como parte de este compromiso de agradecimiento, y para corresponderle debidamente por su generosidad al aportar las obras objeto de este contrato, MACSA organizará por su cuenta y a su costa un acto de agradecimiento, así como otros eventos relacionados con esta importante exposición cultural”.

Es chocante forzar las gracias, pero más leer que el motivo es la generosidad de una de las dos partes que se va a beneficiar de un acuerdo comercial.

En pleno debate sobre la financiación de la cultura y la nueva política de participación pública en ella, este periódico ha tenido acceso al contrato mercantil de la exposición Colección Masaveu: del Románico a la Ilustración. Imagen y materia, que se celebra en CentroCentro Cibeles hasta el 25 de mayo, y en el que se desvela el espacio cultural del Ayuntamiento de Madrid como “un espacio de negocio”, explica a El Confidencial Marta Rey, profesora de la Universidad de A Coruña en el departamento de análisis económico y administración de empresas, miembro del consejo asesor de la Asociación Española de Fundaciones y una de las pocas especialistas en medir el “éxito cultural” de una institución.

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