El marchante expoliado por los nazis revive con una exposición online
Gracias a él se dieron a conocer en Alemania artistas como Picasso, Cézanne y las vanguardias francesas, lo que hizo que tuviera que huir perseguido por los Nazis
Alemania, 1933. Alfred Flechtheim cierra su maleta con las pocas pertenencias que había podido conservar. Un avión con destino a París le espera en el aeropuerto. Un viaje hacia una nueva vida, lejos del expolio sufrido por los Nazis, que habían conseguido acabar con su galería de arte y con todas las obras que se encontraban en ella. Nombres como Picasso, Klee o Cézanne habían pasado por sus manos y ahora se habían perdido o vendido a colecciones privadas dejando un reguero de arte ‘degenerado’, como los Nazis lo llamaban, por todo el país.
La historia del arte le debía una disculpa a Flechtheim, uno de los marchantes de arte más importantes de Europa en la década de los años veinte, que debido a su apuesta por artistas y pinturas controvertidas fue perseguido por el ejército alemán hasta que no tuvo más remedio que huir hacia Francia y Reino Unido. Ahora, 15 museos han trabajado juntos para crear una exposición online que muestre al mundo más de trescientos trabajos que Alfred Flechtheim exhibió en sus galerías. La muestra se completará con fotografías, cartas y documentos que enseñarán al gran público su gran labor.
Gracias a estas instituciones, entre las que se encuentran el Museo Sprengel de Hanover o el Museo Kunstpalast entre otros, desde el 9 de octubre se podrá tener acceso a la web que bajo el título de Alfred Flechtheim.com: Marchante de arte de la vanguardia intentará devolver a Flechtheim al lugar que le corresponde.
Esta muestra online se realiza también con el objetivo de que gracias a la repercusión que se obtenga, aparezcan muchos propietarios de piezas que pertenecieron a las galerías de Alfred Fletcheim y así poder aumentar el conocimiento sobre su trabajo.
Representante del arte degenerado
Alfred Flechtheim aparece en el mundo del arte en 1900 gracias a una poderosa colección que incluía pinturas de artistas como Van Gogh, Cèzanne, las vanguardias francesas y trabajos iniciales de Picasso y Georges Braque entre muchos otros. Rápidamente se hizo un nombre y en 1913 pudo abrir en Düsseldorf su primera galería. Gracias al éxito de esta decidió abrir también en otras ciudades alemanas como Colonia, Frankfurt y Berlín, en las que exhibieron sus obras nombres como George Grosz y Paul Klee. Con la llegada de la primera guerra mundial su negoció tuvo que cerrar, pero consigue recuperarse y vuelve a iniciar su carrera como marchante en su propia galería en 1919.
Su figura es reconocida en toda Alemania, e incluso llega a fundar su propia revista cultural Der Querschnitt. Flechtheim se convierte en el marchante de arte más importante de Alemania, e incluso llega a posar para los artistas que exhibe.
Sin embargo, a finales de los años veinte, el auge del nazismo le coloca en una posición en la que nunca hubiera imaginado estar. De la élite al destierro. Flechtheim pasó a convertirse en el centro de las críticas de los partidarios de Hitler, y más tarde del propio gobierno, que consideraban que el arte que Flechtheim ayudaba a promover era “degenerado”. Lo que unido a su condición de judío le hicieron un blanco fácil en el que centrar las críticas.
Las primeras acciones fueron destinadas a “Arianizar” sus galerías, para lo que se vendieron a museos extranjeros (16 de ellas fueron a parar al MoMa) y colecciones privadas gran parte de sus posesiones, lo que le llevaron a una situación económica tan débil que le hizo organizar una subasta de sus obras más importantes para conseguir salir a flote. Los nazis ni siquiera le dejaron recaudar ese dinero e irrumpieron en la sala prohibiendo la venta y requisando el contenido.
Por si fuera poco agravio el ministro de propaganda Goebbels le dedicó en su propio periódico, el Volksparole, un artículo ensañándose con su figura. Una difamación que ni siquiera paró una vez Flechtheim fallece en 1937, ya que ese mismo año se le incluye en varias imágenes asociadas a la Exposición de Arte Degenerado. Esta muestra se encargó de enseñar al pueblo alemán un gran número de obras de arte moderno acompañadas por etiquetas que se reían de dichos trabajos mostrando el alto precio que los gobiernos anteriores a 1933 habían pagado por ellas.
Con la llegada al poder de los nazis Flechtheim decide comenzar de cero en Europa. Donde el destino le tenía preparada su jugada definitiva. En 1937 muere en Londres al herirse con un clavo oxidado mientras se encontraba en el hospital, lo que hizo que tuvieran que amputarle la pierna y que finalmente le produjo la muerte.
Han tenido que pasar 76 años para que el mundo del arte se acuerde de una figura como la de Alfred Flechtheim, sin la cual el mundo de las vanguardias hubiera estado escondido en Europa durante muchos más años.
Alemania, 1933. Alfred Flechtheim cierra su maleta con las pocas pertenencias que había podido conservar. Un avión con destino a París le espera en el aeropuerto. Un viaje hacia una nueva vida, lejos del expolio sufrido por los Nazis, que habían conseguido acabar con su galería de arte y con todas las obras que se encontraban en ella. Nombres como Picasso, Klee o Cézanne habían pasado por sus manos y ahora se habían perdido o vendido a colecciones privadas dejando un reguero de arte ‘degenerado’, como los Nazis lo llamaban, por todo el país.
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